ESPMEXENGBRAIND

16 May 2025
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16 May 2025
Las menores ventas, combinada con factores como el costo laboral en ascenso y la injerencia del gremio ATILRA, afectan a las lecheras. Los detalles
sancor

El escenario comercial de varias de las principales alimenticias no deja de complicarse en la Argentina. La merma en el consumo, combinada con una inflación que aún se hace sentir y el incremento del costo laboral, mantiene en una situación por demás de endeble a un pelotón cada vez más grande de compañías de ese rubro.

Un ejemplo del momento crítico que atraviesan varias empresas puede ubicarse en Nestlé, que inició 2025 con un freno en la producción. Otro caso es el Dánica, que cerró y reabrió su planta en Lavallol, aunque persisten los interrogantes respecto de su continuidad. Los casos de SanCor, en concurso de acreedores, y La Serenísima, en un tire y afloje entre Mastellone, Arcor y Danone, confirman que el sector lácteo enfrenta una instancia tan cambiante como complicada.

En ese contexto, otras dos compañías de ese rubro transitan un momento por demás de difícil y en el ámbito de la lechería sostienen que, de no cambiar la realidad comercial de ese nicho, los nombres de las firmas en crisis podrían multiplicarse en los próximos meses.

El caso más complicado corresponde a Alimentos Refrigerados S.A. (ARSA), la dueña de marcas como Yogs y Shimy, y ligada a La Suipachense, empresa a cargo del grupo venezolano Maralac. En las últimas horas, se conoció que la compañía parará su producción por el lapso de 30 días.

Lácteas en crisis: bajas ventas y la incidencia del gremio ATILRA

La firma reconoció dificultades operativas y financieras, derivadas de factores como las complicaciones energéticas, los litigios laborales y hasta la crisis que mantiene al borde de la quiebra a la cerealera Vicentin.

“Pese a los esfuerzos que estamos realizando para resolver estos problemas, lamentamos informarles que, en este escenario, no podemos continuar con las actividades habituales durante los próximos 30 días”, añadió.

ARSA viene de meses complicados a partir de cruces con el gremio ATILRA, que a mediados del año pasado amagó con imponer paros totales ante la decisión de la empresa de aplicar suspensiones en sus plantas en Córdoba y la provincia de Buenos Aires como forma de compensar la caída en las ventas.

Otra firma que situación complicada, y también fuertemente enfrentada con el sindicato, es La Lácteo, con operaciones concentradas también en la provincia de Córdoba. A principios del año pasado, la lechera sufrió un bloqueo por parte de ATILRA que, extendido por un lapso de dos meses, pegó de lleno en la endeble situación financiera de la compañía.

El conflicto redundó en la pérdida de proveedores, una caída en la comercialización por demás de pronunciada, y la merma en los fondos para cubrir los salarios. Al día de hoy, la operatividad de la empresa sigue comprometida y La Lácteo continúa haciendo esfuerzos por recuperar su caudal de producción.

Dada la dificultad para hacerse con financiamiento fresco, y mientras hace malabares para cubrir los sueldos, la cúpula de la compañía mantiene el diálogo con otra láctea, esto es, la santafesina La Ramada, que según medios como Bichos de Campo, podría hacerse con el 50% de las acciones de La Lácteo.

SanCor y La Serenísima, en la indefinición

Mientras tanto, siguen los interrogantes respecto de qué ocurrirá con el futuro de SanCor y La Serenísima, dos emblemas de la lechería nacional.

En el caso de SanCor, el 29 de este mes vence el plazo para que los acreedores de la láctea presenten la documentación requerida para verificar créditos. Lo que sigue a esa instancia será delimitar el pasivo de la unión de cooperativas. Se estima que SanCor debe al menos 400 millones de dólares.

Mientras tanto, la compañía prácticamente desapareció de la escena comercial. Su nivel de procesamiento es el más bajo del que se tenga registro: se ubica por debajo de los 60.000 litros diarios, una sombra de los 4 millones constatados en sus mejores épocas.

La compañía sigue adelante con la reducción de su plantel de trabajadores y, a través de jubilaciones, despidos y retiros voluntarios, achicó el número de empleados de 1.350 a 850 en el lapso de un año.

Por el lado de La Serenísima, la disputa por el control financiero y operativo de la marca entró en una cuenta regresiva de casi 30 días para definir si la oferta realizada por la dupla Arcor-Danone será aceptada por los accionistas de Mastellone.

La fecha no es casual, sino que deviene de analizar el contrato que se comenzó a negociar entre vendedores y compradores, luego de que el board de la empresa dueña de La Serenísima rechazara la propuesta inicial por considerar que no concuerda con las pautas establecidas en dicho convenio.

El portavoz de las primeras escaramuzas entre Arcor, Danone y Mastellone fue Carlos Agote, CEO de la compañía láctea, quien a fines de abril envió un comunicado a la Comisión Nacional de Valores (CNV), para establecer la postura de los accionistas que deben aceptar o rechazar la compra del 49% que todavía controlan de la empresa fundada hace casi 100 años por la familia Mastellone.

Sin embargo, ni Agote ni los Mastellone concuerdan con la oferta que se les hizo que, según fuentes del mercado, es mucho menor a lo que esperaban e incluso más baja que lo que cobraron en operaciones anteriores cuando fueron cediendo parte de su capital para ir cumpliendo con el contrato sellado en el 2015.

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