Aseguran que el búfalo produce carne, leche y cuero de mejor calidad que la vaca y a un precio menor.
A pesar de que la vaca es indudablemente es la figura central del paisaje ganadero del campo argentino, una especie comienza a ganar terreno como alternativa para la producción cárnica del gigante sudamericano. Se trata del búfalo, un animal cuya carne aún es vista como un gusto extraño por los argentinos pero que no para de crecer con el respaldo del Gobierno de Alberto Fernández.
El más reciente impulso a esta industria llegó con un decreto firmado por Fernández el primer día de febrero de 2021 para reglamentar una ley aprobada en 2015 pero que no se estaba aplicando. La norma busca potenciar la industria bubalina a través de un Consejo Federal Bubalino, un órgano con representantes del Gobierno, las autoridades provinciales y los productores y que tendrá como objetivo implementar políticas de fomento al sector.
Más allá de las medidas concretas que puedan adoptarse, los productores de búfalos argentinos celebran el nacimiento de una institucionalidad propia que los coloca de otra manera frente al Gobierno y los consumidores.
El incentivo parece, además, llegar en un momento justo. Según consigna el diario argentino La Nación, actualmente hay en Argentina unas 200.000 cabezas de búfalo, 169.000 de las cuales se encuentran en el noreste del país. Este número tiene perspectivas serias de crecer, aventuran los productores.
“El búfalo está creciendo entre un 9% y un 10% anual. Al ritmo que venimos, en el 2030 estaremos en 300.000 cabezas. Creemos que es un proceso que debería acelerarse”, comentó al diario argentino el productor de búfalos Marco Zava.
¿Cómo llegó el búfalo a Argentina?
Por supuesto, el búfalo no es una especie autóctona de Argentina. Ni siquiera lo de Sudamérica, donde la industria bubalina también busca tomar impulso.
El origen de la especie que crece en Argentina es Asia, aunque para llegar a tierras sudamericanas pasó tuvo que pasar por una verdadera travesía. Según un repaso histórico consignado por la Asociación Argentina de Criadores de Búfalo (AACB), la especie pasó de Asia a África, luego a Europa y posteriormente a Oceanía, para recién llegar al continente americano.
Los primeros rebaños de búfalos llegaron a América a finales del siglo XIX en cargamentos que arribaron al Caribe y al norte de Brasil. Las importaciones llegaron tanto desde el sudoeste asiático como de Australia, Bulgaria, Egipto, India, Italia y Rumania.
En la actualidad, las poblaciones más importantes de búfalos en la región están en Brasil, que concentra la gran mayoría de los ejemplares presentes en Sudamérica, con más de 3,5 millones de cabezas. También hay poblaciones importantes en Venezuela y Colombia.
Carne, leche y cuero de búfalo
Los defensores de la producción de búfalo destacan que la explotación de este animal puede proveer a los consumidores de carne y leche de mejor calidad que los productos tradicionales derivados de la vaca.
Según la AACB, la carne de búfalo tiene 40% menos colesterol y 55% menos calorías que la carne vacuna, al tiempo que incorpora 11% de proteínas y 10% más minerales. Incluso, aseguran que los cortes de carne de búfalo se caracterizan por tener un 100% menos de grasa intramuscular.
Los menores porcentajes de colesterol y calorías se replican en la leche de búfalo en comparación con la vacuna. Este producto llega a tener, según ellos, un 17% más de minerales.
Sus impulsores también señalan ventajas en la producción de cueros. Los productores dicen que el cuero de búfalo es más grueso y pesado y puede ser utilizado para suelas, cinturones, monturas, bandas, cinchas de cuerpo, tapizados y valijas pesadas.
Menor costo y mayor productividad, las claves del búfalo
Más allá de las propiedades que pueden tener los productos derivados del animal, el mayor atractivo del búfalo está en los bajos costos de producción que tiene asociados, algo que lo vuelve más atractivo con respecto a las vacas.
“Los búfalos no son exigentes en su alimentación por lo que su sostenimiento tiene bajos costos, ya que se adaptan a cualquier forraje”, destaca el sitio web de la AACB.
Zava, el productor consultado por La Nación, complementó esta idea destacando la “eficiencia productiva” del búfalo, dada por su “mejor fisiología nutricional”. Gracias a esto, el búfalo “se come todos los juncos y los pastizales, metiéndose en lugares donde la vaca no”.
Es por esto que los productores destacan a la cría de búfalos como una solución para pequeños productores y empresas familiares con pocas hectáreas. En terrenos más pequeños, el búfalo puede igualar la productividad de la vaca, algo que para los productores será vital en el futuro, cuando las nuevas generaciones de pequeños productores ganaderos tengan, seguramente, menos espacio para producir que en la actualidad.
¿Los argentinos comen carne de búfalo?
A pesar del entusiasmo de los productores y el apoyo del Gobierno, el consumo de carne de búfalo sigue siendo marginal en la dieta de los argentinos.
Cifras del sector ganadero indican que, en promedio, cada argentino no come más de 70 gramos de carne de búfalo al año, una cantidad similar a una hamburguesa. Gran parte de este consumo se da en restaurantes premium, aunque también existen algunas carnicerías que comercializan esta variedad de carne.
Para los productores, el factor principal del escaso consumo de carne de búfalo no es otro que “el miedo al cambio”, según apuntó Zava. “Poco parece importarle a la gente que la carne de búfalo sea 40% más magra que la vacuna”, sintetizó, señalando que la resistencia es mayor en los sectores de poder adquisitivo menor.