La seguridad alimentaria está en juego y no solo por la guerra de Rusia en Ucrania, que pone en juego una gran parte de las materias primas agrícolas como el trigo o el maíz. Las altas temperaturas y la sequía se han sumado a los temores por el conflicto bélico y amenazan con una crisis láctea debido a la presión que están ejerciendo sobre las vacas lecheras de todo el mundo, lo que está agotando su producción y amenaza el suministro global a largo plazo de todo tipo de productos lácteos, desde la leche hasta derivados como la mantequilla o los yogures.
Los expertos prevén que los volúmenes de productos lácteos se hundan en casi medio millón de toneladas métricas este año en el principal exportador de Australia, ya que los ganadores están abandonando la industria después de años de presión por las olas de calor, según informa Bloomberg. En India, los pequeños agricultores están invirtiendo en equipos de refrigeración que, como es lógico, elevan sus costes y repercutirán en los compradores.
El mejor ejemplo de esta crisis láctea en Europa se ha vivido en Francia, con los productores paralizando la elaboración de un tipo de queso de alta calidad cuando los campos secos dejaron a las vacas alimentadas sin ningún lugar para pastar ante la sequía. Además, algunas de las regiones productoras de leche más grandes del mundo están siendo menos benevolentes con este tipo de animales por el clima extremo como consecuencia del cambio climático.
Con este escenario de clima extremo, las vacas ya no producen tanta leche y las condiciones áridas de la tierra están agravando el problema al marchitarse la hierba, principal sustento de este tipo de animales cuando están al aire libre.
Según recoge Bloomberg, solo en Estados Unidos algunos científicos estiman que el cambio climático costará a la industria láctea alrededor de 2.200 millones de dólares al ño para un sector que, en muchas ocasiones, lucha por ser rentable tras el fuerte repunte de sus costes. De hecho, un estudio estima que los productores de lácteos y la industria cárnica perderán 39.940 millones de dólares por año debido al estrés que afrontan las vacas por el calor.
Este escenario choca con una creciente demanda de productos lácteos a nivel mundial, sobre todo en países en desarrollo, que dispara las compras y que se enfrenta a un descenso de la producción, puesto que las políticas de ayuda al medio ambiente están desanimando a los agricultores a expandir sus vaquerías. Lo que hace presagiar, en última instancia, precios mucho más altos y escasez de productos como quesos o yogures, entre otros.
“El cambio climático se suma a la volatilidad en los suministros de los productores lácteos, por lo que el efecto colateral será una mayor inseguridad alimentaria“, según señala Mary Ledman, estratega mundial de productos lácteos en Rabobank a Bloomberg.