En los últimos cinco años la lechería uruguaya perdió unos 500 tambos, de los cuales 310 corresponden a establecimientos de hasta 50 hectáreas, que son los más chicos, según un informe de la Dirección de Estadísticas Agropecuarias (Diea).
El trabajo muestra que en ese período cerraron unos 200 establecimientos lecheros en el renglón de entre 51 y 199 hectáreas, al pasar de 1.835 a 1.634.
Mientras, la cantidad de tambos grandes de más de 500 hectáreas se incrementó de 321 a 341 entre 2015 y 2019, y en la franja mediana de 200 a 499 hectáreas cerraron cinco predios, al pasar de 601 a 596.
El total de establecimientos de producción de leche bajó de 3.919 en 2015 a 3.423 en 2019, y el proceso de cierre se aceleró en el último año, cuando 265 tambos dejaron de operar.
En los registros de productores que remiten leche a industrias lácteas del Fondo de Financiamiento y Desarrollo Sustentable de la Actividad Lechera (FFDSAL) también hay una disminución.
“Hoy quedan algo menos de 2.200 y al final del año seguramente bajará a 2.100” predios, dijo a Búsqueda el presidente de la Asociación Nacional de Productores de Leche (ANPL), Walter Frisch.
Consideró que uno de los problemas de esa situación es que “cada vez son menos productores los que se terminan haciendo cargo” del repago del fideicomiso en cuestión, mediante una retención del precio que reciben por la leche que venden a las industrias. El FFDSAL también es cobrado a las importaciones de lácteos.
A agosto figuraban 2.254 productores en el fondo, y bajan de cuatro a cinco por mes, por lo que difícilmente en lo que queda de 2020 se vayan 100 remitentes, indicaron a Búsqueda fuentes del FFDSAL.
Al advertir sobre los problemas del sector, Frisch aseguró que la firma “Olam se quiere ir de Uruguay”, que ya “redujo en gran parte su rodeo lechero y el número de tambos”. Esa empresa cuenta entre sus principales accionistas al fondo soberano de Indonesia denominado Temasek, que tiene 53,4% de participación accionaria, y a Mitsubishi Corporation con 17,4% de las acciones, según consta en la web del grupo Olam. La compañía indicó en un reporte de agosto que continuará con la reestructura de sus activos en producción lechera en Uruguay.
Frisch advirtió que “las industrias lácteas están mal, Calcar está complicadísima y también Alimentos Fray Bentos”.
“Esto es el derrumbe”, graficó.
Compromiso “sagrado”
“Algunos tambos están en una grave situación por ese fondo, porque la garantía del repago es la leche y hay productores que están pagando más de lo que sacaron” de esa herramienta financiera, sostuvo Frisch.
“Hay empresas, como la de Bulgheroni (Estancias del Lago), que hasta el día de hoy lleva más de US$ 2 millones entregados de más” al fondo, comentó. Y acotó que la posibilidad de recurrir a la Justicia para cortar esos aportes de más “está latente”, y “no solamente en el caso de ese empresario” argentino, “sino que será algo en cadena”.
“Tenemos que respetar, porque el fideicomiso significa comisión de fe y eso es sagrado, porque el día de mañana lo podés llegar a necesitar y hay que respetarla”, enfatizó.
El FFDSAL fue creado con el objetivo de financiar la actividad lechera de los productores para aumentar la producción, extender la actividad, diversificar la producción, incrementar la mano de obra ocupada y afincar grupos familiares en el campo, según consta en el contrato del fideicomiso lechero.
Los datos de Diea y del propio fondo revelan una caída en el número de tambos, ya que entre los que cerraron en su mayoría corresponden al renglón de los más chicos.
Y la producción de leche disminuyó entre 2015 y 2019, al pasar de 2.247 millones de litros a 2.190 millones; mientras, el volumen del producto remitido a las industrias bajó de 1.990 millones de litros a 1.846 millones en ese período, según Diea.
Otro de los objetivos apuntó a extender la actividad lechera en el campo uruguayo, lo que tampoco se logró, ya que uno de los principales problemas que afecta al sector es la falta de producción en ciertas zonas. A modo de ejemplo, Frisch comentó lo que ocurre en el litoral oeste con Fray Bentos.
Una situación que también deja en evidencia la pérdida de atractivo en el negocio lechero, específicamente en lo que es la producción tradicional uruguaya, es la cantidad de vacas vendidas para su faena en frigoríficos.
El año pasado el 60% de los animales enviados de predios lecheros a faena fueron hembras, y el 30% de entre cinco a ocho años de edad. Esta relación no se da para los machos, ya que el 75% de los animales faenados están en edades de uno a tres años, según Diea.
En 2019 se faenaron 200.385 cabezas de ganado lechero, lo que representa un 5% más que el año anterior, y la categoría con mayor faena fueron los animales de dos a tres años, la que representó 27% del total.
La cantidad de ganado lechero enviado a faena en los últimos años varió de 189.000 cabezas en 2015 a 178.000 en 2016, 169.400 en 2017, y luego subió a 190.000 en 2018.
Margen genuino
El titular de la ANPL dijo que la idea de esa gremial es “crear un gran fondo anticíclico para la estabilidad de la lechería a largo plazo, y no depender del salvataje de algún crédito” como los generados hasta ahora. El mecanismo que esa gremial analizará en profundidad en los próximos días con el ministro de Ganadería, Carlos María Uriarte, implica establecer por ley un aporte de $ 2,70 por litro de leche tarifada y $ 2,70 por litro de leche en caja, lo que produce casi US$ 18 millones anuales, planteó.
Contó que la propuesta también comprende “que la devolución de impuestos indirectos a las exportaciones de lácteos, que es de un 3% y representa un monto similar, sea utilizada como garantía” para financiar al sector lechero.
El objetivo es que “el tambero pueda cobrar US$ 0,03 por litro de leche más de lo que hoy recibe para tener un margen genuino en la rentabilidad”, señaló.
Y contó que la ANPL ya le planteó “al Banco República que otorgue (al sector) un crédito con tasa de interés cero”.
“Está muy afín a darnos una ayuda”, valoró Frisch, pensando en la participación de la banca pública en una nueva alternativa de financiamiento.