Hace veinte años comencé a sentar las bases de lo que hoy es una pequeña empresa del sector, cuyos inicios reales fueron en el 2007; más que el dinero, me sedujo la magia con la que de la mano de Colanta los valles, mesetas y pequeñas colinas boscosas se transformaron en una belleza natural que impacta los sentidos y que al igual que los más hermosos paisajes de Colombia y del mundo hacen vibrar el espíritu en comunión con la naturaleza.
Ser lechero además de difícil es costoso; primero está el valor de la tierra y segundo el precioo del ganado y de toda la infraestructura necesaria para producir la leche, esta incluye sala de ordeño, casa para el trabajador, recintos para almacenar concentrados para los animales, abonos y medicamentos, tanque de frío, estercolera, silos, fumigadoras, etc. Luego de un tiempo de ordeño en los potreros, en el 2017 invertí en tecnificación cerca de trescientos millones de pesos de los cuales aún debo un gran porcentaje.
En total, mi empresa ganadera podría tener un valor comercial de más de tres mil millones de pesos que a comienzos de este año tuvo una rentabilidad sobre capital, antes de impuestos, de tan solo del 0,27 por ciento mensual; una rentabilidad bastante baja que en este momento es mucho menor porque los costos de producción han crecido ostensiblemente. En mi caso, por ejemplo, entre abril y julio – me faltan aún datos de agosto-, el costo por litro de leche pasó de $1.027 a $1.190, es decir, se incrementó en un 15.87%. (cifras calculadas por la asesora en costos que ofrece Colanta).
A modo de ejemplo, los dos principales insumos de la empresa, el concentrado y el abono, entre febrero y septiembre de este año tuvieron el siguiente comportamiento: el primero, Alprolac Peletizado, sin IVA y aplicando descuentos, pasó de $49.418.10 a $65.320.10 para un incremento del 32.18%; y el segundo, de $86.800 a $123.150 para un incremento del 41.88%; mientras el precio de la leche pasó de $.1.384.80 a $1.404.70, para un aumento del 1.44%.
Con esas cifras la situación es cada vez más grave: se perdió la capacidad de consumo y de ahorro, quienes tenían fincas en arriendo las han entregado o sus propietarios han tenido que rebajar los cánones, quienes tienen deudas no tienen con qué pagarlas y todo indica que el precio del ganado rebajará y la región se sumirá en una crisis económica no vivida por quienes habitan la zona en este siglo.
La causa de la crisis está en el precio del dólar y del petróleo y a la falta de producción agrícola en el país como efecto de la internacionalización de la economía; prácticamente todas las materias primas para los insumos se importan.
Al panorama desolador que se vislumbra en el norte antioqueño se le unen unas vías en muy mal estado a causa del invierno y la falta de mantenimiento.
El norte antioqueño está entrando a pasos agigantados en el proceso de parcelación que se vive en las demás regiones de Antioquia y el país. Se está trasladando la ciudad al campo, decían el pasado sábado en un diplomado que adelanto sobre emergencia climática, y con ello se agrava la crisis ambiental que nos acecha y la producción de alimentos se aleja cada vez más de los centros urbanos encareciendo los productos. Hacer frente a la crisis lechera de hoy es garantizar la alimentación de los colombianos a mediano plazo.
ANTES DEL FIN
La crisis lechera aún no afecta a los trabajadores del sector, los más bien pagos de Colombia en proporción con su nivel educativo.
¿Si transformaría la pandemia del coronavirus a la sociedad? ¿Y esa transformación será positiva o negativa?
Vuelve la política a ser el centro de discusión en la vida nacional, arrancan con fuerza las elecciones presidenciales, las del legislativo parecen no existir.