Cómo influye el consumo de lácteos en la digestión
El consumo regular de lácteos cumple un rol clave en la capacidad del organismo para digerir la lactosa, el azúcar natural de la leche. Según especialistas en nutrición, la producción de lactasa —la enzima que permite digerirla— no es fija, sino que se adapta a los hábitos alimentarios, la edad y la composición del microbioma intestinal.
A partir de la adultez, y especialmente con el paso de los años, la producción de lactasa puede disminuir. Sin embargo, esto no implica necesariamente una intolerancia definitiva ni la necesidad de eliminar los lácteos de la dieta.
Qué ocurre cuando se eliminan los lácteos por largos períodos
Los nutricionistas advierten que dejar de consumir lácteos durante meses o años puede reducir la tolerancia. El cuerpo tiende a dejar de producir enzimas que no utiliza, por lo que una eliminación prolongada de la lactosa puede hacer que su reintroducción genere molestias digestivas.
Por este motivo, muchas personas interpretan erróneamente que “se volvieron intolerantes”, cuando en realidad se trata de una adaptación reversible del organismo.
Intolerancia a la lactosa: no todos los casos son iguales
Desde el enfoque nutricional se distinguen distintos tipos de intolerancia a la lactosa:
-
Primaria: pérdida progresiva de lactasa con la edad (la más frecuente).
-
Secundaria: asociada a enfermedades intestinales transitorias.
-
Congénita: muy poco común, con ausencia total de lactasa.
Para un diagnóstico certero, los especialistas recomiendan la prueba de hidrógeno espirado, que permite diferenciar una intolerancia real de otros trastornos digestivos.
Lácteos mejor tolerados y estrategias de consumo
No todos los lácteos se digieren igual. Los productos fermentados, como el yogur y el kéfir, suelen tolerarse mejor gracias a la acción de bacterias beneficiosas que ayudan a degradar la lactosa.
También existen alternativas como:
-
Lácteos sin lactosa, que conservan el aporte nutricional.
-
Leches de cabra, oveja o búfala, con diferente composición proteica.
El consumo gradual y sostenido de estos productos puede ayudar a mantener o recuperar la tolerancia sin resignar nutrientes clave como calcio y proteínas de alto valor biológico.
Lácteos y salud: una mirada equilibrada
Desde la nutrición se destaca que no es necesario eliminar los lácteos de forma preventiva si no existe una intolerancia diagnosticada. Por el contrario, un consumo adecuado y bien elegido contribuye a la salud ósea, muscular y metabólica, y forma parte de una alimentación equilibrada.
La recomendación general es individualizar, informarse y evitar restricciones innecesarias que puedan afectar tanto la digestión como la calidad nutricional de la dieta.
Fuente: La 100






