Desde hace más de dos meses que los productores, peones, profesionales y trabajadores del sur de Carlos Casares no pueden vivir con normalidad. Desde aquellas primeras lluvias otoñales, no recuperan su red de caminos y, encima, el vínculo con las autoridades es prácticamente nulo.
Lo que sucedió este fin de semana, con lluvias y tormentas en gran parte del interior productivo, demuestra que el clima y la naturaleza están muy por encima de los anhelos de cada uno. Por eso la frase “recen para que no llueva”, que desafortunadamente dedicó el intendente Daniel Stadnick a los productores en una reunión la semana pasada, no tiene ningún tipo de sustento. Como si se tratase de una “respuesta divina” a ese pedido, este fin de semana volvió a llover en la zona.
Es decir, queda claro que Dios no va a arreglar lo que no hagan los funcionarios de turno.
“La situación cada vez se agrava más”, aseguró a Bichos de Campo Matías Santa María, un productor lechero de Ordoqui que, en medio del conflicto que mantienen los chacareros con el municipio, ha elegido ser parte de los que toman cartas en el asunto.
Entre el jueves y sábado de la semana pasada, en Carlos Casares llovieron unos 55 milímetros. Zafaron -por decirlo de algún modo- del desastre que se vio sobre todo en la zona norte de la provincia de Buenos Aires, pero aún así están lejos aún de pensar en el alivio. Entre febrero y abril, estima Santa María, “llovió el 80% de lo que debería llover en el año”, cuyo promedio es de unos 900 milímetros aproximadamente
“Hace dos meses que no podemos usar camiones. Sacamos la leche con tractor y acoplado”, afirmó el joven productor, que se ve a sus 36 años luchando por lo mismo que lo hacía su padre hace décadas.
Como el suyo es un tambo de máximo rendimiento, contar con alimento extra además de su forraje es clave para poder producir en cantidad. Pero, como eso implica también el ingreso de camiones al campo, que queda en la zona sur del partido, también han tenido que limitarlo y sólo lo hacen “a cuentagotas”, con algunos tractores y tolvas.
“Toda la energía la ponemos en logística”, lamentó Matías. Pero lo suyo es sólo ilustrativo, porque situaciones similares hoy las hay en toda a zona: Están quienes no pueden sacar la cosecha gruesa, otros que no tienen forma de mover la hacienda y hasta trabajadores que no pueden salir de su campo.
Cansados de esperar respuestas, que parece que no van a llegar solas, muchos han decidido hacerse oír. Es más por instinto de supervivencia que otra cosa, porque el mismo Matías, que no participa de entidades agropecuarias, ni integra partidos políticos, reconoce que no le gusta la exposición pero que es la única forma de que alguien les preste atención.
Parece que no se trata sólo de rezar, sino que hace falta más diálogo. Y eso es lo que han ensayado los productores junto al intendente de Carlos Casares,de Unión por la Patria, con quien hasta ahora no han encontrado puntos de contacto. El problema es que el tiempo pasa y las lluvias siguen complicando la situación.
“Me desespera que no reconozcan el problema”, señaló Santa María, y remarcó que “el reclamo es genuino” porque los productores quieren ayudar.
No es de extrañarse si se ven tantas similitudes con lo que pasa en localidades vecinas, como 9 de Julio y Bolívar, porque de hecho ha habido una especie de “efecto contagio” por el hartazgo de los productores ante tanta desidia. Parte de las estrategias de los sectores oficialistas ha sido tildar a estas “insurrecciones” como movimientos partidarios, una acusación sin mucho sustento si se tiene en cuenta que de hecho a las localidades las gobiernan signos políticos diferentes.
“Esto no es político, somos productores que queremos soluciones”, aseguró el productor lechero.
Tal vez lo más destacado de esta situación de emergencia es que los mismos vecinos empezaron a darle más entidad al reclamo sectorial. En diálogo con este medio, muchos otros productores han insistido sobre la necesidad de reunirse más allá de este reclamo particular y de pensar estrategias a futuro, cuando superen el problema de los caminos.
“En los últimos 4 años esto pasó 3 veces. Es un patrón”, ilustró Santa María, que es oriundo de Bolívar aunque trabaje en Ordoqui, y por ende tiene un panorama muy completo de lo mucho que ha sufrido esa zona por la falta de respuesta estatal. Lo más paradójico es que justamente ellos son los que pagan una de las tasas viales más caras de la provincia.