Según el reporte oficial de la Superintendencia de la Economía Solidaria a diciembre de 2019, de las 3.205 cooperativas que hay en el país, 217 pertenecían al sector agropecuario y de ellas, la mayoría se concentran en productos como el café y los lácteos.

Carlos Acero, presidente Ejecutivo de Confecoop, expresa que en los últimos tres años ha habido un incremento notorio de cooperativas en áreas rurales, conformadas por emprendimientos creados por personas reincorporadas a la vida civil tras la firma del Acuerdo de Paz.
“Son cerca de 80 cooperativas conformadas para trabajar en economías campesina y familiar, con productos que les permiten asegurar su seguridad alimentaria. El primer punto del Acuerdo estableció la generación de un plan de fortalecimiento de la economía solidaria con énfasis en asociatividad rural y campesina”, explica Acero.
Si bien este plan de fomento aún está en trámite, ha permitido el desarrollo en el terreno de esos emprendimientos y le ha dado cabida a personas que no estaban en el proceso de reincorporación.
Formalización del campo
Acero manifiesta que las cooperativas, sin importar su naturaleza, tienen una vocación de sostenibilidad a mediano y largo plazo y además buscan solucionar las necesidades y el beneficio social de las comunidades.
“El desafío, casi que un sueño, es la cooperativización del campo colombiano; queremos organizar a las personas y las comunidades para la producción, la transformación y la comercialización, para fomentar un consumo responsable y una inclusión financiera y económica en esos territorios”, sostiene el dirigente gremial.
Acero expone los casos de países como Canadá, EE. UU., Italia o Francia, donde se han generado tejidos sociales y empresariales para elevar los niveles de inclusión en el campo y lograr un encadenamiento con los grandes productores, un tema que en el país no ha sido posible, en su concepto, pues “mientras los micro, pequeños y medianos productores van por un lado, los grandes van por el otro”.
Buenos ejemplos
Cooperación Verde es una agrupación de 25 asociados —personas naturales— y 55 cooperativas con sede en Puerto Gaitán, Meta, que se dedica a la siembra de árboles a gran escala, haciendo uso de tecnología GPS para fomentarl el desarrollo rural, ambiental y sostenible de esta región.
Fernando Rodríguez, gerente General, asegura que la unión de esfuerzos les ha permitido apoyar al campesino, que “normalmente es el que más trabaja y menos gana”. Con la siembra de árboles, las cooperativas han podido vender bonos de carbono a empresas de la región y así mitigar el cambio climático.
“Generamos estabilidad para los asociados, con garantías laborales, incorporándolos a actividades de ahorro y crédito y afiliándolos a seguridad social. Les ayudamos en temas de tecnología y equipos de mecanización agropecuaria y hemos generado empleo directo e indirecto en zonas de posconflicto, donde hay pocas oportunidades legales”, concluye.
CONTEXTO DE LA NOTICIA
PARÉNTESIS – EL RETO DE LA TRANSFORMACIÓN DIGITAL
Para Carlos Acero, presidente Ejecutivo de Confecoop, los productores agropecuarios, sin importar si son independientes, trabajadores autónomos, miembros de asociaciones o en cooperativas, tienen problemas para su transformación digital por las deficiencias en la infraestructura de conectividad para internet. Señala que hay áreas del país que todavía no están intercomunicadas y eso dificulta la operación y la posibilidad de establecer transacciones entre pequeños, micro y medianos productores con consumidores finales.

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