En la Vereda Quiba baja, de Ciudad Bolívar, en Bogotá, se encuentra la finca El chital, donde Flor Rodríguez lleva toda la vida trabajando la ganadería.
Allí se maneja el doble propósito, pero son animales que se demoran más para llevarlos a sacrificio pues hay que esperar entre cuatro o cinco años para poder sacar una res, indicó la ganadera en una nota de La Finca de Hoy.
Doña Flor madruga todos los días de domingo a domingo para iniciar con las labores de ordeño manual a las cinco y media de la mañana. Actualmente tiene cinco vacas en producción y la falta de agua es uno de los problemas que enfrenta para el desarrollo de su actividad en esta localidad de Bogotá.
“Lo del cambio climático nos tiene totalmente perjudicados porque en la noche caen las heladas y en el día calienta este fuerte sol y no nos deja pastos”, señaló.
En esos momentos en que no hay pastos, los animales están a potrero libres donde comen lo que se rebusquen porque los potreros de pastoreo están secos y la producción de las vacas está variando porque como tienen que caminar, por el verano, entonces a veces dan 22 botellas un día y otros días 25, la producción no es la misma que cuando está en pasto de corte porque ahí sí es estable.
La asociatividad
Casi todos los productores de la Vereda Quiba baja manejan la ganadería en varias fincas y para complementar la producción se establecieron huertas que además ayudan a suplementar al ganado al contar con residuos vegetales que quedan de las cosechas.
“Estamos enfocándonos ahora en la asociatividad; estamos haciendo la siembra de las huertas lo que es apto para el consumo (humano) las hojitas y lo que no, se les echa a los animales y se ayuda pues con la melaza y la sal. Concentrado no hemos implementado”, aseguró.
Les gustaría que tuvieran una asesoría para mejorar praderas y también para poder mejorar las razas para que así haya mayor producción de leche.
Pertenecer a la asociación productiva agropecuaria Ecoquiba le ha permitido a doña Flor garantizar la venta de su producción. Las 25 botellas de leche que genera diariamente las vende a otra productora de la asociación que se encarga de procesarla y transformarla en quesos y postres para comercializar en la misma vereda.
“Antes yo recibía la mitad de lo que hoy día estoy recibiendo por el pago de la leche, pues me siento más tranquila porque tengo un adicional más y si tengo un inconveniente yo le digo a ella o a doña Doris, me hace falta esto entonces ellas me echan la manito, entonces pues por eso es bueno asociarse porque si no puedo yo con mi carga ellas me ayudan de alguna manera y después se arreglan las dificultades”, señaló.
Antes de la asociatividad la botella de leche la comercializaban a $850 hoy en día reciben $1.300 por cada botella.
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