El ministro australiano de Agricultura, Murray Watt, justificó la postura del país, ante la televisión pública ABC, afirmando que “no es sólo una cuestión sensible para los productores europeos, también lo es para los australianos”.
“Tras la Segunda Guerra Mundial, Australia experimentó una enorme oleada de inmigración procedente de Europa“, explicó Watt.
“Nuestros productores traían los productos de sus países de origen y los fabricaban aquí”, explicó.
El ministro aseguró que si “Australia no puede conseguir un buen acuerdo, es mejor no cerrarlo”, pero añadió que las negociaciones con la UE, que llevan cinco años en marcha, continuarán.
Como parte de las negociaciones, la UE ha presentado a Australia una lista de más de 400 productos asociados a países miembros que quiere proteger, como el queso feta, el jamón de Parma o el brandy irlandés.
Bruselas quiere, por ejemplo, que el uso del término “roquefort” se reserve al queso de leche de oveja producido en torno al pueblo francés del mismo nombre y que sólo los productores de queso holandeses puedan reclamar la denominación “gouda”.
Canberra se ha negado a ceder en un acuerdo para reducir los aranceles aplicados en las fronteras de la UE y que afectan a las exportaciones agrícolas australianas.
Para la UE, el acuerdo permitiría reducir su dependencia de las importaciones de algunos países, principalmente Rusia.