La ley de etiquetado frontal de alimentos ya se aplica a gran escala en todo el país -aunque no todavía al 100%- y una de las sorpresas que generó fue la aparición de sellos de advertencia en todo tipo de alimentos. Incluso en varios considerados saludables, cuyo consumo los especialistas suelen recomendar.
Mediante octógonos negros en cada envase, ahora el Ministerio de Salud alerta cuando un producto tiene “exceso en azúcares”, “exceso en sodio”, “exceso en grasas saturadas”, “exceso en grasas totales” y/o “exceso en calorías”, todo esto en relación con parámetros de la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
Los fabricantes también deben informar, en este caso con rótulos negros rectangulares, si el alimento contiene edulcorantes y si su receta incluye cafeína, para desalentar su consumo en niños y adolescentes.
Que las góndolas de las golosinas, las galletitas dulces, los snacks, los fiambres y las bebidas azucaradas se llenaran de estos sellos era lo esperable, y así ocurrió. Pero también proliferaron en rubros insospechados.
Sellos negros por todas partes
Por ejemplo, ahora la gran mayoría de las opciones de yogur lleva advertencias sanitarias en el envase, en muchos casos dos: por azúcares y grasas en el caso de los enteros, y por sodio y edulcorantes en los descremados.
Se trata de la misma cantidad de rótulos negros (2) que la gente puede ver en los paquetes de papas fritas o en una gaseosa con azúcar.
También el queso crema, port salut o pategrás suele tener ahora 3 o 4 sellos (por sodio, grasas totales, grasas saturadas y calorías). Son tantos sellos negros como los que por ejemplo lleva un huevo Kinder o una caja de alfajores triples bañados en chocolate.
¿Habría entonces que evitar el consumo de yogures o de quesos tanto como el de snacks “chatarra” y chocolates? ¿Da todo lo mismo?
El sistema de advertencias y sus límites
Sergio Britos, licenciado en Nutrición y director del Centro de Estudios sobre Políticas y Economía de la Alimentación (CEPEA), explica a Clarín que los octógonos negros, por cómo se diseñó el sistema, aparecerán en varios productos saludables. Y que nadie debería dejar de consumirlos automáticamente al ver el sello, sino informarse más.
“Es algo que hemos planteado en su momento cuando se discutía la ley y que es propio de los modelos de etiquetado de advertencia, que por su propia naturaleza ‘invisibilizan’ a alimentos que en el balance final pueden ser más saludables que poco saludables”, comenta.
Sucede que la ley no contempló algún modo de informar si el producto excede muchísimo o excede por muy poco el límite saludable establecido por la OPS para cada nutriente: en cualquiera de los casos, a la vista del consumidor, el sello será el mismo.
Así es cómo ahora, a veces, la versión común y la light de un mismo producto presentan el mismo sello, lo que también llama la atención.
Por otra parte, el sistema de advertencia tampoco destaca los nutrientes positivos del alimento, incluso cuando éstos pudieran pesar más que los excesos en una evaluación global.
“Para contrarrestar estas debilidades del sistema que se ha adoptado, sería necesario que hubiera amplias campañas de educación alimentaria para el buen uso e interpretación del etiquetado, pero lamentablemente no las estamos viendo, y se genera confusión”, indica Britos.
¿Cuáles son los alimentos que ahora tienen sellos pero aconsejan seguir consumiendo?
El especialista señaló cuatro categorías que han sido particularmente afectadas por ese efecto de “invisibilización” que provocan los sellos:
1. Yogur. Este alimento -uno de los pocos fermentados que tiene nuestra dieta- ofrece todos los beneficios de la leche para la salud (como proteínas de buena calidad, calcio y vitaminas), más varios que son propios. Algunos contienen probióticos. Britos recomienda consumir yogur regularmente, aunque “no sólo en base a los sellos sino buscando la tabla nutricional y eligiendo los que tienen menos azúcar agregada”.
2. Queso. Según el experto, aunque tiene más grasa y más sodio que la leche (su materia prima), “sigue siendo un buen alimento” para comer con moderación. Es por su alto aporte de calcio, proteínas y otros nutrientes favorables. “En quesos, los sellos pueden confundir más que dar buena información”, lamenta. Los blandos y semi blandos -añade- suelen tener menos sodio que los duros y untables.
3. Conservas de vegetales. Las hortalizas y legumbres en lata o cartón (arvejas, lentejas, garbanzos, espinaca, etc.) podrán tener un sello por el sodio, pero eso no las vuelve “malas”, según Britos. “La dieta argentina tiene un serio déficit de estos alimentos. Entonces, aunque siempre sea mejor comerlos frescos, en muchos hogares la conserva es un modo práctico de sumarlos. Además, un buen enjuague de los vegetales disminuye el sodio en exceso”, defiende.
4. Conservas de pescado. Llevan sellos por sodio y -si están en aceite- por grasas. Pero, como también es bajo en el país el consumo de pescado -rico en proteínas, vitaminas y otros nutrientes saludables-, Britos aconseja que salvo que se lo cambie por pescado fresco se puede seguir consumiendo atún, caballa o sardinas en lata, eligiendo las que tienen menos sodio y escurriéndolas en agua.
Todos estos ejemplos, según destaca, pertenecen a grupos de alimentos recomendados por el propio Ministerio de Salud en sus Guías Alimentarias para la Población Argentina (GAPA).
Para tener en cuenta: las claves de la ley 27.642 de etiquetado frontal de alimentos
–Quiénes deben cumplirla. Los fabricantes e importadores de alimentos y bebidas de consumo masivo, lo que no incluye a los locales gastronómicos.
–Cómo deben advertir. Los sellos -uno por cada nutriente con exceso- deben estar en la cara principal del envase ocupando al menos el 5% de la superficie.
–Qué productos se excluyen. No están obligados a tener sellos el azúcar común, los aceites vegetales, los frutos secos y la sal común de mesa.
–Qué deben sacar del envase. Los productos con más de un sello tienen que quitar cualquier tipo de personaje infantil, animación, dibujo animado o celebridad. Tampoco pueden tener patrocinios de entidades médicas.