A pesar de las dificultades económicas, el sector lechero argentino muestra una resiliencia única en comparación con potencias lácteas globales.
Aunque el cierre de tambos es una preocupación constante para el sector agropecuario de Argentina, un análisis del Observatorio de la Cadena Láctea Argentina (OCLA) revela una noticia sorprendentemente positiva: el país tiene una de las tasas de cierre de granjas lecheras más bajas a nivel global. Con un índice del 2.4% en lo que va del año, el sector lácteo argentino muestra una resiliencia que desafía las turbulencias económicas y lo posiciona favorablemente en el contexto internacional.
Esta tasa de cierre es significativamente menor que la de otras grandes potencias lecheras. Por ejemplo, España registra un alarmante 6.6%, mientras que Francia y Estados Unidos presentan índices del 5.7%. El único país que supera a Argentina en estabilidad es Nueva Zelanda, una de las economías más sólidas del mundo en este sector. Esta comparación demuestra que, a pesar de los desafíos, los productores lecheros argentinos han logrado resistir las presiones que sí han provocado un colapso más rápido en otros lugares.
El OCLA señala que la tasa de cierre en Argentina ha sido relativamente estable en la última década, aunque experimentó un aumento temporal al 4% en 2024 debido a una grave sequía. Este fenómeno es multifactorial: la falta de políticas de apoyo, las restricciones ambientales, la escasez de mano de obra y la necesidad de una inversión en tecnología que muchos productores lecheros no pueden financiar, son algunas de las causas más comunes a nivel global que también afectan al país.
Sin embargo, a diferencia de otros países, la industria láctea argentina parece haber encontrado mecanismos para amortiguar estos golpes. Aunque la noticia se titula “mal de muchos, consuelo de tontos”, el análisis sugiere que la capacidad de adaptación y la estructura del sector lechero nacional le han permitido mantener a sus tambos a flote. Este fenómeno es crucial para el futuro del país, ya que la estabilidad de la producción primaria es la base de la cadena láctea y un pilar para la seguridad alimentaria.
En conclusión, los datos del OCLA brindan un respiro y un motivo de optimismo. La baja tasa de cierre de tambos en Argentina es un testimonio de la fortaleza de los ganaderos locales. Este hecho posiciona al país como un actor clave en la producción láctea global, capaz de resistir las presiones del mercado internacional y de mantener un sector productivo vital para su economía.
Fuente: Bichos de Campo