Los criadores de cabras son los más desprotegidos de la ganadería.

La caprinocultura en Michoacán enfrenta grandes retos debido a las pocas oportunidades de crecimiento y falta de regulación en productos provenientes de las cabras; en especial al control de precios dictaminado por el comprador, según señaló el presidente de la Asociación de Caprinocultores de la Ciénega de Chapala, Donaciano Machuca Carreón.

El líder de los productores de leche de cabra en la región mencionada; remarcó que la percepción promedio por litro de leche vendida a los ruteros es de $7 pesos. Ellos recolectan la leche para terceros y esto significa una pérdida en las posibilidades de crecimiento del sector.

Precisó que un precio ideal sería de un mínimo de $11 pesos, para tener posibilidades de invertir en ordeñadoras, terrenos, corrales, tejabanes, etc. Lo cual podría asegurar una producción de mejor calidad y un mayor volumen; no obstante, ello está lejos de realizarse, debido a la negativa de los recolectores quienes buscan nuevos proveedores ante un incremento de precios.

Donaciano Machuca indicó que en los últimos meses y ante la falta de oportunidades de sustentabilidad, por lo menos tres productores (de los más grandes) en la región; han desertado con esta actividad y optaron por vender sus rebaños, para emprender en otras actividades productivas.

Esta situación puso en jaque a los caprinocultores con menor número de cabras, pues perdiendo competencia se encuentran analizando nuevas posibilidades de comercialización.

¿Qué sucede?

Las áreas de oportunidad que pueden dar un valor agregado a la crianza de cabras (como el procesamiento de quesos, cajetas y dulces); se vislumbra muy lejano. De acuerdo con Machuca, para esto se necesita inversión, incentivos y asesorías; mismos a las que no tienen acceso a pesar de que el mercado de este tipo productos ofrece una amplia ventana con oportunidades de crecimiento.

“Hay un mercado importante para estos productos sobre todo en ciudades como Guadalajara o centros turísticos, pero nosotros no podemos estar yendo todos los días, pero es un área de oportunidad muy importante”, expresó Machuca.

Además de lo anterior, los cárnicos derivados de la crianza de caprinos -cuyo consumo no está generalizado en la parte michoacana de la Ciénega-, se venden de manera ocasional a restauranteros del estado de Jalisco. Cosa que tampoco ha sido relevante para mantener la estabilidad de los productores michoacanos.

¿Qué puede hacerse?

Donaciano Machuca explicó que el principal activo de los caprinos es la Ieche y con ello es preciso que se establezcan convenios para proveer a la paraestatal Linconsa. El propósito sería garantizar la compra de leche y el segundo sería que esta funcionara como regulador en los precios de compra en el mercado externo. Como sucede con la leche de ganado bovino.

Ante ello, Martín Genaro Rojas, caprinocultor de la región de Totolán, señaló que es la falta de organización la que ha frenado los proyectos de producción y crecimiento de este sector. Esto se debe a que no existe una organización formal que establezca los parámetros de comercialización con los procesadores.

Afirma que contrario a los productores de leche de vaca, los caprinocultores no cuentan con una empresa paraestatal como LICONSA. Por lo que, de manera general, los criadores de cabras son el sector más desprotegido de la ganadería: los programas federales pocas veces llegan a estas regiones.

Bajo este panorama resulta complicado que la actividad dé, por lo menos, mediana rentabilidad. Únicamente pueden aprovechar las unidades productivas para la venta a procesadoras particulares. Esto se debe a que el consumo de carne de cabra no es aceptado en la región y tampoco las pieles de los animales.

La situación empeora, pues pocas Asociaciones Ganaderas Regionales se han mostrado abiertos para la inclusión de los caprinocultores como integrantes de las mismas. En caso de que esto sucediera, continúan siendo relegados en las solicitudes de apoyo y en la toma de decisiones de las organizaciones.

La situación no es novedosa, pues desde el año 2018, los productores de leche de cabra de la región han solicitado la presencia de una entidad que se encargue de regular el precio de compra-venta; que está sujeta al criterio de los ruteros o en la ley de la oferta y la demanda.

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