El comercio de carne y leche en Colombia enfrentará en 2026 un escenario mixto, atravesado por oportunidades externas, restricciones macroeconómicas y desafíos internos. Así lo analiza Óscar Cubillos Pedraza, jefe de Planeación y Estudios Económicos de Fedegán, quien anticipa un año marcado por la evolución de los precios internacionales, el comportamiento del tipo de cambio, el consumo interno y las exigencias sanitarias y ambientales de los mercados.
En el caso de la carne bovina, el contexto internacional aparece como una señal positiva. La demanda global muestra una recuperación sostenida, especialmente en Asia, lo que ha comenzado a impulsar nuevamente los precios internacionales. Sin embargo, este factor favorable se ve parcialmente neutralizado por la apreciación del peso colombiano, que reduce la competitividad exportadora. De cara a 2026, el desafío será que la suba de los precios externos logre compensar el desincentivo cambiario.
Si las exportaciones pierden dinamismo, una mayor oferta podría volcarse al mercado interno, generando cierta estabilidad de precios para el consumidor. No obstante, Cubillos advierte que el escenario sigue siendo incierto, ya que las exportaciones continúan activas —aunque con volúmenes menores que a comienzos de 2025— gracias a mecanismos de compensación y a la demanda externa aún vigente.
El consumo interno también será una variable clave. Los incrementos del salario mínimo en los últimos años impulsaron el consumo y la faena desde el segundo semestre de 2024, pero también generaron presiones inflacionarias, particularmente en la carne de res, que subió por encima de productos sustitutos como pollo o cerdo. Para 2026, se espera que la faena continúe creciendo, aunque a un ritmo más moderado, estimado entre el 3% y el 5%, tras el fuerte avance del 8% registrado en 2025.
El panorama exportador, sin embargo, se perfila como más restrictivo. La caída del tipo de cambio —desde niveles cercanos a los 5.100 pesos por dólar en 2022 hasta alrededor de 3.850— representa una pérdida significativa para los exportadores. Solo una mejora más marcada de los precios internacionales podría compensar ese efecto, algo que hoy parece limitado, especialmente para la exportación de animales en pie, donde la competencia con Brasil resulta más desfavorable.
En leche, el escenario es diferente. La demanda global muestra signos de debilitamiento y los precios internacionales se mantienen bajos. Las exportaciones colombianas continúan concentradas en mercados cercanos, como Venezuela, y en menor medida en Estados Unidos. En este caso, la diplomacia comercial y la estabilidad política de los destinos juegan un rol determinante.
Entre los factores que más influirán en 2026, Cubillos destaca cuatro ejes: precios, política, clima y consumo. El año electoral introduce incertidumbre en el rumbo económico y regulatorio, mientras que el clima, por ahora, se proyecta dentro de parámetros normales. El consumo interno dependerá de que los aumentos salariales no se traduzcan en una nueva escalada inflacionaria.
En cuanto a los mercados, China y Asia Pacífico seguirán siendo los principales motores para la carne, mientras que Medio Oriente y el norte de África mantendrán su relevancia, especialmente para animales en pie. Estados Unidos aparece como la gran oportunidad de mayor valor, aunque su apertura plena difícilmente se concrete en 2026. En leche, Venezuela y Estados Unidos seguirán concentrando las oportunidades, con riesgos asociados al contexto político y comercial.
Las barreras comerciales actuales se centran en la sostenibilidad y la admisibilidad sanitaria. Las exigencias de cero deforestación en la Unión Europea y los requisitos sanitarios para acceder a mercados de alto valor siguen siendo obstáculos clave. Para Colombia, avanzar en la admisibilidad sanitaria con Estados Unidos es una prioridad estratégica.
En el mercado interno, la principal preocupación es el precio de la carne de res, que en 2025 registró fuertes subas. Si en 2026 se repite un ajuste elevado del salario mínimo, el consumo podría mantenerse firme, pero con nuevas presiones sobre los precios. En leche, en cambio, los valores al consumidor se han mostrado más estables, lo que favorece un escenario de continuidad en el consumo.
Como síntesis, Cubillos subraya que la mayor oportunidad para el sector sigue estando en el mercado interno, uno de los más grandes de América Latina. Su recomendación central para prepararse de cara a 2026 es clara: evitar fuertes aumentos en los precios al consumidor, ya que cuando el poder adquisitivo se sostiene, toda la cadena —tanto de carne como de leche— logra dinamizarse.






