Los ganaderos españoles se exponen a perder su libertad para elegir con quién trabajan. Quién les suministra el pienso para alimentar a los animales. Quién revisa la calidad de los lácteos. Quién les facilita la medicación para las vacas. Incluso quién les vende el detergente para limpiar su granja. Todo ello es consecuencia del ‘modelo de integración’, un sistema que ha despertado el interés de empresas de la talla de Iparlat (interproveedor de Mercadona) o Danone, y que están empezando a explorar. ¿En qué consiste?
La integración se da cuando un operador compra leche a los productores y, al mismo tiempo, les vende pienso, medicamentos, productos de limpieza, auditoría, maquinaria o mantenimiento, ya sea a través de la propia sociedad o echando mano de terceras empresas vinculadas. En teoría, los ganaderos no están obligados a meterse en este sistema. En la práctica, casi todos participan porque saben que, de no hacerlo, recibirán un precio inferior por cada litro de leche.
O dicho de otra manera, las empresas ofrecen un incentivo económico de entre uno y tres céntimos por litro como contrapartida. Y no están los precios de la leche como para rechazar algo así. “Lo que te pagan de más, te lo quitan por otro lado, por más que te lo intenten maquillar con buenas palabras”, indica el ganadero salmantino y presidente de la Organización de Productores de Leche (OPL), José Alberto Martín. “Coartan tu libertad de escoger al más barato o al que te apetezca”, añade el ganadero gallego Andrés Señarís. Son de los pocos productores que se atreven a hablar con nombre y apellido.
La misma mano que da de comer a los ganaderos conoce sus cuentas a fondo y ajusta hasta el último céntimo
Las compañías tienen así la capacidad de fiscalizar las cuentas de los ganaderos. Conocen sus gastos, sus ingresos y ajustan hasta el último céntimo en el precio que pagan. “Aprietan pero no ahogan, esa es la clave (…) el ganadero pone las instalaciones, el riesgo y la mano de obra al servicio de una gran empresa. Alimenta, vacuna y medica como le dicen. No opina”, y abre así la puerta al control total del proceso productivo por parte de la misma mano que le da de comer, explica un veterinario con una dilatada experiencia en ganaderías españolas.
El fabricante Iparlat (uno de los interproveedores de Mercadona) ya está mandando cartas a los ganaderos para ‘invitarles’ a que compren en su fábrica de pienso Saioa, con especial presión en País Vasco y Navarra. “Se ha montado un follón increíble”, apuntan desde el sector. “La compra de pienso es voluntaria. El objetivo es intentar ofrecer el mejor precio”, matizan fuentes de la cooperativa Kaiku, accionista mayoritario de Iparlat. Sí admiten que los incentivos económicos “se están planteando en algún caso concreto, pero aún no se han aplicado”.
¿Qué rol juega Mercadona en todo esto? Aunque la integración se presenta como un debate interno de Iparlat, la mayoría de las fuentes consultadas señala a la cadena de supermercados como impulsora de la iniciativa. “Iparlat quiere seguir este camino para ganarse el favor de Mercadona”, sugieren desde los sindicatos agrarios. “Han trasladado las directrices de Juan Roig sin paliativos”, apostilla un ganadero afectado. Otras fuentes empresariales rechazan esa idea y aseguran que el distribuidor no se implica a ese nivel de detalle.
“La prioridad es garantizar la seguridad alimentaria y una calidad de 10 en todos nuestros productos”, responden fuentes de Mercadona tras ser contactadas por este periódico. La cadena de supermercados prefiere no entrar en el tema de la integración, al ser algo que incumbe a productores y fabricantes.
Este sistema está extendido en el mundo de las cooperativas. Los ganaderos propietarios están obligados a contratar los suministros de la propia cooperativa de la que son socios para cumplir así con los estatutos. “Es un universo totalmente distinto a las empresas privadas. No es comparable”, indican fuentes de la cooperativa gallega Feiraco (integrada en Clun), proveedora de DIA.
Otro ejemplo es Central Lechera Asturiana, propietaria tanto de la cooperativa Capsa Food como del fabricante de piensos Sociedad Asturiana de Servicios Agropecuarios (ASA). “Capsa tiene el compromiso de comprar la leche a los ganaderos al mejor precio pagado en España [en torno a 0,40 euros por litro, según fuentes del sector], participando además en el 82% de los beneficios que genera la compañía (…) en lo referido al consumo de piensos comercializados por ASA, no existe obligación de que los compren, aunque el 80% de nuestros ganaderos lo hace”, aclaran fuentes de la compañía. La ventaja es una prima sobre el precio pagado, añaden sin concretar la cuantía.
Danone mueve ficha
La novedad está en cómo la empresa privada ahora pretende copiar ese modelo de manera sutil. El sistema de integración surgió en todo el mundo en los años setenta, primero en el sector avícola y después en el porcino (donde estas prácticas están generalizadas). Calidad Pascual fue la primera empresa que invirtió en una fábrica de pienso en Aranda de Duero (años ochenta) y creó incluso una marca (Pasaranda) para abastecer a todos sus ganaderos proveedores. No obstante, el sistema fracasó porque no consiguió fidelizar a los productores, sino todo lo contrario. Finalmente, tuvo que vender su negocio de piensos.
Tres décadas después, las grandes corporaciones como Danone vuelven al ataque con iniciativas similares. La multinacional francesa ata al ganadero y ata el coste de su materia prima con alianzas como la de Nutreco, fabricante de piensos. Compra la alimentación de las vacas a esta empresa, se la ofrece a productores seleccionados —no todos, pues algunos de los que tienen mayor volumen de ventas han rechazado entrar en ese modelo— y paga el precio de la leche en función de las tarifas del pienso, explican fuentes conocedoras de la situación. ¿Qué dice la multinacional gala?
Danone España “no tiene ningún acuerdo con Nutreco que pueda afectar a sus ganaderos, por lo que no podemos realizar ningún comentario al respecto. La compañía trabaja a partir de un modelo colaborativo donde la base es la confianza (…) nos limitamos a ofrecer apoyo técnico mediante asesores propios y externos, que recomiendan buenas prácticas en temas de calidad, eficiencia productiva y bienestar animal. Cada ganadero decide si contar con estos servicios o con los proveedores que suministran materias primas, así como seguir las recomendaciones”, justifican fuentes de la multinacional.
“Necesitamos que las industrias lácteas valoren más nuestro trabajo. Se están pagando precios de hace 30 años mientras el coste de la vida no para de crecer. Nos tienen ahogados”, denuncia una pequeña ganadera del norte de España que, como tantos otros, no da su nombre por miedo a represalias. El suyo es un oficio en peligro de extinción: España ha pasado de tener 150.000 ganaderos a 15.000 en tres décadas, apenas una décima parte. El 99% de las vaquerías patrias es familiar, mientras el 1% restante se corresponde con macrogranjas que, a su vez, suman el 20% de las vacas de nuestro país.
Los sindicatos piden amparo a Agricultura
Las organizaciones agrarias son conscientes de la inquietud de muchos productores y ya han empezado a moverse. “Estamos planteando una ley de integración que deje claras las responsabilidades de todas las partes. En caso de catástrofe natural (ola de frío, ola de calor, inundaciones, incendios), fallos de refrigeración o alimentación o elevada mortalidad de las vacas, quien siempre pierde es el ganadero. Está sometido a una relación de imposición, inmerso en un sistema cercano al feudalismo y expuesto a constantes presiones”, denuncia el responsable de ganadería de UPA, Román Santalla. El sindicato ha trasladado estas reivindicaciones al Ministerio de Agricultura. Queda por ver si Luis Planas recogerá el guante.
El veterinario navarro Luis Mariñalarena lamenta que los consumidores estén tan alejados del producto y no sepan lo que hay detrás. Está seguro de que el sistema de integración va a ir a más en un sector que ya se enfrenta a serios problemas, como los bajos precios de la leche en origen o el desplome del consumo. La leche entera acumula una caída del 30% en menos de una década, por ejemplo.
“Los pequeños productores arriesgan su capital, la herencia de sus padres, las instalaciones, el mantenimiento, los animales, el abono y su esfuerzo diario para ponerlo a disposición de las industrias lácteas, que hacen lo que les da la gana y aprietan hasta el final. Con este sistema, ahora saben exactamente cuánto ganan sus proveedores y lo visten de ayuda al ganadero, cuando lo que les interesa es tener sus cuentas controladas al milímetro”, concluye el presidente de OPL.