Rafael Prieto, director general, incide en las garantías sanitarias de productos y materia.
Antonio Hernández

Rafael Prieto, director general de CLUN, lo tiene claro: a las vacas no se las puede apurar, y pese a que Galicia “es el gran productor de leche, y no va a faltar”, también reconoce que ha habido picos “porque la gente se lanzó a las tiendas”, pese a lo cual están “sirviendo sin problema”. Asimismo, recuerda que el contagio a través de alimentos no es posible, y que sus productos lácteos tienen todas las garantías.
Prieto admite que en las cooperativas que dirige ya tomaron el toro por los cuernos la pasada semana, “mandando gente a teletrabajar e implementendo medidas de control tanto en la fábricas de pienso como de leche”. Además, están separando los turnos para que no exista contacto entre el de la mañana y el de la tarde, “de forma que si hubiera un contagio, no quedase afectado todo el mundo, y estamos haciendo limpieza intermedias y desinfecciones entre cada turno, reduciendo al mínimo el contacto entre las personas”, y revisando de igual forma las rutas de reparto para que siempre haya alguien que la conozca por si falla el recogedor a cargo.
También han suspendido todas las visitas no indispensables a granjas, así como la movilidad entre centros, sin olvidar que las dos reuniones al día del comité de dirección “son siempre por videoconferencia; la verdad es que los que estamos en el mismo edificio apenas nos vemos”, elevando “a unas diez” las personas que ayer trabajaban en oficinas en la sede amiense de A Pontenova. La materia prima que dispensan es, en su caso, especialmente segura, “porque se envasa en un brick aséptico y se le da un tratamiento térmico que lo mata todo… creo que no es bueno ni despertar ese miedo en nadie”, apostillaba.
De cualquier forma, tiene los pies en el suelo, y admite que “seguimos bien, sin mayor problema, pero llegará el momento en que tengamos algún contagiado dentro”, de ahí las medidas para ir sectorizando por áreas, de forma “que haya siempre un equipo de reserva”, explicaba ayer.
En cuanto al volumen de producción, lo único que lamenta es que “no lo hayamos incrementado antes, porque la demanda subió mucho, y los primeros días hubo un poco de psicosis… la gente se lanzó a por papel higiénico, algo que no entiendo muy bien, y también a por la leche”. Al hilo, apunta que “tuvimos pedidos más fuertes que de lo habitual, pero lo fuimos capeando, aplazando exportaciones y echando mano de género que se vende a granel para otro tipo de procesos, pues se habló con los clientes”, de manera que se dio prioridad a su buque insignia: el envasado de leche y fabricación de yogures.
Y un último aspecto: en la porra familiar que mantiene sobre el fin de la crisis del coronavirus, apuesta “por finales de abril” para su conclusión.

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