Un informe de hace pocos días atrás del Rabobank indica claramente que la demanda de productos lácteos en el sud este asiático en los próximos años continuará creciendo sostenidamente.
Solo en China se estima para 2030 una demanda equivalente de 15 mil millones de lts. en importaciones de productos lácteos.
Otros países asiáticos (Indonesia, Malasia, Singapur, Pilipinas, Vietnam y Tailandia) demandarán, según las mismas estimaciones, el equivalente a 19 mil millones de litros, lo cual conforma un enorme mercado para los próximos años y por lo tanto una oportunidad importante para los países productores.
Estos mercados sin duda han sido afectados por la Pandemia del COVID 19 en el primer semestre del 2020, pero hoy muestran signos claros de recuperación y levantaron ya sus niveles de demanda.
Mientras todo esto ocurre la producción Láctea en Argentina continúa estancada en los últimos años y ya van… algo más de 20 años de estancamiento.
En 1999 Argentina alcanzó los 10,3 mil millones de litros de leche anuales de producción y se mantiene desde esa fecha a hoy entre 9,8 y 10,8 mil millones de litros. De esta forma la Argentina representó solo el 1,5% de la lechería Mundial en 2018 pudiendo estar potencialmente en un lugar más destacado.
Tomando los últimos 10 años de información vemos por ejemplo que la producción en USA creció entre 2010 y 2018 de 85,5 mil millones de litros anuales a 98,6 mil millones (15,3%) y Nueva Zelanda en el mismo período pasó de 17,3 mil millones a 21,2 mil millones de litros (22,5%). Para el caso de Brasil el crecimiento de la producción lechera fue constante en los últimos 20 años para llegar a obtener los 33.500 millones de litros anuales en 2017. Ello representa un crecimiento del 67 % tomando los 20 mil millones de producción del año 2000.
Las exportaciones de productos lácteos en Argentina crecieron significativamente entre el año 2000 y 2013 donde se alcanzó un valor de exportaciones de 1780 millones de U$A. A partir de ese año cayeron en forma constante, según datos proporcionados por OCLA, hasta llegar a 726 millones de dólares en 2017.
Los productos lácteos exportados en 2019 alcanzaron las 300 mil Tn (10% menos que en 2018) y los 920 millones de U$A (9% menos que en 2018). Datos de Enero a agosto de 2020, a pesar de la pandemia de Covid 19, muestran un crecimiento del 31-35% en Tn y en U$A respecto al año anterior.
¿Cuáles son los motivos por los que la lechería argentina no arranca y participa más activamente del complejo exportador Agroindustrial?
Sin dudas, factores externos a la actividad y que tienen que ver con la estabilidad de variables Macroeconómicas y Políticas de los últimos 20-30 años en el País no ayudan a crecer a una actividad que se plantea a largo plazo y donde los aspectos de la mejora en la productividad y eficiencia necesitan de un mediano y largo plazo.
La elevada presión fiscal en las actividades productivas en el País, los aspectos laborales y de baja eficiencia y productividad de la mano de obra de la industria en general, la intermediación excesiva y costosa entre la salida de fábrica y el consumidor y la competencia desleal que se genera por evasión fiscal y sanitaria en una industria muy atomizada, son un combo difícil de resolver, que definirá a futuro la posibilidad concreta de crecer.
Otros aspectos que también limitan el crecimiento son intrínsecos de la actividad y entre ellos tenemos, alimentación o nutrición, salud animal, reproducción, confort y gerenciamiento.
Aunque hemos mejorado mucho en los últimos años en cuanto a la nutrición de las vacas, todavía hay mucho por hacer.
La volatilidad de precios en nuestro país hace que muchas veces al año se cambien las dietas y para las vacas esos cambios no son buenos. Creemos que con estas medidas bajamos el costo y mejoramos margen, pero muchas veces bajamos costo y bajamos margen ya que caen en producción y comprometen parte de su futura lactancia. Las vacas prefieren una dieta 7 puntos todos los días que una dieta 9 puntos un día, otro 5, otro 6 y otro 8. La consistencia es clave. Buena nutrición implica buena salud ruminal y por ende buena performance y producción.
En cuanto a salud también tenemos mucho por hacer todavía. Argentina es un país que todavía no ha podido controlar o eliminar enfermedades como tuberculosis y brucelosis de la mayoría de los rodeos lecheros. A ello hay que sumar los temas sanitarios vinculados a pérdidas embrionarias y abortos que disminuyen los partos totales de las explotaciones y los problemas sanitarios de guachera y recría que limitan la reposición de vacas al sistema productivo.
La reproducción y genética en la lechería del futuro son centrales. Hoy hay herramientas que nos permiten preñar vacas más rápido y mas manera más eficaz (detección de celos vía sensores de actividad, fecundación in vitro o in vivo, parches para detectar celo, nuevos protocolos de sincronización de ovulación, etc.). Esto junto con una buena selección de los toros, hace que el potencial de crecimiento genético de los rodeos sea enorme. Todavía un gran porcentaje de las vacas lecheras se preñan con servicio natural de toros sin prueba de progenie con todos los problemas que esto trae.
Como suele decir el Dr. Gordie Jones, de EEUU, “producción de leche es igual a la ausencia de estrés y ausencia de estrés es confort y bienestar animal”.
Medias sombras o sombras naturales en verano, corrales de espera con sombra, ventilación y aspersión de agua son algunas de las inversiones relacionadas al confort animal que mayor impacto tienen en la producción y reproducción del verano.
Confort también es no hacer caminar tanto a los animales en busca de la comida, confort es tener callejones y accesos a los tambos en buenas condiciones, bebederos limpios y agua fresca, entre otras cosas. Mucho del confort está directamente relacionado a inversión, pero también hay muchas decisiones diarias que mejoran el confort y no implican inversión sino sentido común (disposición de comederos para rodeos encerrados, mantenimiento de los encierres, horarios de ordeñe, tamaños de los rodeos para que no estén mucho tiempo en el corral de espera antes del ordeñe, etc.).
Aunque hay sistemas de producción lechera en nuestro país que tienen mayor probabilidad de ser rentables, la renta de una empresa lechera depende más del gerenciamiento que del propio sistema de producción. Sistemas muy diferentes pueden ser rentables dependiendo de cuan profesional e idóneo sea el equipo gerencial. Hoy existe la tecnología que nos permite capturar infinidad de datos de nuestra lechería minuto a minuto, procesa los mismos y los transforma en indicadores que ayudan a los productores a tomar las mejores decisiones.
Lo que sí está claro es que el sistema que cada uno elija tiene que estar bien manejado y no a medias. Si uno elige que sus vacas pastoreen la mayor cantidad de forraje directamente del campo tiene que diseñar todo alrededor de esa decisión (aguadas, raza, recursos forrajeros, sombras, callejones, horarios de ordeñe, etc.). Si en cambio elije encerrar a sus animales y busca maximizar la producción individual, debe trabajar mucho en la calidad de los forrajes y concentrados, estado de los encierres, sombras en verano, elección de la genética animal, etc. Los dos pueden ser rentables, pero solo si son bien gerenciados.
Sin dudas la lechería argentina tiene un potencial de crecimiento muy importante y en función de los niveles crecientes de demanda externa, el potencial de generación de divisas por exportaciones debería alcanzar valores muy por encima de los 1800 millones de dólares alcanzados en 2013.
La producción láctea de los principales países exportadores creció en agosto 2020 sobre los años anteriores y marca que ya estarían en condiciones de aumentar rápidamente sus exportaciones, siempre y cuando la pandemia de COVID 19 no continúe generando problemas graves.
No son muchos los países que pueden aportar tasas de crecimiento en la producción de leche como las que deberíamos tener en nuestro país, por lo que el desafío de los próximos años será crear el marco político y económico, que permita iniciar un período de crecimiento de la actividad realmente importante. La necesaria generación de confianza en el país, sus instituciones, su diseño de largo plazo y su macroeconomía son factores claves que fomentarán nuevas inversiones tanto en el sector productivo como en el industrial que ayudaran a acelerar el crecimiento
Francisco Oliverio, Asesor de la Fundación Producir Conservando