IACA: tres décadas de evolución y una agroindustria argentina con nuevos desafíos
El subíndice IACA-Agroindustria —que mide la actividad industrial de productos agropecuarios, incluyendo molienda de granos, faena, producción láctea y biocombustibles— revela que, desde los años ’90 hasta hoy, la agroindustria argentina atravesó cuatro ciclos con resultados muy distintos.
Cuatro etapas en 30 años
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1990–1999: crecimiento vigoroso. El subíndice subió un 40 %, impulsado principalmente por la lechería, la molienda de soja y la faena aviar.
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1999–2002: caída generalizada, en línea con la recesión económica, con excepción de la molienda de soja, que registró un leve crecimiento.
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2002–2009: el período de mayor expansión —un crecimiento acumulado del 50 %— gracias a mejoras en faena bovina, demanda interna y exportaciones, y un fuerte empuje del sector lechero y de soja.
Desde 2010 hasta 2025: desaceleración y creciente volatilidad. Aunque el índice llegó a su nivel máximo histórico en septiembre de 2025, el crecimiento acumulado desde 2009 fue apenas del 18 %, reflejando una pérdida de ritmo respecto al auge previo.
Dinámicas sectoriales: de crecimiento explosivo a estancamiento relativo
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La molienda de granos, impulsada principalmente por la soja, creció un espectacular 200 % entre 1993 y 2007. Pero desde entonces —y hasta 2024— su avance solo sumó un 15 %, lo que evidencia un claro estancamiento.
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El sector de faena (bovinos, porcinos y aviar) mostró altibajos: tras una caída en los ’90, logró un crecimiento importante hasta 2009; desde entonces, la faena bovina decreció y la porcina y aviar no compensaron del todo ese retroceso.
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En el caso de la lechería, el crecimiento fue notable entre 1993 y 1999 (≈60 %), luego sufrió una caída hacia 2003, y más tarde retomó un ciclo de expansión hasta 2012. Desde entonces, alterna subas y bajas, sin retomar una senda clara de crecimiento sostenido.
Qué significa para la agroindustria hoy
El análisis del IACA revela que la agroindustria argentina ya no crece al ritmo impetuoso de décadas atrás. La transición hacia un escenario más complejo —con competencia global, cambios en precios internacionales, regulación ambiental, y fluctuaciones macroeconómicas— exige flexibilidad, diversificación y reformas estructurales.
En particular:
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Es clave diversificar actividades —no depender sólo de soja, granos o carnes— e impulsar cadenas de valor con agregado industrial.
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Hay que mejorar la competitividad interna, ajustando costos, adoptando tecnologías modernas y optimizando la producción.
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Fortalecer la resiliencia ante ciclos cambiantes: el agro ya no soporta prolongados “vacas gordas”, por lo que la estrategia debe ser viable también en mercados tensos.
Una agroindustria madura, con reto de adaptación
Tras tres décadas de transformaciones profundas, la agroindustria argentina se encuentra ante un nuevo paradigma. El pasado de expansión rápida dio paso a la necesidad de ajuste, diversificación y consolidación. El IACA muestra que mantener el nivel de actividad requiere mirar más allá del boom agrícola: valor agregado, integración, innovación y políticas de fondo.
Para el sector lácteo, la carne, los granos y los biocombustibles —todos componentes del índice— este diagnóstico implica repensar sus estrategias: mercados, escala productiva y sustentabilidad.
Fuente: El Litoral






