Es impecable la fotografía de Índice Nacional de Precios al Consumidor al cierre de diciembre pasado con un registro anual de 3.15 por ciento. Es reflejo de un muy acertado manejo de la política monetaria durante muchos años del autónomo Banco de México.
Pero, como ya lo hemos comentado antes, el diablo está en los detalles y la inflación del 2020 estuvo llena de demonios alterados por la pandemia.
Por ejemplo, la profunda crisis en la que está el sector servicios, derivada del confinamiento, se refleja en la imposibilidad de ese sector terciario de la economía de elevar precios para no terminar por salir del mercado.
Pero, al mismo tiempo, hay precios de otros productos que es imposible dejar de consumir, como los alimentos, que tienen registros inflacionarios muy por arriba de la inflación general. Así, dentro del subíndice de la inflación subyacente, los precios de los servicios tuvieron una variación anual durante el 2020 de sólo 1.95%. Pero al mismo tiempo, los precios de los alimentos, bebidas y tabaco tuvieron un incremento al cierre del año pasado de 6.80 por ciento.
Ese es un foco amarillo en el comportamiento de la inflación en México por la afectación que tienen estos precios en los sectores de menos ingresos en el país. Pero ese es un fenómeno mundial, la comida sube de precio en todo el planeta.
Claro que sirve para ver el comportamiento de los precios mundiales de los alimentos el fijarse en los índices de los futuros en los mercados financieros. Pero ya vimos la semana pasada como, con ganas, se pueden mover esos indicadores con fines especulativos.
Es más preciso echarle un ojo al Índice de Precios de los Alimentos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), que contabiliza el precio al que llegan los alimentos a los consumidores.
Bueno, pues este índice de la FAO se situó al cierre de enero pasado en 113.3 puntos, esto implicó 4.3% más que el nivel que había registrado en diciembre pasado y su octavo incremento de forma consecutiva.
Para ubicarnos en el fenómeno inflacionario mundial de los alimentos, este índice FAO estaba en mayo del año pasado en los 91 puntos, lo que implica un incremento desde entonces y hasta enero de casi 25 por ciento. Y es el nivel más alto para este indicador desde el 2014.
Todos los subíndices de este indicador han tenido alzas importantes en este arranque de año. Los cereales 7.1%, los aceites vegetales 5.8%, el azúcar 8.1%, lácteos y cárnicos más de 1 por ciento. Todos esos son incrementos mensuales al cierre de enero de este 2021.
En el Banco de México seguro ya se enteraron de esta situación global. Lo que urge es que alguien le avise a la 4T lo que está pasando con los precios de los alimentos, porque seguro esto, como todo lo demás, les debe pasar de noche en sus políticas públicas. Avísenles, por favor.
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