Seguramente la conoce porque es de gran ayuda para la gente de bajos recursos que, como aquí hacemos en las conferencias mañaneras, todas las mañanas, desde las cinco am, se forma en las lecherías para comprar la leche de la familia.

Se trata de Liconsa (Leche industrializada Conasupo, nombre recibido en 1972 y cuya historia viene desde 1944), y que forma parte de los programas sociales del gobierno federal, mismo que contribuyen a la alimentación, nutrición, desarrollo físico y mejoramiento en la calidad de vida de las clases más necesitadas y/o vulnerables, y que depende de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural.
Los requisitos que esta Sociedad Anónima de Capital Variable pide a los ganaderos para comprarles su leche son estrictos. “Nos exigen facturarles a tiempo, que las renovaciones de contratos sean expeditas, que la leche sea de calidad y que tratemos de producir lo más que podamos”, relató a esta columna José Belmonte, vocero de los ganaderos de Chapacao, en Veracruz; sin embargo, actualmente la región está viviendo una despiadada sequía que dificulta cumplir con los estándares a que los obliga Liconsa.
No obstante, y sin explicación, la paraestatal del gobierno federal, les ha retenido hasta por tres o cinco meses sus pagos, poniéndoles en aprieto para la compra de insumos para mantener el ganado en óptimas condiciones e incluso el propio sustento familiar. “Tratamos de hablar con los funcionarios de México y no nos reciben las llamadas, hacemos lo mismo con Xalapa o Tuxpan y simplemente dicen que es un problema de la Ciudad de México. No nos explican si es que el Senado no firmó por el monto que le otorgan a Liconsa cada cierto tiempo… o qué pasa”.
La sequía que actualmente está viviendo la Huasteca hace bajar los pastizales, y los ganaderos tienen que alimentar sus animales con grano, lo que implica un gasto, y de no hacerlo las vacas se enflacan y disminuyen la producción de leche; por otra parte, si el ranchero no entrega la leche a Liconsa los retiran del padrón, con lo que no podrán vender su leche.
En la reciente visita de un gerente de Liconsa a esta zona de la Huasteca, Chapacao, los ganaderos le solicitaron tramitar la rehabilitación del sistema de riego Pujal Coy (inaugurado en 1973 para crear una superficie de riego de 720 mil hectáreas), y que está ubicado en la parte baja del Río Pánuco, y es uno de los más grandes de México. Pidieron “por qué no le dice al presidente o a la Cámara de Diputados que lo rehabiliten para así nosotros poder regar y producir más granos y más lácteos”, y el funcionario les respondió “Eso no nos compete a nosotros”.
“¿Qué ayuda recibimos nosotros de Liconsa?”, se pregunta Belmonte, y se responde al instante: ¡Ninguna! “Antes, nosotros pagábamos una sola factura electrónica, cuando éramos 24 o 25 personas y se pagaban cien pesos (además de lo de la secretaria). Ahora tenemos que hacerles facturaciones individuales, lo que nos obliga a gastar 2 mil 500 pesos promedio. ¡Eso no es ayuda, al contrario, nos hunden más!”.
Los afectados son siete colonias rurales de la zona norte de Chapacao, Veracruz. “Son más de cien familias las afectadas directa o indirectamente”.
Concluye José Belmonte diciendo que es urgente que le digan al presidente López Obrador “Oye presidente: el norte de Veracruz no está recibiendo ningún apoyo del municipio, y menos del Estado”. Y, además, Liconsa no nos paga a tiempo, pues ¡nos mandan al suelo totalmente!
Esta es opinión personal del columnista

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