Una nueva exigencia de inversión a Europa podría activar aranceles masivos sobre productos agroalimentarios, impactando al sector lácteo.
Una nueva escalada en las tensiones comerciales entre Estados Unidos y la Unión Europea ha puesto en alerta al sector agroalimentario global. El actual presidente de EE. UU. ha lanzado un ultimátum a los países europeos, amenazando con imponer un arancel del 35% sobre sus productos si el bloque no invierte 600.000 millones de dólares en la economía estadounidense. Esta medida, de llevarse a cabo, tendría un impacto directo y potencialmente devastador para las exportaciones europeas.
La principal preocupación en el sector se centra en el agronegocio, y en particular en la industria láctea. Un arancel del 35% sobre bienes de la UE haría que productos como el queso, el yogur y otros productos lácteos europeos sean prohibitivamente caros en el mercado estadounidense. Este tipo de barrera comercial podría cerrar de forma efectiva un mercado vital para los productores de especialidades lácteas de alta gama, que dependen de las ventas en EE. UU. para su rentabilidad.
Esta amenaza no es un hecho aislado, sino la continuación de un patrón de disputas comerciales que han marcado las relaciones transatlánticas en los últimos años. Con el antecedente de aranceles previos sobre otros productos como el vino y el aceite de oliva, los productores lácteos de la UE observan con extrema preocupación esta nueva escalada. La experiencia pasada demuestra que las amenazas arancelarias pueden materializarse, generando una gran incertidumbre en la planificación y la cadena de suministro.
Para los exportadores de queso europeos, el impacto sería un golpe demoledor. La imposición de un arancel tan elevado no solo reduciría drásticamente las ventas en EE. UU., sino que también podría generar un exceso de oferta en el mercado interno europeo, lo que presionaría a la baja los precios y afectaría directamente la viabilidad de miles de explotaciones lecheras. La estabilidad de la cadena de valor láctea se vería comprometida por una decisión de índole puramente política.
En este contexto de alta tensión, la reacción de la Unión Europea es crucial. Históricamente, el bloque ha respondido con aranceles recíprocos a los productos estadounidenses, lo que podría desatar una auténtica guerra comercial transatlántica. Para el mercado lácteo global, un escenario de este tipo significaría una gran inestabilidad, con cambios abruptos en los flujos de comercio, una volatilidad de precios sin precedentes y un alto riesgo para la planificación estratégica de productores y procesadores a nivel internacional.
Fuente: Agroinformación