El año 2024 estuvo marcado por un contexto climático adverso, especialmente el exceso hídrico del otoño, que impactó negativamente la producción primaria. Este factor contribuyó a que la remisión de leche a planta se ubicara en 2.039 millones de litros, lo que representó un descenso del 3,6% respecto al año anterior. En términos de sólidos, la caída fue del 3,2%.
A pesar de la menor remisión, el precio promedio de la leche en tambo en 2024 se mantuvo en pesos ($16) en comparación con 2023, aunque registró un descenso del 4% en dólares (US$ 0,40). El poder de compra de la leche para los productores cerró el año en 80 puntos, 14% inferior al año anterior según uno de los indicadores presentados en el resumen.
No obstante, otro análisis señala que el Poder de Compra cerró con un valor de 80 puntos en diciembre, con un aumento del 14% comparado con diciembre de 2023, impulsado por un mayor aumento del Índice de Precio de la Leche (IPL) respecto al Índice de Costos de la Producción (ICL).
Los costos promedio de producción para el ejercicio 2023/2024, incluyendo el costo de oportunidad, se estimaron en US$ 0,37 por litro, una disminución del 13% respecto al ejercicio anterior. En cuanto al endeudamiento bancario del sector primario, este mostró un leve descenso del 3% en 2024, situándose en US$ 233 millones, tras un aumento significativo en 2023 asociado a la sequía.
La industria, por su parte, procesó los 2.039 millones de litros remitidos, destinando el 73% a la exportación (1.610 millones de litros) y el 27% al mercado interno. Esta proporción exportadora se mantuvo respecto al año anterior. La facturación por exportaciones alcanzó los US$ 854 millones, valor similar al de 2023, logrado al contrarrestar una caída del 4% en el precio por litro de leche equivalente (LE) con un aumento del 5% en el volumen vendido.
La canasta exportadora se mantuvo, liderada por la leche en polvo entera (LPE) (66% de la facturación), seguida por quesos (12%), manteca (8%), y leche en polvo descremada (LPD) (6%). Los principales destinos fueron Brasil (36%), Argelia (26%), Rusia (3%), México (3%) y Chile (3%). La participación de China como destino de las exportaciones uruguayas continuó retraída, pasando de 10% en 2022 a 1% en 2024.
Perspectivas para 2025
De cara a 2025, el escenario internacional presenta una producción que se proyecta relativamente estable en las principales regiones exportadoras (variación estimada del 0,4%), con un crecimiento modesto en Nueva Zelanda, EE.UU. y Australia, un leve descenso en la Unión Europea y un rebote esperado en Argentina (4,7%) tras la contracción climática de 2024.
La demanda mundial de lácteos continuaría sin grandes cambios significativos, aunque se estima que las importaciones globales sean levemente superiores a las de 2024.
La menor presencia de China en el mercado de importaciones, consecuencia de su aumento en la autosuficiencia y cambios en los patrones de consumo (enfocados en productos de mayor valor agregado como los de alto contenido proteico), sigue siendo un factor relevante. No obstante, otras regiones están mostrando una mayor demanda, lo que alienta el comercio.
Para los productores uruguayos, un factor clave son los precios internacionales. Aunque mostraron una tendencia alcista en 2024 impulsada por una oferta controlada y una recomposición de la demanda en países emergentes, las perspectivas para 2025 sugieren que los precios internacionales permanecerán sostenidos, en niveles similares a los actuales, sin esperar aumentos significativos.
Esto implica que los precios recibidos por la industria por sus exportaciones (que influyen en el precio pagado al productor) probablemente se mantengan estables, a menos que factores internos o la dinámica de mercados clave como Brasil generen desvíos.
Brasil se consolidó en 2024 como un actor relevante en el comercio internacional de LPE (tercer importador a nivel mundial) y es el principal destino de las exportaciones lácteas de Uruguay. Esta situación benefició a los exportadores del Mercosur como Uruguay.
Sin embargo, la desaceleración económica y la inflación en Brasil podrían afectar la demanda, llevando a menores importaciones, particularmente en la segunda mitad de 2025. Al mismo tiempo, un peso argentino más fuerte podría reducir la competitividad de las exportaciones argentinas hacia Brasil, lo que podría favorecer la posición de Uruguay.