Se hizo en Qatar, se celebra en la Argentina y el resto del mundo nos rinde pleitesía.
Todos cantan, todos se abrazan, todos corren, todos lloramos. La selección ganó la final y puso otra vez al fútbol argentino como el mejor del mundo. Se hizo en Qatar, se celebra en la Argentina y el resto del mundo nos rinde pleitesía. Un día del que no nos olvidaremos por el resto de nuestras vidas.

Messi dio la vuelta olímpica con la copa en la mano. Crédito: Reuters/Hannah Mckay

 

Lo veo a Messi disfrutando como ese chico al que le hicieron el regalo más querido: el de la pelota de fútbol. El tenía todo, pero le faltaba algo y siempre supo que era lo más importante. Creíamos que había llegado a la gloria con sus siete balones de oro, con el reconocimiento unánime y mundial, con los treinta y pico de títulos ganados.Él no. Él quería esto. Él quería esa copa. Él quería hacerlo con esta camiseta. Él sabía que la gloria, la verdadera gloria, era lo que vino a buscar a Qatar, a los 35 años, vigente, espléndido, iluminado y ganador.

 

 

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