ESPMEXENGBRAIND

17 Nov 2025
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María Elena Luque pasó de tener solo seis vacas a consolidar una ganadería referente que hoy abastece a Alpina.
De seis vacas a proveedora de Alpina su historia

Hace 17 años, María Elena Luque decidió apostar por la ganadería sin experiencia, sin tierras propias y con apenas unos ahorros. Hoy, es una empresaria rural reconocida por su compromiso con la sostenibilidad, la innovación y el trabajo digno en el campo colombiano.

Cuando María Elena Luque decidió dejar Bogotá y volver al campo, pocos creyeron que aquella decisión marcaría el inicio de una historia de éxito. Había trabajado algunos años en la capital, pero la vida urbana no llenaba su espíritu campesino.

Aunque intenté trabajar en Bogotá, me di cuenta de que yo era campesina”, recuerda.

Con lo poco que había ahorrado, buscó un terreno en arriendo en el municipio de El Rosal, Cundinamarca, un lugar de suelos fértiles y clima ideal para la ganadería. Al principio, su intención era sembrar, pero el destino le tenía otro camino preparado: el dueño del predio la animó a criar ganado. Así comenzó, sin mucha experiencia, una aventura que se extendería por casi dos décadas.

“Yo empecé hace 16 años con ganadería tradicional. Inicié con seis vacas, y llegué a tener quince, pero era un sufrimiento terrible. Llevaba la ganadería con mucho desorden, sin planear ni nada”, afirmó.

Durante esos primeros años, trabajó sin descanso, enfrentando la falta de asesoría técnica, las variaciones del clima y los bajos precios de la leche. Pero a pesar de las dificultades, nunca perdió la fe en su proyecto.

Aprender para crecer

El punto de quiebre llegó cuando se enteró de un curso de ganadería sostenible ofrecido por el SENA. Decidió inscribirse, sin imaginar que esa decisión transformaría por completo su visión del negocio.

Durante seis meses aprendió sobre manejo animal, nutrición, registros productivos, sanidad, administración y cuidado ambiental. Al terminar, el SENA les ofreció a los egresados la oportunidad de presentar un proyecto productivo y acceder a un crédito de fomento.

“Duré tres meses formulando el proyecto para presentarlo ante nueve jurados. Era la única ganadera entre todos, y me dieron cinco minutos para resumir un documento de 190 páginas. Me aprobaron el proyecto”, relató.

Gracias a ese logro, recibió un préstamo de 100 millones de pesos con el que pudo adquirir equipos de ordeño, un tanque de enfriamiento, nuevas novillas y los implementos necesarios para tecnificar su producción.

Así nació la Empresa Ganadera Serranía S.A.S., una compañía familiar que hoy lleva casi ocho años consolidándose como ejemplo de organización y sostenibilidad, “ahí me di cuenta de que el cambio es importante, y que es importante arriesgarse”.

Modelo de transformación sostenible

Con la creación de su empresa, María Elena pasó de la ganadería tradicional a una producción planificada, con registros, controles y metas claras. Su finca empezó a recibir visitas de instituciones académicas y técnicas interesadas en su proceso.

“Las universidades llegaron a mí. Me hicieron estudios de suelos y de agua. Llegó la Universidad Militar, el Minuto de Dios y Corpoica. Me han ayudado en orientación”, reveló.

Gracias a este acompañamiento, logró obtener la certificación en Buenas Prácticas Ganaderas (BPG), un reconocimiento que respalda la calidad, bioseguridad y sostenibilidad de su trabajo. Hoy, su finca combina la producción de leche con la conservación ambiental. Ha sembrado árboles, implementado rotación de potreros y adoptado a sistemas de recolección de aguas lluvias.

“Esta es una finca que no tiene cauce de agua. Empecé a recoger aguas lluvias en tanques, y la CAR me hizo una laguna de reserva. Eso son los beneficios que uno adquiere por hacer las cosas bien”.

Su alianza con la CAR (Corporación Autónoma Regional) y la Federación Colombiana de Ganaderos Fedegán la vinculó a los acuerdos de conservación, una estrategia que busca que los productores adopten prácticas amigables con el medio ambiente. “Los invito al cambio, a hacer las cosas bien, hay que sembrar árboles, cuidar el agua”, señaló.

Innovar y diversificar, el secreto del éxito

María Elena también entendió que el éxito en la ganadería moderna depende de la innovación y la calidad. Durante años trabajó con razas Holstein y Normando, pero notó que no obtenía la cantidad ni la composición de leche que esperaba. “Tenía 50 vacas, pero no producían la leche que yo esperaba porque estaban mal alimentadas”.

Tras recibir asesoría técnica, decidió cambiar su hato por vacas jersey y jerhol, conocidas por producir leche con alto contenido de grasa y proteína, muy valorada por las grandes industrias. Ese cambio fue un punto de inflexión.

Ahora tengo 18 vacas con 230 litros de leche al día, y en total 27 animales contando las terneras. Antes necesitaba 50 vacas para producir 250 litros”.

Con esa mejora en productividad y calidad, pudo establecer vínculos comerciales estables. “Le mandé una carta a las lecherías grandes y la primera que me respondió fue La Esperanza. Luego llegó Alpina, y les gustó mi proyecto”.

Hoy, vende su leche directamente a Alpina, una meta que parecía inalcanzable cuando comenzó con apenas seis vacas. Además, participa activamente en capacitaciones organizadas por Fedegán, enfocadas en el manejo de praderas, cría de terneras y bienestar animal.

Ya no tengo que ir a las carreteras a coger pasto” dice, con orgullo.

Inspiración para el campo colombiano

Hoy, su finca en El Rosal es visitada por estudiantes, productores y técnicos que buscan aprender de su experiencia. Ella comparte sin reservas sus conocimientos, convencida de que el progreso del campo depende del trabajo en equipo.

Es importante organizarse, llevar los registros, sembrar árboles, pensar en la salud de los animales”, manifestó.

Su historia enseña que hacer las cosas bien, con pasión y disciplina, no solo genera resultados económicos, sino también bienestar para las comunidades y el entorno. En sus palabras, “los cambios dan miedo, pero si uno no se arriesga, se queda en el mismo punto. Yo me arriesgué, y hoy puedo decir que valió la pena”.

Fuente: Contexto Ganadero

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