La cotización de la leche en polvo viene en baja y se viene el pico de producción. Algunas usinas están aumentando entre 30 y 50 centavos el precio, pero a los tambos no les alcanza.

La semana cerró con malas noticias para una lechería argentina que ya viene con la soga al cuello en materia financiera.

El martes, en la subasta quincenal del Global Dairy Trade, la leche en polvo entera –principal producto de exportación de la Argentina– marcó su cuarta caída consecutiva: la tonelada se ubicó en 2.884 dólares por tonelada, dos por ciento por debajo del remate anterior.
Un día después, en el Mercado de Futuros de Nueva Zelanda se repitió la tendencia: el contrato para octubre bajó 1,5 por ciento hasta 2.860 dólares.

Se trata de un dato no menor para Argentina, teniendo en cuenta que octubre suele ser el mes en el que hay un pico de producción en los tambos. Es decir, que se combinaría la suba estacional de la oferta, con una demanda interna que ha crecido pero no alcanza para absorber todo el volumen y el mayor problema: precios internacionales poco atractivos para que los excedentes se los lleve la exportación.
Sobre este punto, vale recordar que hace cuatro meses que el precio pagado por las industrias a los tambos prácticamente no se mueve, apenas por encima de los 18 pesos.
El valor en tranquera por la leche entregada en julio subió apenas 20 por ciento en un año; es decir, por debajo de la inflación. Para el ordeñe de agosto, hay usinas que han anunciado a sus productores una suba de entre 30 y 50 centavos, que ayuda, pero no es suficiente para la necesidad de los tamberos que hicieron recientemente un fuerte reclamo para que les recompongan el precio.

En el sector un cálculo histórico es que necesitan 30 centavos de dólar por litro de leche para que la actividad sea sustentable: los 18,33 pesos de julio significaron 24 centavos de la moneda estadounidense. Es decir, que para llegar a un nivel atractivo, el precio debería acercarse a los 23 pesos.
El último cálculo de rentabilidad promedio de los tambos del Observatorio de la Cadena Láctea Argentina (Ocla) muestra que del 4,1 por ciento de renta que dejaba la actividad en febrero, se pasó a apenas uno por ciento en julio, la tasa más baja desde enero de 2019.
En otras palabras, con suerte los tambos solo logran cubrir los costos de producción y necesitarían sumar al menos dos pesos más por litro para alcanzar un precio de equilibrio, contemplando una rentabilidad del cinco por ciento sobre el costo del capital.

Para peor, tanto la soja como el maíz subieron con fuerza durante agosto, y eso complicó más el escenario ya que son los principales insumos para la alimentación de las vacas.
En el medio de todo esto, las industrias cerraron un acuerdo salarial con fuertes recomposiciones para los trabajadores lácteos, que las deja con menos posibilidades aún de aumentarles el valor a los tambos.
El problema, como se mencionó al principio, es que la ayuda que se esperaba desde el exterior está lejos de ocurrir: un precio de la leche en polvo en torno a 2.800 dólares dejan a la industria con una capacidad teórica de pago de apenas 18,20 pesos.

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