Agustín Spina fue vendedor de camiones en España, pero regresó a la Argentina para abrir un tambo ovino en Los Cocos. Los mejores restaurantes del país eligen sus productos.

Mucha gente en el mundo se está planteando, sobre todo empujado por la pandemia, el hecho de volver a la ruralidad en busca de una vida más tranquila, con menos stress y alejarse un poco del caos que se da en las ciudades. Es una tendencia cada vez más marcada, pero a la que no todos se animan por miedo a dejar las comodidades que las grandes urbes ofrecen; pero Agustín Spina, cordobés, emprendedor, con espíritu aventurero, a sus 36 años decidió dar el gran paso.
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“Hace 6 años vendía para distintas empresas hasta que un día dije basta, me dedico a vender lo que hago yo. Así que empecé a producir ovejas e invertí todo acá”, aseguró. Después de haber recorrido varios países, de haber vivido en España y de haber trabajado para diversas compañías, regresó a su tierra para desarrollar, junto a su padre, uno de los pocos tambos ovinos de la provincia de Córdoba. No renunció al éxito, sino que eligió la vida rural para que sea su trampolín para lograrlo.
Desde su Cabaña Alhaurín, ubicada en la localidad de Los Cocos, viene creciendo a paso firme con el fiel objetivo de convertirse en referentes en la producción ovina siempre con la premisa de generar valor agregado a sus productos.
“La alimentación, la sanidad, las instalaciones, el bienestar animal y la genética son los pilares fundamentales para hacer cualquier cosa”, comentó Agustín confiado en sus procedimientos.
Por un lado venden genética, son cabañeros de la raza Pampinta con las que consiguieron premios en las exposiciones más importantes del país con machos campeones y además, producen quesos ovinos artesanales con los que se van abriendo camino a través de restaurantes y cocinas de autor.
Pero su espíritu emprendedor con una mirada global del negocio no termina allí. La cabaña está entablada en un lugar de ensueño junto a la ladera de la montaña por lo que cuenta con una vista envidiable hacia el Valle de Punilla. Allí, se hacen degustaciones, recorridos turísticos y almuerzos con corderos a la estaca para todo aquellos que puedan reservar con tiempo. La premisa siempre está en brindar la mejor calidad.
Pero esto no queda aquí, su inversión y constante trabajo genera arraigo en el lugar para quienes trabajan en su establecimiento. La impronta serrana está en todo lo que hace, incluido sus empleados que disfrutan del trabajo de campo: “Los que trabajan tienen que ser del lugar. Se busca justamente eso, que la gente se quede en el campo. Nosotros somos de Los Cocos y nuestra impronta también está en la gente que trabaja con nosotros”.
Dulce de leche de oveja, ricota, queso azul, cambembert, quesos untables, yogurt griego y distintas variedades de semi duros, son algunos de los productos que salen de sus cocinas, mientras se trabaja para la creación de una quesería con mayor capacidad de producción.
Además, sus huertas, sus vides, sus frutales, sus almendros y sus plantas aromáticas sirven para reforzar un ofrecimiento gastronómico a sus visitantes.
La palabra que más se repitió en nuestra charla de poco más de 4 horas fue “pasión”. Si se hacen las cosas con pasión y perseverancia, se puede llegar lejos y parece que Agustín, va en ese camino. Le falta mucho para llegar hasta donde él quiere, pero hace rato que recibe gratificaciones y su decisión de venirse al campo se ha pagado con creces.

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