Todo lo vinculado con el agro atraviesa una etapa complicada en la Argentina, pero dentro del sector algunos la tienen un poco peor todavía que el resto. Es el caso de la producción de leche y sus industrias derivadas, que batallan en un mercado caracterizado por el intervencionismo oficial y una paridad cambiaria de fantasía que terminan empiojando seriamente el negocio.
Las últimas novedades no son las mejores. El precio internacional de la leche en polvo viene en caída libre. La reciente subasta del Global Dairy Trade (GDT), la plataforma líder a nivel mundial en la comercialización de lácteos, marcó un nuevo retroceso para nuestro principal producto de exportación, a USD 2.548/t, el menor promedio desde junio de 2020 y USD 1.185 abajo del pico de septiembre de 2022.
Como consecuencia, Fonterra, el grupo cooperativo neocelandés que domina el comercio mundial, revisó a la baja su pronóstico para el precio que pagará por la leche 2023/24. Todos miran a China y su crisis económica, y la sindican como la gran responsable del mal momento para los lácteos.
En este contexto nuestros envíos de leche en polvo a Brasil han crecido cerca de un 150% en el primer semestre. Resulta claro que hay razones probablemente vinculadas con el socio mayoritario del Mercosur, ya que también Uruguay ha visto incrementadas de manera significativa sus ventas a Brasil, incluso de un modo más impactante todavía. Los gráficos del especialista Marcos Snyder representan claramente la evolución de este proceso.
Los que tomaron muy mal la novedad fueron los tamberos brasileños, que han puesto el grito en el cielo y están presionando al gobierno de Lula para que adopte medidas cuanto antes, a pesar de que los envíos de los exportadores rioplatenses están sujetos a la normativa imperante en el Mercosur.
Reunidos con el ministro de Agricultura, Carlos Fávaro, integrantes de la poderosa Confederación de Agricultura y Ganadería de Brasil (CNA) calificaron las importaciones de leche en polvo como “excesivas”. De enero a julio de este año, el país importó 161 mil toneladas de productos lácteos, un incremento del 158% respecto de igual período del año pasado. Aducen asimismo un gran volumen de leche producida localmente que no será captada por el mercado.
A ciencia cierta, comparado con la producción del vecino país, de casi 24 mil millones de litros, el volumen importado hasta ahora representa solo el 0,5% del total de leche generada en Brasil el año pasado. Pero el que no llora no mama, reza la letra de un conocido tango argentino.
Por su parte, el presidente de la Asociación Brasileña de Productores de Leche (Abraleite), Geraldo Borges, fue un poco más allá. “Tenemos importaciones de leche rompiendo récords desde marzo hasta aquí, y acaban siendo perjudiciales”. Según Borges, muchos productores están abandonando la actividad.
En medio de estos reclamos, el Centro de Estudios Avanzados en Economía Aplicada (Cepea Esalq/USP) reconoció que “el aumento de las importaciones se justifica por la mayor competitividad de los productos lácteos comprados fronteras afuera”. La menor oferta de leche cruda brasileña en el primer semestre elevó los precios a lo largo de la cadena productiva, alejándolos aún más de los valores internacionales, que para colmo han mostrado una tendencia a la baja.
El gobierno de Lula ha tomado nota de la bronca de los productores. La compra de existencias de leche en polvo a los agricultores familiares fue anunciada por la Empresa Nacional de Abastecimiento (Conab) como una de las medidas para ayudar al sector frente al aumento de las importaciones. Esta leche será destinada a personas en condiciones de inseguridad alimentaria y nutricional.
Paralelamente, el Comité Ejecutivo de Dirección (Gecex) de la Cámara de Comercio Exterior (Camex) aprobó el aumento del impuesto a la importación del 12,8% al 18%, por el plazo de un año, para tres productos lácteos: queso de pasta blanda, queso azul y aceite de manteca. Gecex también eliminó 29 productos del sector lácteo de la Resolución 353 de 2022, que prevé un Arancel Externo Común (TEC) unilateral del 10% para los aranceles de importación. En consecuencia, estos productos tendrán un impuesto que variará entre el 10,8% y el 14,4%. Algunos ejemplos de esta lista son: yogur (14,4%); manteca (14,4%); queso rallado (14,4%); y dulce de leche (14,4%).
En un nuevo frente de contención, el gobierno promete además aumentar la fiscalización de la leche proveniente de otros países. Se denunciaron prácticas de rehidratación de leche en polvo importada, lo que está prohibido.
La CNA agrega que el Ministerio de Agricultura se ha comprometido a adoptar medidas en las próximas semanas. “Nos dijeron que actuará de manera consecuente para revisar la situación de las importaciones y a favor de nuestros productores”. Y el ministro de Desarrollo Agrario y Agricultura Familiar (MDA), Paulo Teixeira, indicó que el gobierno brasileño investigará la posibilidad de dumping y triangulación en la leche exportada de los países del Mercosur a Brasil.
En consonancia, la CNA aseguró que algunos países aplican subsidios directos a la producción, lo que distorsiona el mercado y genera una competencia desleal con los productores de Brasil. Increíblemente, está pensando en la Argentina. De hecho lo ratificó la secretaria ejecutiva de la Cámara de Comercio Exterior (Camex), Marcela Carvalho, al afirmar que “al ser leche del Mercosur, los instrumentos para atacar esta importación son más escasos. Las hipótesis exploradas son la posibilidad de investigar la triangulación y el dumping, por un eventual subsidio argentino al sector”.
Sobre llovido, mojado. Producir y exportar leche desde la Argentina no es tarea sencilla, especialmente con el gobierno en contra. Mucho menos si el comprador no se atiene a las reglas de juego. La sensación es que se puede poner más espeso, pero que Brasil no rompería todas las reglas del Mercosur. Eso esperamos al menos.