La creciente escasez de agua está creando serios desafíos para los agricultores y para la industria: las sequías prolongadas y la reducción de los recursos hídricos impulsan la necesidad de soluciones innovadoras para mantener la producción agrícola. Una técnica emergente, el uso del “agua de vaca”, ofrece una prometedora alternativa para disminuir la dependencia de agua potable.
Lo que se conoce como agua de vaca se genera durante la producción de leche en polvo. En este proceso, la leche, compuesta en un 90% por agua, se inyecta en un concentrador vertical de unos 20 metros de altura, como explica el medio francés GEO. Dentro del concentrador, se separa el agua de los componentes sólidos como la grasa, las proteínas, la lactosa y los minerales. Como resultado, por cada cuatro litros de leche, se obtienen tres litros de condensado, conocido como agua de vaca, y un litro de concentrado, que luego se seca y se convierte en el polvo que comercializan.
La experiencia en la fábrica de Saint-Malo
GEO también informa de un ejemplo destacado de esta práctica en Saint-Malo (Francia), donde una fábrica de productos lácteos aprovecha el agua de vaca para diversos usos. La planta, que produce yogures y leche en polvo, reutiliza anualmente 20.000 metros cúbicos de agua de vaca para utilidades como la limpieza de camiones cisterna y la alimentación de su sistema de calefacción, lo que equivale al 10% de su consumo total de agua. Esta medida representa un ahorro de 40.000 euros al año.
A pesar de estos logros, la fábrica aún no explota todo el potencial del agua de vaca disponible. Con una modificación en la normativa nacional, podría triplicar este ahorro, lo que subraya la importancia de ajustar las regulaciones para permitir un uso más eficiente de este recurso. Eso sí, también tendrían que potabilizar más ese agua.
El uso del agua de vaca ilustra cómo la industria láctea puede contribuir a una gestión más sostenible del agua. En un contexto donde los recursos hídricos son cada vez más escasos, iniciativas como esta no solo reducen el impacto ambiental, sino que también promueven la economía circular al reutilizar subproductos que antes eran desechados.
A medida que la crisis hídrica se agrava, el agua de vaca podría convertirse en una herramienta clave para garantizar la sostenibilidad en la agricultura y la industria, destacando la necesidad de enfoques innovadores y responsables en el manejo de los recursos naturales.
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