El consumo masivo en Argentina cierra 2025 con una recuperación lenta y despareja, marcada por cambios profundos en los hábitos de compra de los hogares y una reconfiguración del mapa comercial.
Los datos muestran que, si bien los consumidores ajustaron su comportamiento —menos stockeo, mayor búsqueda de precios, más productos importados y un uso creciente de billeteras digitales—, ese reacomodamiento todavía no alcanza para que el gasto vuelva a los niveles previos a la crisis.
Tras el fuerte derrumbe registrado en la primera mitad de 2024, el consumo inició una leve recuperación en el segundo semestre, pero los números de 2025 quedaron lejos de las expectativas iniciales. Según estimaciones privadas, el consumo acumula en los primeros once meses del año una suba cercana al 2,4%, muy por debajo de la caída registrada el año anterior.
En este nuevo escenario, aparecen ganadores claros. Las plataformas de comercio electrónico, los servicios de delivery, los autoservicios chinos y los comercios de cercanía lograron captar una mayor porción del consumo diario, impulsados por precios más competitivos, conveniencia y compras más frecuentes pero de menor volumen.
En contrapartida, los grandes supermercados y mayoristas perdieron terreno frente a un consumidor que ya no realiza grandes compras de stockeo y opta por visitas más chicas y espaciadas. La baja de la inflación redujo la urgencia por desprenderse de los pesos y reforzó un patrón de gasto más austero y controlado.
La presión también se siente del lado de los fabricantes locales, afectados tanto por una mayor apertura importadora como por el avance del contrabando. En paralelo, volvió a crecer la presencia de productos importados en góndola, desde alimentos hasta artículos de consumo cotidiano, lo que suma competencia en un mercado todavía frágil.
Mientras tanto, el canal de cercanía mostró mayor capacidad de adaptación. Autoservicios chinos y almacenes de barrio lograron estabilizar ventas gracias a su cercanía con el consumidor, estrategias promocionales agresivas y una oferta más ajustada a las compras pequeñas.
En un contexto de consumo contenido, se mantiene además la búsqueda de pequeños “gustos” o consumos refugio, que funcionan como recompensas emocionales. Aunque el gasto total no despega, algunos segmentos impulsivos y de valor agregado continúan mostrando dinamismo, reflejando un mercado que no crece, pero sí cambia sus reglas.
Fuente: La Nación
