De la mano del experto Jacky Press, gerente global de Marketing para la división Lechería de Allflex, repasamos los elementos que explican la proeza israelí en la industria láctea. ¿Se los puede imitar?

Jacky Press “recibe” a MOTIVAR al estilo que se realizan los encuentros en tiempos de COVID19: a la distancia, vía Zoom. Él, desde Netanya, entre Tel Aviv y Haifa, en Israel y quien escribe para este periódico, desde Belgrano, en Buenos Aires.

Press agradece la invitación para repasar la producción lechera en Israel, país en el que reside desde hace más de tres décadas.

Nacido en Colombia, pero criado en un Kibbutz (tradicionales comunas agrícolas israelíes), nuestro entrevistado ocupa la gerencia global de Marketing para la división Lechería de Allflex y es especialista en el manejo individual de las vacas lecheras.

En un mano a mano con MOTIVAR repasa la actualidad de la producción láctea en este territorio que tiene más de un 60% de su superficie cubierta por tierras desérticas.
“La industria lechera israelí es admirable y un verdadero milagro. Estamos en un país que no solo es pequeño y árido, sino que no hay agua”, admite Press, licenciado en ingeniería agrícola por el Rupin Institute.

“La seguridad alimentaria ha sido central desde siempre debido a que no podemos depender del comercio exterior”, señala el ejecutivo que conoce de primera mano lo que también ocurre en la Argentina, donde la firma global es representada por Villanueva, con sede en Villa María, Córdoba.

La base del modelo productivo

En Israel hay dos tipos de explotaciones de producción lechera: los Kibbutz y los tambos familiares más pequeños. Los primeros son comunidades agrícolas que tienen entre 300 y 500 vacas en ordeño y explican el 60% de la oferta de leche; mientras que el sector familiar tiene en promedio entre 50 y 100 vacas por familia propietaria.

“Todos tienen su cuota anual asignada y eso previene que haya sobreoferta de leche; también evita la escasez”, reafirma el hombre de Allflex en diálogo con MOTIVAR y agrega: “no existe el pastoreo sino que todos los tambos están estabulados”.

Con solo 120.000 vacas en ordeño, Press asegura que son muy productivas. “El promedio de litros por vaca ronda los 12.300 en los 305 días de producción anual”, afirma.
Y agrega: “hay granjas con vacas que elevan esa cifra a 15.000 litros anuales. Y todo esto se debe a múltiples factores que explican el desempeño de la lechería en Israel”.

Ahondando en esas variables, Press explica que, la eficacia en la producción lechera se desprende de algunos conceptos desarrollados en Israel y otros que fueron imitados de otros países. “Uno de los más relevantes es el manejo individual, es decir, cada vaca es una unidad de producción y la monitoreamos constantemente desde cuánto produce, la calidad, porcentaje de grasa, proteína, células somáticas, detectamos los celos y su sanidad. Todo gira en torno al manejo individual, a diferencia de los sistemas extensivos que se pueden observar en países como los Estados Unidos”, señala Press que para ponerlo en perspectiva recuerda que en el gigante americano son más de 8 millones las vacas lecheras.

Pero hay otro punto a tener en cuenta a la hora de entender la dinámica israelí.

“El ganadero no puede producir toda la leche que quiere y puede, sino que hay cuotas asignadas reguladas por el Gobierno que a su vez establece el precio de la leche”, acota Press. “Si tengo una cuota de un millón de litros anuales me multan si superó ese techo, pero de no producir eficientemente no llegó a cubrir ese monto y también terminó perjudicado. El objetivo es lograr la mayor productividad y por eso se pone el foco en cada vaca para excluir rápidamente las improductivas y buscar optimizar la producción individual”, resume el experto global.

El manejo individual es un concepto que nació en Israel y consiste en dotar a cada vaca de un equipo de monitoreo 24/7 para hacerse de toda la información referida no solo a la producción sino incluso al bienestar de los animales.

“Solo en el caso de Allflex, tenemos 6 millones de collares alrededor de todo el mundo y en la Argentina, hay decenas de miles, porque si bien en Israel se trata de un política de Estado, el manejo individual es replicable en cada establecimiento alrededor del mundo”, alienta Press.

Los aliados del productor

Si bien la producción en Israel ronda los 1.500 millones de litros al año, un 15% de lo que se produce en Argentina, la oferta explica más del 80% del consumo interno.
“Los productos importados son principalmente quesos duros, pero nunca supera el 20% de la demanda interna”, advierte Press. Y amplía: “Sin embargo, el mayor desafío que enfrenta el sector es una posible importación de productos lácteos por parte del Gobierno en busca de reducir los precios al consumidor. Eso generará una disrupción en el mercado. Se teme que el perjuicio pueda ser absorbido por los productores con una baja en el precio del litro en el campo, poniendo en riesgo el balance de cuotas y precios que rige desde hace décadas”.

Una baja en el precio puede traer múltiples consecuencias.

Para Press, “esto puede llevar al cierre a muchos pequeños productores, fomentando la concentración y hasta condicionando las inversiones para sostener los volúmenes de producción y el cuidado del medio ambiente, por citar solo algunos ejemplos. A su vez, puede generar fluctuaciones en la oferta que promuevan escasez o sobreoferta, según el momento”.

Hoy, los productores no están solos y hacen del acceso a los datos un culto.

“La sociedad nacional de ganaderos y una compañía genética (inseminación artificial) ofrecen servicios de forma transversal a los productores sin importar su tamaño”, asegura Press. Y agrega: “el 80% de las vacas del país tienen pedigree y se puede saber generacionalmente a qué rama pertenece. Esto facilita el mejoramiento continuo de la genética a partir del acceso a la información”.

Una vez al mes se mide la productividad de la leche de cada vaca y así se puede saber cuál es la calidad y no solo el volumen.

Para el hombre de Allflex, la información es transparente para todos y si bien es algo difícil de replicar a gran escala en la Argentina, es un ejercicio que pueden establecer los establecimientos individualmente.

En el caso de la sanidad, el soporte que reciben los ganaderos en Israel incluye el asesoramiento del veterinario, a través de una rutina de hasta 3 visitas por semana y ofrecen servicios adicionales de laboratorio y análisis de datos.

“Además, una vez al año se hace una bajada completa del manejo de datos, a partir de una perspectiva nacional… Es decir, una especie de consultoría que incluye todo el tema sanitario y es cubierto a través de una mensualidad que no es muy representativa en los costos de producción, porque más del 60% se destina a la nutrición”, comparte.

Todo tiene precio

“Si bien la nutrición es el principal factor para explicar la eficiencia productiva de las vacas, no es el único”, advierte Press.

La genética es otro tema muy importante. “La raza Holstein israelí que se desarrolló hace décadas en el país permite producir en gran escala a pesar del clima caluroso. Luego, el manejo individual pasa a ser clave y esto contempla también la sanidad, el confort y bienestar de la vaca, ofreciéndole todo lo necesario para atravesar los períodos de mayor temperatura, a partir de ventiladores con aspersores que casi todos los productores utilizan diariamente”, repasa.

Una variable que no puede quedar fuera del análisis de este modelo productivo y que resuena constantemente entre los productores lecheros de todo el mundo es el precio por litro de leche.

“En este caso, es el Gobierno quien lo fija y, en teoría, permite cubrir los costos y una ganancia pequeña al productor, pero al igual que en todo el mundo existen reclamos por los bajos precios debido a que la nutrición es parcialmente importada y es muy costosa”, señala Press sin apostar un monto.

El precio que se paga al productor en Israel, según datos oficiales, es 1,96 shekels, es decir, unos 60 centavos de dólar o algo así como $62 al tipo de cambio oficial argentino. Si bien parece un monto exorbitante que duplica lo que cobra el productor en la Argentina, Press advierte que ese valor es cercano a los costos que cuesta producir cada litro en Israel, resaltando una vez más todos los contratiempos con los cuales convive la producción lechera en ese país.

El manejo individual se logra gracias a la tecnología a partir de sensores y el manejo de datos como se señaló previamente.

“El manejo individual, a través de collares, es replicable en cada establecimiento alrededor del mundo”. Jacky Press, gerente global de Marketing para la división Lechería de Allflex.

“En Allflex podemos medir los minutos de rumia, de ingesta, el estrés calórico, entre otros, y eso se traduce en un reporte y permite por ejemplo hacer una inseminación precisa”, señala el experto.

A su vez, el especialista explica en qué consiste el manejo por excepción: “el sistema detecta antes de que baje la producción ciertas situaciones que le permiten al ganadero, por ejemplo, sobre un rodeo de 100 vacas, revisar solo las tres que los indicadores le señalan. Las otras 97 se dejan tranquilas, siguen produciendo, y el productor pone la energía sobre las tres que el sistema resalta. La tecnología nos alerta sobre temas que debemos controlar rápida y eficientemente”.

Finalmente, Jacky Press cierra su diálogo con MOTIVAR, destacando que el exitoso modelo israelí de producción de leche es exportable y replicable en cada establecimiento que se lo proponga.

Las mamushkas de la inteligencia artificial

La farmacéutica MSD Salud Animal despidió el alo 2018 con la adquisición del gigante de soluciones de monitoreo sanitario de animales Antelliq por unos 2.100 millones de euros.

Con esa operación, sumó marcas como Allflex Livestock Intelligence, Sure Petcare y Biomark. Y es así, como casi en un juego de mamushkas, SenseHub, una de las marcas de Allflex, bajo el paraguas de Antelliq y en manos de MSD tiene presencia en la Argentina, a través de la distribuidora Villanueva.

En 2019, se lanzó está innovadora solución en el mercado argentino. Jacky Press, responsable global del Marketing de este producto de Allflex, recuerda que el sensor convierte algoritmos de movimientos de la cabeza y el cuello de la vaca en comportamiento animal como minutos de rumia, de ingesta, actividad y jadeo. “Así, el sistema nos da información en tiempo real para la toma de decisiones del tambero que le permiten hacer más eficiente el establecimiento”, explicó.

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