Si bien Grido se fundó en el año 2000, la experiencia familiar venía de hace más de 80 años y tres generaciones en el mercado. El sueño fue siempre el mismo: que todas las personas puedan acceder a un alimento delicioso, divertido y nutritivo. Hoy, es la principal cadena de heladerías de todo Latinoamérica.
En el año 2.000, las estadísticas demostraban que el consumo anual de helados en Argentina no alcanzaba los 3,5 kg por habitante debido a los precios elevados, la ubicación de las heladerías en zonas céntricas (abiertas sólo en verano) y la escasa variedad de productos. Con el tiempo, Grido pudo modificar esta tendencia logrando tener más de 1.700 franquicias, hacer alianzas comerciales con Mondelez y Pepsico para desarrollar nuevos productos, y lanzar la línea de productos congelados Frizzio.
Con respecto al cuidado del medio ambiente, han reemplazado el packaging por polipapel para reducir al 70% el consumo de plástico; y en cuanto a la RSE, proveen a familias de bajos recursos una línea de helados más económicos con el objetivo de generar desarrollo social. En diálogo exclusivo con Agroempresario.com, Celeste Santiago, directora de Comunicaciones, nos comentó sobre las estrategias de la marca.
– ¿Cuál fue la estrategia de marketing para llegar a todos lados?
La primera heladería de Don Lucas Santiago estaba ubicada en un barrio de Córdoba frente a una plaza. Su mirada fue poner al cliente en primer lugar siempre, pensar en que puedan estacionar cómodos y seguros, que los chicos tengan un espacio para jugar, que la atención sea cordial y eficiente, que el precio se accesible para que la gente lo pueda consumir regularmente; en definitiva, que cada persona que ingresara viviera un momento feliz. Esa es una de las claves del éxito de Grido.
¿La otra? Cuando se unen sus hijos, suman la fuerza para transformar esa impronta en franquicias. Nunca, hasta el momento, había existido una heladería que incursionara en ese sistema con esa participación. La combinación de ambos factores dieron por resultado la red de franquicias más grande de Latinoamérica y una de las más importantes del mundo.
– ¿Cómo es su modelo de negocio?
Grido es la empresa franquiciante y cada emprendedor es dueño de su propia franquicia.
Nosotros abastecemos todo el helado y producto congelado que se comercializa en las franquicias. Y además proveemos los insumos, desde las cucharitas hasta el mobiliario de cada uno de nuestros locales. Además, brindamos a los franquiciados distintas herramientas de desarrollo para que puedan seguir creciendo e incrementando sus ventas. A través de los franquiciados, impulsamos nuestro propósito de acercar momentos felices.
Facilitamos la innovaciónón (Innovamos), lanzamos constantemente nuevos productos, estrategias comerciales y capacitación para que siempre haya un motivo para visitarnos. Así, mantenemos la marca alineada en cada punto de venta.
– ¿El agregar valor a la producción marca la diferencia?
Por supuesto. Nosotros trabajamos para elaborar el mejor helado del mundo. Seleccionamos las mejores materias primas. La leche proviene de tambos especializados que nos entregan diariamente alrededor de 200 mil litros de leche fluida que es la base para la elaboración de nuestros helados. A eso se le conjugan frutas frescas como bananas, frutillas, frutos secos como nueces, almendras, maní. Elaboramos nuestro propio chocolate para el sembrado de los sabores y los baños de los bombones. Además, también tenemos nuestro propio dulce de leche heladero para los sabores y los rellenos. E incluir marcas reconocidas para asociarnos en co-branding hace que nuestros productos sean más tentadores para los clientes.
– ¿Cómo es el proceso productivo desde la elaboración hasta la distribución?
Trabajamos con tambos de la cuenca lechera cordobesa que nos entregan la leche diariamente. Una vez en la planta, es controlada por el área de Calidad para que el producto esté en condiciones. Allí se descarga, se almacena en tanques y pasa al concentrador de leche, en donde se le retira el exceso de agua y queda lista para pasar al proceso de homogenización y pasteurización donde se somete a diferentes temperaturas para eliminar los microorganismos externos. Así, ya está lista para la preparación de las bases en donde se le incorporan las frutas, frutos, e ingredientes que darán origen a los sabores. Esta mezcla es sometida a un proceso de batido lento, llamado maduración, para optimizar la mezcla. Luego pasa a las diferentes líneas: palitos, granel, potes de uno y tres litros, bombones. Cuando toman ya su forma, se almacenan en el túnel de frío a -40°C durante 30 minutos. Se empaquetan individualmente en caso de los bombones, se guardan en cajas y luego pasan nuevamente a la cámara de frío (la más grande de Sudamérica) a -25°C donde se almacenan hasta su distribución a las franquicias. El proceso de distribución se realiza en camiones refrigerados que llevan los pedidos a cada una de las más de 1.700 franquicias distribuidas en Argentina, Chile, Uruguay y Paraguay.
– Hoy, además de helado, tienen una línea de alimentos congelados, ¿qué aceptación tuvo esa combinación?
Frizzio nació a finales del 2014, con las pizzas de mozzarella. En sólo un año logramos superar las ventas totales dentro de ese rubro. Hoy Frizzio es una familia que ha crecido exponencialmente gracias a la aceptación por parte de nuestros clientes y ya cuenta con 15 productos: bastoncitos, pechuguitas de pollo, empanadas y pastas. Apostamos al desarrollo del consumo de los alimentos congelados en toda la región, tal como lo hicimos con los helados. Además, tenemos previsto para esta temporada sumar algunos más.
– ¿Tienen pensado seguir expandiéndose en Latinoamérica?
Esta temporada tenemos previsto desembarcar en Perú y además llegar con nuestra marca Grido a Bolivia. A este último destino ya arribamos la temporada pasada pero con productos que realizamos a fasón para la marca Delizzia.
– Están en un proyecto de RSE para hacer heladerías con productos más económicos en zonas de bajo recursos, ¿en qué consiste?
Si, hace dos años, mi padre Lucas tuvo esta idea de llevar nuestro producto con la marca Vía Bana a sectores con menos recursos, donde no llegan este tipo de propuestas.
Hoy, este proyecto se llama Heladerías Sociales, el cual es básicamente abrir una heladería en una casa de familia y vender nuestros productos a precios accesibles. De esta manera se genera trabajo genuino a familias de bajos recursos. Con este formato, ya llegamos a tener abiertas heladerías en distintos puntos del país.
– ¿Qué diría hoy el Gran Lucas Santiago al ver lo que sus nietos han logrado en la industria de los helados?
Mi abuelo Lucas Santiago ingresó a trabajar en lo que hoy se conoce como Chocolates Águila en el año 1920 aproximadamente y se mantuvo allí por 38 años. Tuvo su incursión en el mundo del helado con la marca Laponia, que era referente a nivel calidad. Él representó a esa marca durante muchos años en la región. Por entonces, mi padre (también de nombre Lucas) comenzó a generar un pensamiento que años más tarde fue fundamental para el éxito de la empresa: ¿Cómo hacer para que un helado de esa calidad se produzca de tal manera que se pueda comercializar a un precio más accesible para que llegue a la mayor cantidad de gente, la mayor cantidad de veces? Luego, a su turno comenzó con su primera heladería propia donde definitivamente pudo lograr incorporar esa estrategia.