Argentina vende afuera el 25% de lo que produce; la mayor parte es leche en polvo; crecieron las operaciones con quesos y derivados de suero
La Argentina exporta, en promedio, un cuarto de la producción de leche que genera. Hay mercado para más, pero para aprovecharlo -aseguran los especialistas- debe haber reglas que se mantengan en el tiempo y que le den previsibilidad al sector.

Según datos del Observatorio de la Cadena Láctea Argentina (Ocla), sobre números de la Secretaría de Agricultura, entre enero y agosto las exportaciones crecieron 11,2% interanual, un total de 1.422 millones de litros mientras que la producción aumentó 1%. En ese período, de cada 100 litros que se produjeron, 27,2 se vendieron fuera del país.

Casi la mitad de lo que exporta Argentina es leche en polvo y, este año, registró una suba de precios histórica en marzo, al comienzo de la guerra entre Rusia y Ucrania, pero después fue cayendo: pasó de US$ 4.757 en marzo a US$ 3.768 en agosto. Sin embargo, en el primer semestre las exportaciones alcanzaron un valor de US$646,01 millones, el más alto desde 2014 según la Bolsa de Cereales de Rosario.

La Argentina, coinciden los especialistas, está entre los líderes mundiales de producción y sus ventajas comparativas son indiscutibles, en cambio pierde terreno en el segmento de la exportación donde queda rezagada por sus niveles de competitividad.

Este año, según el último reporte de USDA sobre la evolución de los principales drivers del sector, en el mercado de la leche en polvo entera el volumen exportado caería 6%, el doble que el importado (3%). En lo que hace a quesos, se espera un crecimiento del 2% en las exportaciones, el doble que en las importaciones.

Aun teniendo las condiciones para producir quesos suficientes como para abastecer el mercado interno (donde los precios son altos) y exportar, el sector afronta problemas que van desde la falta de caminos adecuados para sacar la leche de los tambos a las plantas industrializadoras hasta la casi inexistencia de financiamiento pasando por problemas gremiales, como el bloqueo que paralizó Lácteos Vidal en la localidad bonaerense de Moctezuma.

Sancor pasó de ser un emblema de la industria láctea argentina y un jugador importante a nivel mundial a rodar de una crisis a otra. La Asociación de Trabajadores de la Industria Lechera (Atilra) denuncia que no están los fondos para el fideicomiso creado para su rescate.

Nueva Zelanda mantendría la cuota del mercado de leche en polvo de 53%, mientras que China sería el principal comprador. En esa franja, la Argentina sería el tercer proveedor internacional, después de la Unión Europea. En ese mismo período, Europa se proyecta como el principal vendedor de quesos al mundo, con 48% del mercado con Canadá y Japón entre los principales clientes.

La demanda que más crecería, para el mercado general, es -además de China- la de Medio Oriente y países del norte de África; también India y Pakistán se incorporarían como demandantes claves. Ese potencial es el que podría aprovechar la Argentina.

Fuera de la leche en polvo que la Argentina vende afuera, el resto está integrado por quesos, fórmulas y suero. Guillermo Fazio, director de Suply Chain y Operaciones de Nestlé Argentina, Uruguay, Paraguay analiza que el país tiene todas las condiciones para producir más. “Lo que se pueda agregar de oferta básicamente proviene del Cono Sur”, sintetiza y enfatiza que la calidad de la leche local es “muy reconocida” en el mundo.

 

El país cuenta con alta tecnología en la producción lechera, es un valor comparativo importante.
El país cuenta con alta tecnología en la producción lechera, es un valor comparativo importante.

“Podría crecerse en más valor agregado en la medida en que haya políticas activas adecuadas”, define Ercole Felippa, titular de Manfrey. Comparte con Fazio que la demanda global crece por encima de la producción, por lo que se abre una oportunidad para las regiones que estén en condiciones de producir con bajos costos.

Desde San Ignacio, coincide Alejandro Reca, quien caratula la inserción internacional local en lácteos como “triste”. “Vendíamos más quesos y pasamos a más leche en polvo, un producto no diferenciado -describe-. No somos competitivosNueva Zelanda procesa en una planta todo lo que hacemos nosotros en el país. Resulta difícil competir”.

El productor Alejandro Leveratto sostiene que para ganar mercados afuera se necesita más materia prima. 

“Las exportaciones están toqueteadas por el Gobierno, por las retenciones, por el diferencial del tipo de cambio. Los empresarios agropecuarios actuamos en función de la rentabilidad y, en los últimos años, por las pérdidas no hay motivación para grandes emprendimientos”.

En esa línea señala que el productor “neto” no está “motivado”; los que continúan con tambos es porque se fueron “diversificando” y, además de leche, tienen feed lot y agricultura.

Pocas con grandes volúmenes

Así como el procesamiento de leche está atomizado -las primeras diez empresas no alcanzan a cubrir la mitad-, las exportaciones están más concentradas, pero mucho menos que en los países que son grandes jugadores mundiales.

Cinco empresas explican entre 50% y 55% de las ventas totales afuera del país. Por ejemplo, en Nueva Zelanda o Uruguay, una sola se queda con entre 80 y 90% de las operaciones. En el ranking general de exportadores de la Argentina del año pasado, con una porción de más del 4%, están Saputo, Mastellone, Noal, Arla Foods, Williner, Corlasa, Adecoagro, Nestlé y La Sibila.

El primer puesto fue para la canadiense Saputo -comercializa las marcas Molfino, La Paulina, Ricrem y Saputo- es la principal exportadora de quesos y tiene un rol importante en leche en polvo. Tiene su planta en Rafaela (Santa Fe).

Jorge Ordoñez, empresario lechero y miembro de Grupos CREA, repasa que la producción lechera argentina está “estancada” en torno a los 10.000 millones de litros hace varios años y relaciona el dato con “aspectos estructurales de la economía que exceden al sector”.

Ratifica que el país es uno de los “mejor dotados” por su suelo, clima, capacidad de producción de granos y de forrajes de calidad pero advierte que “el negocio crece si hay demanda”.

Con una mirada más amplia, sostiene que actores importantes a nivel mundial empiezan a encontrar “techos productivos” por factores agronómicos, ambientales o estratégicos entonces su oferta se retrae o solo se mantiene. A su entender, Estados Unidos será el gran protagonista a futuro: “Tiene know how y un mercado de capitales maduro que es clave para financiar inversiones”.

Para la exportación de quesos, menciona Ordoñez que se trata de un segmento con mucha participación de Pymes que no tienen capacidad de secar el suero, “lo que pasa a ser un costo; quita competitividad”.

La entrerriana Lácteos Tonutti crece en el mercado externo de la mano de la mozzarella. Arrancó vendiendo afuera con el consorcio provincial de industrias lácteas que, por diferentes motivos, se debilitó.

La empresa continuó sola y tiene como meta que el 30% de lo que produce sea para afuera. Su principal cliente es Brasil, seguido de Paraguay y Perú.

En Progreso (Santa Fe) está Pampa Cheese; nacida en 2006 con capitales argentinos empezaron haciendo mozzarella, pero con el tiempo avanzaron a fabricar versiones de gouda, Edam, tybo y dambo.

Provee al mercado local, pero surgió mirando hacia afuera, a donde opera con regularidad con buena parte de Latinoamérica, Taiwan, China, Angola y Medio Oriente. Llega con sus quesos a buena parte de Latinoamérica, Taiwán, China, Vietnam, Rusia, Mongolia, Corea del Sur, Estados Unidos y Medio Oriente.

Este año, por ejemplo, Quesos Don Atilio de Tandil, exportó provoletas condimentadas (300 kilos) y parrilleras (700 kilos) y queso semi duro en formato cuatro kilos a Miami.

Se trata de una empresa familiar que había exportado en otras oportunidades, tanto a Estados Unidos como a Perú pero que discontinuó por problemas locales y exigencias internacionales. La firma certificó todos los parámetros de calidad exigidos por el destino. Hay casos como éste, de Pymes, que logran vender afuera, pero son mucho menos de los que podrían contabilizarse.

Fernando Ramos, encargado de Comex de la Asociación de Pequeñas y Medianas Empresas Lácteas (Apymel), señala que las plantas de secado tienen una capacidad ociosa de entre 30% y 40%.

“Se puede producir y exportar más -insiste-, pero no con un tipo de cambio a $140 y con retenciones. Aun con precios internacionales récord la Argentina sigue siendo ineficiente; falta financiamiento”. La leche en polvo paga 9% de derechos de exportación y 5% los quesos.

Para Ramos, la Argentina no es comparable con Nueva Zelanda o Australia, pero sí con Brasil. Una vaca en la Argentina da 26 litros promedio diarios de leche, contra 14 de una brasilera. “Tenemos buena tecnología, que exportamos a países vecinos pero los problemas estructurales de la economía traban el resto”, resume.

Ramos grafica que, en Italia, hay financiamiento a tasa negativa para madurar quesos. “En la Argentina, ni financiamiento”. A su criterio, el Mercosur es la “salvación” para las ventas locales; si se abriera sería un “problema” porque “saltarán todas las debilidades argentinas”.

Distintas experiencias

Nestlé en la Argentina tiene en marcha hace cinco años un proyecto de producción de leche orgánica en el que participan 17 tamberos. “Los que están involucrados es porque están dispuestos a hacer un viaje de largo plazo, de reconversión -dice Fazio-. Para la empresa es la apuesta a seguir agregando valor”.

El año pasado la empresa exportó por US$130 millones (leche en polvo y productos formulados) Por ejemplo, está llegando varios países de África con su producto Nido en envases de 400 y 800 gramos; también venden leche condensada (invirtieron desde el 2019 U$S 1,5 millones en la planta de Firmat) y están destinando otros US$44 millones en total para producir fórmulas infantiles (en parte para sustituir importaciones y, en parte para exportar), además de para hacer leches especiales”.

Fazio señala que “hay mercado afuera” y el objetivo de la firma es expandir su inserción, ya sea en la venta de leche a fábricas de otras filiales como de productos terminados.

La cordobesa Manfrey exporta leche en polvo y dulce de leche y, al mercado paraguayo, quesos. Destina afuera el 10% de su producción. “Estamos por debajo de media histórica que es del 20%, pero buscamos posicionarnos en el consumo interno con la línea de frescos”, apunta Felippa.

Dulce de leche y queso azul concentran las exportaciones de San Ignacio; comenzó enviando el dulce en 1977 a Alemania y es la empresa que llega a “destinos difíciles” como Japón, Israel y la Unión Europea. El 20% de la producción va afuera. En el caso del queso azul, Rusia es el principal destino.

Para Reca, la Argentina “perdió la oportunidad” de usar la denominación de origen en el caso del dulce de leche: “Podríamos imponerlo en el mundo, donde ya se produce usando otros nombres”. Respecto de las exportaciones en general, plantea que seguramente la Argentina remontará porque “no es económico mover leche en polvo para hacer queso; los quesos tienen que estar donde hay leche”.

“El problema nuestro somos nosotros; el costo argentino -subraya Ordoñez-. El nivel industrial es heterogéneo, con costos distintos. Los niveles de stock son bajos, se produce y se vende en equilibrio. Hay señales confusas, se habla de exportar, pero después todo es una máquina de impedir. El país se podría plantar como un actor importante en muzzarella y quesos, pero eso no significa excluir otros productos. Sí hay que tener presente que los clientes compran soluciones no problemas”.

Miguel Angel Nucete es el presidente de Migue Quesos, empresa que se prepara para exportar desde diciembre, ya que están montando una nueva planta en Vedia, en el límite entre Buenos Aires y Santa Fe. Apuntarán a parmesanos y quesos saborizados que ya les están pidiendo.

“La idea es ir a San Pablo con productos ya no en ormas, sino fraccionados con la marca directamente al consumidor final -cuenta Nuceta-. Vamos a diferenciarnos con el fraccionamiento en origen porque la Argentina se concentra, en general, en el envío en ormas”.

El plan apunta a vender afuera 20 toneladas mensuales sobre las 80 toneladas de producción total; la fábrica procesa un millón de litros mensuales que se duplicarán en marzo del 2023. Hasta la pandemia había exportado a Brasil.

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