Se trata de un grupo de tambos que están bien al sur de la provincia. Bajo riego producen pasto, estacionan pariciones y consiguen valores altos de grasa y proteína.
"productores de leche experimentan un alentador panorama en la producción y comercialización del lácteo y sus derivados"

Bien al sur de la provincia de Buenos Aires, a 900 kilómetros de la Ciudad, en la Cuenca del Río Colorado, se produce leche con la más alta eficiencia, en tambos casi 100 por ciento pastoriles y de excelente calidad composicional y biológica.
Entre las localidades bonaerenses de Hilario Ascasubi, Pedro Luro y Mayor Buratovich, pasando Bahía Blanca, hay una reconocida región para la producción de cebolla. Allí, la horticultura y el tambo conviven.
En esa zona, un grupo de productores de leche, que abastecen a La Serenísima, de Mastellone Hnos., consiguen excelentes estándares de sólidos totales. ¿Parte de su secreto? El sistema, el manejo del pasto y el riego.
La cuenca es relativamente moderna y para la empresa láctea, que se abastece de leche mayormente producida en la provincia de Buenos Aires, ellos son los más australes entre sus proveedores.
Esta cuenca es seguida con mucha atención ya que los mayores tenores de proteína y grasa de la leche que salen de esa región, a expensas de los menores litros, es óptima para la fabricación de quesos y leche en polvo.
Por sus similitudes en el esquema de producción y reproducción, los tamberos se autodefinen, como “pastoriles” y de estilo “neozelandés”. La genética, con base en la raza Jersey (puras o en cruza) también se presenta con las características análogas al sistema de esa isla, reconocido por su liderazgo lácteo mundial.
“Nuestra prioridad es producir mucho pasto”, anticipan desde el conjunto de las empresas. Saben que con el forraje asegurado, la vaca les entrega la calidad. El pasto lo consiguen a base de alfalfares, verdeos de invierno, pasturas plurianuales y algo de silo de maíz. Dentro ese presupuesto de los forrajes plurianuales, las gramíneas están saliendo de las rotaciones, según ellos detallan.
Como parte del manejo de los tambos, el 90% de la leche se produce en pariciones de tres meses, otoñales o primaverales. Hay empresas, explican, que dentro del mismo tambo tienen la parición mono estacionado o bi-estacionada, mientras que otras tienen la parición bi-estacionada, combinada entre diferentes tambos. Esto se diferencia de lo que sucede con el promedio de los tambos nacionales, que tienen parición continua.
A los fines del manejo, los planteos tienen cargas de dos vacas por hectárea, con producciones individuales de 400 a 500 kilos de sólidos totales por vaca y por año. Esto, en números que tiene documentado La Serenísima, es un 20%-30% más de sólidos, respecto al promedio.
Más allá de todos los aspectos lecheros, que ya están consolidados para ellos, también hay dificultades en la zona, los cuales pueden poner en jaque la producción.
Aquí la dependencia del riego es clave ya que las lluvias no superan los 500 milímetros por año. Consecuentemente para sostener el sistema, tal como estuvo hasta ahora, se necesitan por encima de los 800 milímetros por año.
¿Qué pasa? La Cuenca del Río Colorado está amenazada en su cuota de riego anual, a partir del bajo caudal del río y dado por los menores niveles de nevada que se vienen registrando en la Cordillera de los Andes, donde nace el río que recorre cuatro provincias de oeste a este, para desaguar en el Mar Argentino.
Los productores están alarmados este año por esta situación. De manera inédita, el riego, para las 140.000 hectáreas que tiene habilitadas la provincia de Buenos Aires, está cortado desde el 15 de marzo y hasta el 15 de agosto, cuando lo normal eran 90 días.
Aunque la falta de riego afecta etapas de bajo crecimiento de las pasturas, debido al frío característico de una estepa árida como esta, la falta de recargas complicó mucho a la siembra de los verdeos.
Bajo estas circunstancias, ellos saben que están mejor posicionados en la zona frente a los cebolleros porque los tambos aplican de dos o tres riegos al año, mientras que los hortícolas pueden llegar a aplicar hasta 20. Igualmente, esto no minimiza el problema.
Frente a esto, ya están planificando los ajustes. Reconocen que los cortes por largo tiempo en cada ciclo llegaron para quedarse y se quejan porque esto impide la previsibilidad para la gestión productiva y empresarial. Además, revisan los antecedentes y averiguaron que existe un proyecto de trasvasado del agua del Río Negro al Colorado lo que aumentaría el caudal de este último un 25%. Esto sería un importante reaseguro para ellos.
De igual forma, no se amilanan porque no pueden confiar en ningún panorama vinculado a una mejora en la infraestructura. Por ello, al final de cuenta, ya imaginan una zona que tendrá una disponibilidad anual de agua por debajo o igual a los 700 milímetros (lluvia más riego).
En este sentido, entre los primeros ajustes están lo de evitar la siembra de pasturas de gramíneas plurianuales, otorgando mayor participación de alfalfas puras, verdeos de invierno y del maíz para silo. Ahí nace la pregunta, considerando que esperan aumentar la mayor participación del silo en la ración: ¿Podrán seguir sosteniendo la misma genética adaptada que desarrollaron? Por ahora, piensan que sí.
La leche
Gustavo de la Vega es Director de Compra de Materia Prima Láctea de La Serenísima. Él viaja a esta cuenca lechera, como a tantas otras, una vez al año. Allí escucha a los productores y sus principales demandas. Conoce muy bien la región. Estaba mucho más cerca cuando era gerente de planta en Trenque Lauquen, usina a la que remiten estos tambos de la Cuenca del Río Colorado.
“Son referentes de tecnología, eficiencia y manejo”, destaca de la Vega.
En materia de parámetros composicionales, clave para la producción industrial, el directivo destaca que es estratégica esta región.
“Casi todos los rodeos que nos proveen son vacas Holando Argentina, con genética Holstein, con mucho volumen de leche, pero los sólidos rondan en un 3,3% de proteína y 3,5% de grasa. Estos productores llegan a tener composiciones de 4% en proteína y 5% de grasa. Además, también la calidad microbiológica supera los parámetros internacionales”, reconoce.
La cuenca entrega tres camiones de leche diarios y gracias a los mejorados estándares se compensa parte del gasto en flete.
Gracias a todo esto, “hay un diferencial en el rendimiento industrial cuando la leche llega desde esta zona ya que no rinde lo mismo a la hora de hacer un queso, por ejemplo”, destaca de la Vega, muy conforme del rol de estos productores.
Para concluir, asociado al momento que se está atravesando y luego de tantos meses de aislamiento, social, preventivo y obligatorio, en el cual la industria de leche siguió trabajando como actividad exceptuada, el directivo destaca el esfuerzo realizado por toda la cadena para seguir sosteniendo el abastecimiento.

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