Ramo, por su parte, con una historia de más de siete décadas en el mercado colombiano, logró este año entrar al Top 10 por primera vez, reflejando una mejora visible en su posicionamiento público. La marca se mantuvo cerca de los consumidores clásicos y ajustó su estrategia para conectar con nuevas generaciones.

Este reconocimiento tiene implicancias relevantes para el sector lácteo y alimenticio latinoamericano. Primero, demuestra que las empresas que invierten en calidad, innovación, y gestión de marca pueden avanzar en rankings de reputación, lo que a su vez puede traducirse en mejor acceso a mercados, mayor confianza del consumidor y ventaja competitiva. Segundo, plantea que la reputación corporativa es cada vez más un activo estratégico, tanto para atraer talento como para mantener alianzas comerciales.

Para pequeños y medianos jugadores del sector, este escenario refuerza la idea de que la mejora no es solo tecnológica o productiva, sino también de gestión integral: comunicar valores, mantener coherencia en producción, innovar y cuidar la experiencia del cliente. En un contexto donde los consumidores exigen sostenibilidad, transparencia y calidad, el posicionamiento reputacional puede marcar la diferencia entre crecer o quedarse en el volumen.