En días pasados la Federación Nacional de Ganaderos (Fedegan) llevo a cabo un plantón en el puerto de Cartagena para manifestar su descontento por la entrada al país de un contingente de 6.000 toneladas de leche en polvo, lo que supone el 40% del cupo libre de arancel, que para el año 2022 es de 14.266 toneladas con una tarifa arancelaria extra del 8,8%. Estas cifras contrastan negativamente con las de exportación desde Colombia a Estados Unidos.
José Félix Lafurie Rivera, presidente de Fedegan, explicó que “Colombia no ha podido exportar ni un kilo de carne y muy poca leche y derivados lácteos a Estados Unidos. Mientras eso pasa, continúa el permanente incremento de las importaciones de leche en polvo al amparo del TLC firmado entre Colombia y el país del norte y, con ello, el daño permanente a la economía agropecuaria”.
El dirigente gremial hizo énfasis en lo engañoso de las declaraciones de la Asociación Colombiana de Procesadores de Leche (Asoleche) en torno a la caída de la producción de esta materia prima como argumento para la masiva importación de leche en polvo desde los Estados Unidos, pues, las estadísticas del DANE indican todo lo contrario: la producción de leche creció en el primer trimestre del año pasado un 8,8%, en el segundo trimestre 12% y en el tercer trimestre 4,2%.
El incremento progresivo de importación de leche en polvo desde Estado Unidos que con la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio en 2012 pasó de 2.813 toneladas en ese primer año a 31.003 toneladas en 2020, motivó la solicitud de Salvaguardia contenida en el capítulo 8 del TLC dedicado a la Defensa Comercial.
Según Augusto Beltrán Segrera, Secretario técnico del Fondo de Estabilización de Precios de Fedegan, es inexplicable la negativa del Ministerio de Comercio a la Salvaguardia solicitada, pues la misma entidad concluye en su investigación la existencia de un daño grave a la producción nacional, con el incremento en las importaciones producto del TLC y su correlación.
“Los tres factores son sustento necesario y suficiente para la implementación de una medida de salvaguardia”, dijo Augusto Beltrán Segrera, a renglón seguido explicó que el mismo informe da cuenta que “posterior a la reducción o eliminación del arancel aduanero acordado en el Acuerdo de Promoción Comercial (APC), hubo crecimiento de las importaciones investigadas del 65,89% en el año 2020 con respecto al período de referencia”.
Muy a pesar de encontrar un daño grave en el desempeño de las variables económicas asociadas a la rama de producción nacional de leche líquida antes mencionadas, el Comité de Asuntos Aduaneros, Arancelarios y de Comercio Exterior del Ministerio de Comercio, desaconsejó la implementación de Salvaguardia solicitada, argumentando palabras más, palabras menos, que el gremio no tenía la representatividad necesaria para adelantar tal solicitud. Augusto Beltrán es enfático en que tal “afirmación es a todas luces incorrecta, porque la Federación no estuvo sola en el proceso de solicitud de la medida de salvaguardia, fue acompañada por 60 entidades a nivel nacional entre gremios, cooperativas, asociaciones y comités ganaderos de todo el país, incluyendo la participación de la empresa de mayor nivel de acopio lechero en el país”.
Las importaciones masivas bajan el precio de la leche colombiana
La teoría económica de la oferta y la demanda es infalible: el incremento en las importaciones de leche en polvo tiene un efecto negativo sobre los precios pagados al productor. Es claro entonces que el masivo ingreso de leche en polvo viene a incrementar la cantidad de producto disponible en el mercado y al aumentar la oferta los compradores pueden influenciar en el precio al cual adquieren la leche líquida.
“Los precios pagados al productor están regidos por la regulación que impone el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural, cuya valoración del litro de leche va atada a las condiciones de calidad de la leche, sin embargo, debe anotarse que, en muchos casos se registra que no se cumple con lo allí establecido, en razón a que el productor está obligado a vender su producto, pues este no se puede almacenar fácilmente y los niveles de producción deben mantenerse a diario, dejándolo expuesto a la imposición del precio por parte de la industria transformadora”, manifestó Carlos Alberto Rivera Marín, miembro del Fondo de Estabilización de Precios de Fedegan.
Esta situación es más grave los primeros días del año porque los cupos de importación, sobre todo el de Estados Unidos se activa desde cero. Este año el cupo es de 14.266 toneladas y la primera semana, como lo denunciaron en Cartagena los ganaderos, va en el 50%. Por cuenta de la escalada del Dólar el ritmo de las importaciones no va tan rápido como los dos años anteriores, pues, el precio internacional de la leche está más alto.
Así las cosas, lo que termina pasando es que se importa leche en igualdad de condiciones de precio, afectando al sector con un producto que es similar en calidad y valor.
Óscar Cubillos Pedraza, Jefe de Planeación y Estudios Económicos en Fedegán, aclara que “la leche que se está importando no es leche barata. Existe la falsa interpretación de que porque es importada es más barata, la leche que está entrando importada también es cara, primero porque el precio internacional de la leche está alto y segundo porque la tasa de cambio también está alta. Algunos procesadores industriales deciden traerla porque también les interesa ponerle presión al precio interno para que esté bajo, cuando se cae el precio sí compran, y cuando empieza a volver a subir vuelven y le meten importación”.
Otro de los factores de riesgo para los 320.000 ganaderos dedicados exclusivamente a la producción de leche en Colombia, tiene que ver con la incapacidad de los industriales para acopiar y transformar toda la leche que éstos producen. Fedegan estima que al año se producen 7.400 millones de litros de leche y la industria procesa un poco menos de la mitad: 3.500 millones y la otra mitad sale por canales informales.
José Félix Lafaurie manifestó que “es inentendible que el año pasado se haya importado el equivalente a 800 millones de litros de leche particularmente en polvo. La industria no le compra la leche a los ganaderos, sino que la trae de los productores ricos de Estados Unidos y de Europa.” Además, que de enero a octubre de 2021 las importaciones de leche llegaron a las 47.862 toneladas, lo que conllevó a que los campesinos dedicados a la producción de leche líquida dejaran de recibir, por la no compra de este alimento, 62 millones de dólares, cifra que equivale a dejar de vender 800 millones de litros.
En este punto es importante mencionar que la Salvaguardia solicitada por Fedegan como mecanismo de defensa comercial pactado en el TLC con Estados Unidos y su aplicabilidad, está atada a la existencia de aumento en las importaciones que generen un daño en la rama de la producción nacional. Esta medida consiste básicamente en imponer un sobrearancel mediante el cual se pretende reducir el incremento de las importaciones. Su beneficio se traduce para los productores en reducir la disponibilidad de leche en polvo y aumentar así la facilidad en las ventas de leche líquida.
Los gremios y productores de leche se quejan y con razón, por el bajo costo del litro de leche, si se tiene en cuenta lo costoso que resulta producirla. Según Fedegan, hace un año el precio que se pagaba al productor estaba más o menos en $1.230 en promedio, hoy puede estar en $1.360, lo que supone unos $140 pesos más. Es evidente aquí el detrimento que sufre el productor, si se compara con el precio final que paga el consumidor.
“En el caso de la leche hay unos elementos que han hecho que esté siendo costoso producirla, porque en lechería especializada se demandan bastantes concentrados y balanceados y la mayoría de estos se elaboran con granos, especialmente maíz que es importado en Colombia. Demandamos para producción animal y producción humana unos 7 millones de toneladas y en el país se producen más o menos 3 millones de toneladas, el resto son importadas, y como son importadas y la tasa de cambio está alta, se hace más costoso todo el tema de balanceados y concentrados, y de productos que también son importados como fertilizantes, ureas, alambres, materias primas metálicas y herramientas que se han encarecido por la tasa de cambio”, reflexiona Oscar Cubillos.
Con cifras, varios funcionarios de Fedegan demuestran que la leche vendida en Colombia al consumidor final nunca ha sido barata, pues a día de hoy, el precio promedio del litro entera y deslactosada es de $4.000, es decir, más de tres veces lo que se le paga al productor. Además, advierten que hay que ponerle el ojo a la leche y los lactosueros importados que desde hace 3 o 4 años terminaron llegando a surtir los almacenes de bajo costo y que se venden entre los $1.600 y $2.000, porque no es leche como tal, sino una leche reconvertida.
Para evidenciar el daño que la gran industria procesadora de leche le hace a los productores y el consumidor final, el Jefe de Planeación y Estudios Económicos de Fedegán explica que “en 2020 los 7.000 millones de litros que produjeron los ganaderos a precio de cada litro a mil equivalía a 7 billones de pesos, pero la industria formal solo compró la mitad, 3.500 millones de litros de leche, es decir 3,5 billones de pesos les costó su materia prima. Pero las ventas de la industria de este año de pandemia en todos sus productos equivalieron a 23 billones de pesos”.
Fedegan reconoce que la informalidad es un colchón que tiene la industria cuando sus agentes formales no le pueden abastecer, no obstante, son enfáticos en que lo ideal sería que esa informalidad fuera procesada por la industria lechera para darle un carácter de manejo adecuado en cuestión de impuestos, contribuciones parafiscales y sobre todo en el tema de salud y de inocuidad para quienes están consumiéndola.
Escasez, carestía y bajos estándares nutricionales
La devaluación del peso frente al dólar ha empezado a notarse: desde el mes de septiembre la leche y sus derivados lácteos han empezado a escasear en la vitrinas de los almacenes de cadena, minimarkets y tiendas de barrio, circunscribiendo la venta casi que exclusivamente a productos de Alpina y Colanta. Asimismo, productos como el queso, que son de consumo diario, han experimentado un incremento exponencial: hoy día un kilo de queso en el mercado de Santa Marta oscila entre los 22 y 25 mil pesos.
Este fenómeno puede obedecer a que las empresas de menor envergadura tienen proveedores más pequeños y con mayores dificultades para asimilar el elevado costo de los insumos que se necesitan, los cuales, según varios analistas consultados se han incrementado grandemente. Por citar un ejemplo, el año pasado los balanceados y fertilizantes aumentaron su valor en un porcentaje cercano al 40% y 60% respectivamente. Ante este panorama, esos pequeños productores están disminuyendo o aguantado su producción, esperando que bajen los costos o recurriendo a otros insumos más baratos que no le generan la misma productividad lechera, dándose así un desajuste de la oferta.
Unido a los altos costos de producción y el bajo precio de la leche líquida en el país por el exceso de oferta de leche en polvo importada, Oscar Cubillos sostiene que otro de los factores que viene incidiendo en la escases es que “en pandemia se cayó el consumo de yogurt, mantequillas y quesos porque cerraron los hoteles, restaurantes y escuelas, entonces las empresas lecheras empezaron a rediseñar su portafolio de servicios, si el yogurt no se está consumiendo porque todavía la reactivación no da o porque los precios son muy altos, entonces empiezan a producir lo que se está consumiendo: leche líquida, seguramente si no se encuentran yogures de ciertas marcas se estarán elaborando productos con mayor rotación en los anaqueles”.
La importación de leche genera no solo afectación al precio de la materia prima nacional, sino que también disminuye los estándares nutricionales establecidos por el Invima, debido a la necesidad que tienen las empresas procesadoras de rendir la leche para sus productos, reconvirtiendo la leche en polvo o mezclándola con lactosueros.
El incumplimiento de estándares nutricionales ha sido un problema de siempre, dicen varias fuentes consultadas, porque la mitad de la leche que se produce en Colombia sale por canales informales, sin que se garantice un óptimo mecanismo de procesamiento. Desde Fedegan insisten en que las instituciones públicas al momento de estructurar sus planes de alimentación escolar deben exigir a sus proveedores productos inocuos, es decir, garantizar que los productos lácteos hayan sido pasteurizados e higienizados para que puedan ser consumidos por los niños en esa etapa fundamental de su desarrollo.
Finalmente, el panorama para los productores de leche en Colombia no es nada alentador porque dado el desbalance en la operación costo de producción y precio pagado por la industria, estos irán abandonando poco a poco la actividad para buscar más ingresos. “De aquí a 2026, que ya tenemos comercio libre con Estados Unidos y no habrá cupos sino lo que se quiera traer, vamos a estar en una transición en la que los ganaderos dirán: la leche no me está compensando los costos de producción, yo busco generar ingresos, me salgo del mercado de la leche y me paso al mercado de la carne”, puntualizó Oscar Cubillos.