La ganadería láctea cántabra en caída libre: analizamos las tres razones clave detrás de la desaparición de 400 explotaciones en solo seis años.
La industria láctea de Cantabria atraviesa un momento crítico, con la alarmante pérdida de 400 granjas lecheras en los últimos seis años. Esta drástica reducción, que representa un golpe significativo para la economía rural de la región, se debe a una combinación de factores estructurales y coyunturales que están llevando a la ganadería cántabra a una situación de “caída libre”. La desaparición de estos establecimientos lecheros no solo impacta en la producción de leche, sino también en el tejido social y cultural de la comunidad.
Una de las principales razones detrás de este declive es la baja rentabilidad sostenida. Los productores lecheros de Cantabria, al igual que en otras zonas de España, han enfrentado precios de la leche que no cubren los costos de producción, agravado por el aumento constante de insumos como la energía, los piensos y los medicamentos veterinarios. Esta brecha entre ingresos y gastos hace inviable la continuidad de muchas explotaciones familiares, forzando a los ganaderos a abandonar la actividad.
El relevo generacional es otra de las problemáticas cruciales. La falta de jóvenes dispuestos a tomar las riendas de las granjas lecheras es un factor determinante. Las duras condiciones de trabajo, la incertidumbre económica y la escasa rentabilidad desincentivan a las nuevas generaciones a quedarse en el campo, provocando el cierre de tambos por falta de continuidad familiar. Este fenómeno acelera el envejecimiento de la población rural y la pérdida de experiencia acumulada.
Finalmente, la burocracia excesiva y la complejidad de las normativas también actúan como una barrera significativa. Los productores deben lidiar con una creciente carga administrativa y regulaciones que, si bien buscan asegurar la calidad y la sostenibilidad, a menudo resultan difíciles de cumplir para pequeñas y medianas granjas con recursos limitados. Esto genera frustración y, en muchos casos, la decisión de no seguir adelante con la actividad.
La situación en Cantabria es un llamado de atención urgente para las autoridades y la industria láctea en su conjunto. Es fundamental implementar políticas de apoyo que aseguren la rentabilidad de los productores, faciliten el relevo generacional y simplifiquen los trámites administrativos. De lo contrario, la región corre el riesgo de perder gran parte de su patrimonio ganadero y su capacidad de producción lechera, con graves consecuencias para su desarrollo.
Fuente: Cope