Alrededor de 25 mil vacas lecheras dejaron de ordeñarse en los establos de la región centro sur desde hace dos años por el aumento en los costos del forraje.

Alrededor de 25 mil vacas lecheras dejaron de ordeñarse en los establos de la región centro sur desde hace dos años, ya que por el aumento en los costos de los alimentos los ganaderos tuvieron que vender parte de sus animales para sostener al resto, señaló José Carreón Ramos, integrante del Consejo Consultivo de la Leche.

La crisis en el sector lechero continúa sin resolverse. Del universo de 134 mil vacas que había en los establos de la región en 2020, se perdieron de 20 a 25 mil cabezas, que representan el 18.5 por ciento del hato original, estimó José Carreón, quien también comparte con Óscar Márquez la vicepresidencia de la Federación Mexicana de la Lechería (FEMELECHE) en el estado de Chihuahua.

Explicó que los ganaderos, al no poder alimentar a sus vacas, se ven obligados a venderlas al rastro, nutriendo el mercado de la carne, pero dejando los establos cada vez más vacíos.

“Desde hace más de dos años hemos venido batallando a raíz del problema del agua, cuando ya los forrajes tuvieron un aumento muy considerable, precisamente por la falta de agua, porque si no tienes agua ¿cómo vas a producir forrajes?”, expuso.

Además de los problemas generados por la sequía, lo cual repercute en el costo de los forrajes cultivados en esta zona, influye la contracción de la economía nacional que se refleja en un alza en el costo de los insumos, como los granos y las pastas para alimentar a las vacas.

José Carreón señaló que parte de estos alimentos llega del otro lado de la frontera, por lo cual son elevados los precios. Los productores de leche, sobre todo los pequeños, no pueden hacer frente a estos aumentos, tomándose en cuenta que el litro del lácteo se lo compran en 9.5 o 10 pesos.

“Es muy difícil trabajar debajo de esos precios. Entonces, mientras no se ponga de acuerdo la industria y lo bajen al consumidor, el consumidor también va a estar batallando”, advirtió el entrevistado.

Comparó la presente sequía con la de 1994- 1995, la cual fue bastante severa y provocó que mucha gente del campo tuviera que migrar a otras partes para poder subsistir. La única esperanza para esta cuenca lechera es que llueva y las presas recuperen volumen de agua, lo cual permitirá aumentar la siembra de forrajes el próximo año.

Sostuvo que la falta de precipitaciones pluviales ha “golpeado parejo” a todos los productores de leche por igual. A los propietarios de pequeños establos, que son parte del sector social, la crisis los está desapareciendo y a los medianos y grandes productores los está haciendo más chicos.

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