-¿Así que más o menos tenías el futuro predestinado?– le preguntamos.
-Exactamente. La inclinación básica de los técnicos o profesionales que estudiamos allí es también la lechería.
Damián trabaja desde hace un tiempo como gerente regional para De Laval, que es una empresa de origen sueco que lidera a escala global en el suministro de tecnologías y equipamientos para la actividad lechera. La enciclopedia dirá que la fundó un científico llamado Carl Gustav Patrick de Laval, que comenzó inventando una centrifugadora capaz de separar fácilmente la leche de la manteca. La famosa desnatadora. Hoy la firma hace punta en la introducción de robótica en los tambos y tiene presencia en más de 100 países. La otra compañía internacional que difunde esta tecnología es la holandesa Lely.
-Cuando te propusieron trabajar en De Laval vos seguramente debe haber pensado: estos son los robots que vienen a reemplazar la mano de obra en el tambo. ¿Tuviste alguna contradicción?
-En el mundo ya hacía muchos años que estaba de Laval instalando estos robots. Cuando se presentó al país el primer interrogante fue qué hacer con la gente. Después, con el tiempo y viendo técnicamente cómo es el funcionamiento, se llegó a la conclusión que a la gente no la deja sin trabajo. La verdad es que el robot te permite destinar la gente a hacer otros trabajos. Les sacás el trabajo más pesado o más meticuloso, que es en el tema del ordeñe.
-Esa es la postal del viejo tambero sentado en el banquito a la madrugada…
-Exactamente. Lo que permite el robot es poder lograr índices productivos en animales que tienen un potencial genético mayor.
-¿Por qué es mejor el robot que el humano? ¿Cuál es el rasgo que lo hace más eficiente?
-Es mucho más eficiente básicamente porque le saca el máximo potencial genético a la vaca, que puede ser ordeñada mayor cantidad de veces por día. Normalmente, en un campo convencional se llega a ordeñar tres veces por día como máximo. La gente no puede ordeñar más de tres veces por día. ¿Y con el robot? Hay vacas potenciales o vacas de alta producción que pueden llegar a ser ordenadas hasta cinco veces por día.
-¿Y es la vaca la que decide cuándo necesita ser ordeñada?
-Exacto. Y hay varias cuestiones. Una es una cuestión fisiológica del animal, que siente estar a punto de ser ordeñado. Pero principalmente la vaca se acerca al robot y tiene permiso de ordeñe porque el mismo robot le da de comer, le brinda una parte de la alimentación.
-Es como un placebo. Vení que la vas a pasar bien…
-En el sector donde espera la vaca, el pre ordeñe antes de ingresar al robot, además tiene agua, tiene ventilación, y en el box del robot además le dan de comer.
-¿Cuánto más eficiente puede ser la tarea medida en productividades?
-Hay muchos porcentajes, Básicamente tiene mucho que ver el potencial genético que tiene cada establecimiento. Puede ser un rodeo genéticamente alto y eso le va a dar los máximos niveles de producción que tiene ese rodeo. Lo que empieza a jugar mucho es el tema de la genética. No hay un estándar de aumento de producción, pero si tiene tiene un porcentaje mayor, justamente por el bienestar, por la cantidad de horas, la cantidad de ordeñe por día, etcétera
-¿Entonces lo que hace el robot es sacar la máxima expresión, su máximo potencial?
-Por eso te decía lo de la cantidad de ordeñes por día, que es algo que con la mano de obra humana es muy difícil de lograr. En cambio, el sistema de gestión que tiene el robot te permite programar un rango de horas entre ordeño y ordeño. Son los famosos permisos de ordeño. O sea, se puede programar entre cuatro, cinco horas de diferencia o algunas vacas más potenciales establecerle un menor rango de horas. Todo ese diagrama de circulación de animales se hace con las famosas puertas de aparte, o sea un sistema de puertas inteligente que la van guiando la vaca. Pero el robot define qué vaca tiene o no permiso de ordeñe, según el rango establecido.
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-¿Cuándo llegó De Laval a la Argentina?
-Yo entré en De Laval en 2008. Pero me acuerdo cuando yo estaba estudiando en la facultad que ya tenía gran impacto el nivel tecnológico. Los robots los comenzó a traer al país en 2014 o 2015. A nivel mundial existen desde el año 1989. Hoy en todo el mundo hay más de 20.000 robot instalados.
-Vos evidentemente crees en esta tecnología… ¿El futuro va a ser todo así o va a ser una combinación entre robots y mano de obra manual?
-Yo creo que va a ser una transición lenta en el sentido de que hay muchos tambos con sistemas convencionales, pero yo creo que el futuro es este. Por el bienestar animal y también por el bienestar de la gente. Y vuelvo a repetir, por el potencial genético de los animales. La Argentina tiene muy buen potencial genético, muy buena genética. Yo creo que la única forma de lograr (que eso se exprese) es con estos sistemas, no solamente con el tema de de la genética sino también del manejo de datos, los sistemas de gestión. El nivel de datos que se están manejando en este momento es increíble y aparte está al alcance de la mano de cualquier productor. Yo creo que es el futuro.
-¿Y cuál es la limitante? ¿El costo?
-Ese es un tema. Muchos productores con los que hablamos lo ven como un cuello de botella. Es el tema del financiamiento. Pero se buscan alternativas de herramientas financieras que se pueden llegar a alcanzar.
-Uno imagina estos robots solo para tambos muy grandes, ¿es así?
-No, no. Antes se decía que lo robótico era para productores mediados a pequeños, por la cantidad limitada de vacas que ordeña cada uno. Y ahora tenemos productores de 600 vacas. En Chile tenemos el tambo robótico más grande del mundo, que tiene 90 robots y está ordenando alrededor de 5000 vacas. Por eso esta tecnología no apunta solo a una línea de productor sino que abarca ya en este momento a varios estratos.