ESPMEXENGBRAIND

17 Sep 2025
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17 Sep 2025
La Justicia dio a SanCor apenas diez días para presentar un plan de crisis y evitar la liquidación. El presente confirma lo que comenzó a delinearse en 2017, cuando la cooperativa entregó su negocio más rentable.
Comienzan a aparecer los clavos del ataúd

La Justicia aprieta el acelerador

El Juzgado Civil y Comercial de Rafaela, que tramita el concurso de acreedores desde febrero, intimó a SanCor a presentar en un plazo de diez días un plan de crisis realista. La exigencia no deja margen: la cooperativa debe mostrar acuerdos con inversores, mecanismos de financiamiento, reordenamiento de pasivos y una estrategia comercial clara.

Para la Justicia no se trata de un trámite más, sino de una instancia decisiva para definir si la histórica láctea puede sostenerse en pie. La advertencia llega en un contexto en el que SanCor apenas logra sostener su operatoria, acumula deudas y arrastra conflictos que se repiten desde hace años. Entre promesas incumplidas y rescates frustrados, la cuenta regresiva ya está en marcha.

El antecedente que delineó este presente

No somos profetas, aunque nuestra nota del año 2017 delineó este presente. En aquel momento escribimos: SanCor no es más SanCor. La cooperativa había entregado su negocio de mayor margen, la unidad de yogures y postres, a Vicentin.

Lo que se presentó como una salida estratégica resultó ser, en realidad, una operación en la que Vicentin actuaba como fronting de fondos de inversión. Con esa cesión, SanCor se desprendió de su segmento más rentable y de gran valor simbólico.

Una sombra debilitada

Desde entonces, la cooperativa quedó sin su corazón comercial. Perdió rentabilidad, perdió posicionamiento y comenzó un proceso de deterioro que nunca pudo revertir. La consecuencia es visible hoy: una empresa que sobrevive en la fragilidad y depende de un salvataje judicial para no desaparecer.

Un futuro incierto

El plazo de diez días marcado por la Justicia es la hora decisiva de SanCor. Entre deudas impagables, promesas incumplidas y la pérdida de activos estratégicos, la histórica láctea enfrenta un presente que parecía lejano, pero que se delineó hace casi una década.

Lo que queda por delante es una incógnita, pero el epitafio parece cada vez más escrito.

 

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