China es una importadora neta de alimentos, con una balanza alimentaria negativa de U$S 133.000 millones en 2019; y esto se debe a que la República Popular es la mayor compradora de productos agroalimentarios del mundo, por encima de la Unión Europea (UE) y EE.UU.
Hace 10 años, la masa de los productos agrícolas que China adquiría en el exterior eran commodities indiferenciados, pero a partir de 2019 más de 50% de sus compras externas fueron agroalimentos de alto valor agregado, incluso productos de marca, sobre todo de EE.UU. y Europa.
Cada vez más la competencia que existe en el sistema global por exportar a la República Popular se realiza en este segmento de productos de alto valor agregado, mientras pierden relevancia los meros commodities agrícolas, en especial los productos de soja, cuya venta se concentra en forma abrumadora en Brasil y EE.UU.
Este fenómeno responde al siguiente dato estratégico fundamental: el aumento sistemático del ingreso per cápita de la población china, que ascendió a U$S 12.500 anuales en 2021, lo que significa que la República Popular se ha incorporado al segmento de los países de “ingresos elevados”, y ha dejado atrás el status de “ingresos medianos”, que es donde permanecen sumergidos la inmensa mayoría de los países emergentes, atrapados en la combinación de estancamiento económico y alto nivel inflacionario.
A esto hay que sumarle el auge extraordinario de la urbanización, que ya abarca a 65% de la población de 1.440 millones de habitantes, y que treparía a este ritmo 10 puntos más en 2030.
Por eso la dieta promedio se modifica rápidamente, e incluye cada vez más carnes, lácteos, y productos procesados mientras que declina correlativamente el consumo de granos.
Así, entre 2000 y 2019, el consumo per cápita de carne aviar aumentó 32%, en tanto que las compras de aceite de soja se cuadruplicaron; y la ingesta de lácteos más que se triplicó, y lo mismo sucede ahora con el consumo de productos de marca de las primeras firmas agroalimentarias del mundo.
A partir de 2012, las importaciones de commodities dejaron de crecer, mientras que las compras de algodón se derrumbaron verticalmente desde un pico máximo de U$S 11.900 millones ese año.
Esto coincidió con el hecho de que la industria textil trabajo intensiva, por el aumento de sus costos laborales, comenzó a abandonar el mercado interno y a dirigirse a países con salarios laborales más reducidos, entre ellos Vietnam, Camboya, Sri Lanka que son la 1/3 parte de los de la República Popular.
Al mismo tiempo, comenzaron a aumentar el stock de reservas de trigo, al punto que hoy son más de 60% del total mundial en 2016, en una tendencia que se ha acentuado desde entonces.
China se ha convertido también en la primera importadora mundial de carne de cerdo, con compras por más de U$S 6.400 millones en 2019, sobre todo de la Unión Europea (UE) y EE.UU (63% Y 16% de ese total respectivamente).
Brasil, por su parte, se ha convertido en el 3er. exportador mundial de estos productos, y responde por 9% del total de las compras chinas.
China, por último, se ha transformado en la primera importadora de carne vacuna del sistema global, con compras por más de U$S 8.500 millones, lo que implica un crecimiento de más del 48% anual. Los 3 primeros proveedores de carne vacuna a China son Brasil, Australia, y la Argentina, con 25% /21%/ y 21%/, respectivamente.
La Argentina destina más de 75% de sus exportaciones de carne vacuna al mercado chino, con la particularidad de que este extraordinario logro ha surgido en los últimos 5/7 años.
En el año 2019, claramente un punto de inflexión, China compró en el mundo productos lácteos por más de U$S 12.000 millones.
Los productos lácteos eran ajenos a la dieta china antes del 2.000, y ahora consume 25 kgs per cápita de productos lácteos por año.
Lo que esto significa es que la República Popular tiende a alcanzar el máximo nivel de consumos de lácteos del mundo, que es el de la Unión Europea (UE), y que alcanza a 300 kgs por año y por cabeza. Es razonable pensar que el nivel europeo será alcanzado por China en 10/15 años.
China, indudablemente, es el eje del mercado mundial de agroalimentos y lo será cada vez más en los próximos 20/30 años.