Más de la mitad de la población mundial no consume los micronutrientes necesarios para mantener una buena salud, y esto también es a causa de las nuevas ideologías y modas alimentarias que vinieron a prometernos salud eterna y un lugar en el paraíso.
La carne y los lácteos son injustamente demonizados, cuando son precisamente los que pueden cerrar la brecha nutricional mundial. Salud
La carne y los lácteos son injustamente demonizados, cuando son precisamente los que pueden cerrar la brecha nutricional mundial.

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Más de la mitad de la población mundial no consume los micronutrientes necesarios para mantener una buena salud, y esto también es a causa de las nuevas ideologías y modas alimentarias que vinieron a prometernos salud eterna y un lugar en el paraíso.

Nos venden la fantasía de un bienestar absoluto, cuyo módico precio es eliminar la carne, los lácteos o cualquier alimento que no encaje en “la agenda”, y nos darán además garantía extendida de juventud eterna y redención moral.

Pero en estas falsas promesas se esconde la mano que nos empuja hacia la desnutrición disfrazada de virtud.

Así, mientras el planeta “se incendia” por detrás, por nuestra culpa (?) y somos condenados por elegir un trozo de carne, de queso o un vaso de leche para alimentarnos, nos ofrecen con una mano, simulacros de proteína hecha de compuestos inconfesables, y con la otra, el mito de que sólo así seremos mejores personas.

Más de cinco mil millones de personas en el mundo —esto es, más de la mitad de la población global— no consumen suficientes micronutrientes esenciales para mantener una buena salud, según un estudio publicado en The Lancet Global Health por la Escuela de Salud Pública T.H. Chan de la Universidad de Harvard.

Esta investigación revisa datos de 185 países, y revela que la mayoría de la población mundial tiene una ingesta insuficiente de nutrientes esenciales como el yodo, el calcio, la vitamina E, entre otros, lo que puede llevar a problemas graves de salud como ceguera, infecciones recurrentes y complicaciones en el embarazo.

¿Qué está ocurriendo con nuestra alimentación?

La respuesta es clara: fuimos seducidos por las falsas ideologías alimentarias, que se presentan como “saludables y sostenibles”.

Según Michely Tomazini, nutricionista de WB Nutri, un exceso de alimentos ultra procesados propicia la deficiencia de micronutrientes, ya que son ricos en calorías, azúcares, grasas y sodio, pero pobres en vitaminas y minerales esenciales.

Por su parte, un estudio de la Universidad de São Paulo muestra que el consumo de alimentos ultra procesados en Brasil aumentó un 5,5% en solo una década, pero es una tendencia que se observa a nivel global.

En riesgo la salud… y la seguridad

Además de los desafíos nutricionales, también enfrentamos otro tipo de amenaza: los discursos de odio y las acciones terroristas que buscan imponer ideologías extremas, también en nuetro plato.

El pasado jueves, el presidente de la Sociedad Rural Argentina Nicolás Pino sufrió un atentado en la sede de dicha institución, como ejemplo de ello.

Ayer la Ministra de Seguridad Patricia Bullrich confirmó que se investiga a grupos extremistas veganos como posibles autores del atentado, para subrayar el nivel de radicalización que enfrentamos.

Este ataque, bajo investigación por parte de las autoridades argentinas, puso en peligro vidas humanas, y amenaza nuestra capacidad de producir alimentos y de vivir en paz.

 

Carne y Lácteos legítimos para una Salud Sólida y una Sociedad Más Normal

Necesitamos regresar a la comida real, la carne y la leche animal. Estos alimentos han sido pilares en la dieta humana durante milenios y tienen todos los micronutrientes que necesitamos.

La carne roja, el pollo y el pescado son fuentes ricas de hierro, vital para el transporte de oxígeno en el cuerpo, y de vitamina B12, esencial en la función cerebral y la formación de glóbulos rojos.

Los lácteos, como la leche, el queso y el yogur, no solo aportan calcio, fundamental para los huesos y dientes, sino también riboflavina, clave para la energía y el metabolismo celular.

El estudio publicado en The Lancet Global Health revela que un alarmante 66% de la población mundial no ingiere suficiente calcio y que más de la mitad es deficiente en hierro, riboflavina y folato.

Y esto no es una casualidad, es resultado directo de la eliminación de nuestras dietas de los alimentos que están cargados de estos nutrientes, como la carne y los lácteos.

La reciente agresión al Presidente de la Sociedad Rural Argentina y sus colaboradores pone en evidencia que más que nunca, es momento de salir a defender nuestras tradiciones alimentarias, no ya solo por una cuestión de salud básica, sino para proteger nuestras tradiciones ancestrales.

Los discursos de odio y los actos terroristas no deben tener espacio para influir en cómo vivimos, producimos y nos alimentamos.

Christopher Golden, autor senior del estudio de Harvard, remarcó la necesidad de intervenciones alimentarias más efectivas, dirigidas a las poblaciones que más lo necesiten, y debe comenzar con un regreso a lo básico: a la carne, la leche, los huevos y otros productos que son fuentes completas de nutrición.

Las dietas modernas plagadas de alimentos que simulan ser lo que no son y de radicalismos ideológicos, están minando nuestra salud y poniendo en riesgo nuestra seguridad a manos de los grupos extremos que atacan un modo de vida ancestral.

La carne y los lácteos son injustamente demonizados, cuando son precisamente los que pueden cerrar la brecha nutricional mundial.

Es hora de ser valientes, de salir a cuestionar las ideologías alimentarias y de volver a lo que siempre ha sido verdadero: la comida real que alimenta nuestro cuerpo, nuestra sociedad y nuestra vida en paz.

Volver a una alimentación basada en alimentos reales no es solo una elección de estilo de vida; es un imperativo para nuestra supervivencia como individuos y como sociedad.

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