Los productores de leche de las provincias de la Sierra Centro están desesperados. Las empresas procesadoras de lácteos, sus principales clientes, redujeron el volumen de compra y hay sobreoferta.

La caída ha sido paulatina y empezó en marzo, pero se hizo más evidente desde junio, cuando bajó la frecuencia de recolección de la leche en los centros de acopio, por ejemplo de Chimborazo. Algunos centros, incluso, cerraron.
El cierre de cafeterías, restaurantes y hoteles y la ausencia de estudiantes en las escuelas y colegios, debido a la pandemia, son algunos de los factores que influyeron en la caída del consumo de lácteos.
Según el Centro de Industrias Lácteas (CIL), en los últimos ocho meses las ventas bajaronen34% y algunos productos, como yogures y quesos, están acumulados en bodegas y perchas de las empresas.
La demanda está contraída, por eso las empresas no pueden comprar la cantidad de antes, dice Rodrigo Gallegos, presidente del CIL. “Los ‘piqueros’ (compradores de leche en camionetas) y procesadores informales sacan provecho, ofrecen precios mínimos; esto ha ocasionado una crisis para los 260 000 productores del país”.
No solo están afectados los ganaderos de la Sierra Centro, la región de mayor producción, sino también el resto.
Los ‘piqueros’ y queseras artesanales pagan USD 0,20 por litro, cuando el costo promedio de producción es 0,25 y el precio oficial es USD 0,41.
En el Centro de Acopio de Tahualac, en el cantón Guano (Chimborazo), se recogen cada día 2 000 litros. Hasta septiembre, la empresa El Ordeño compraba la totalidad pero ahora el carro llega tres o cuatro días a la semana.
“Los días que el camión no viene son tristes. Nos toca rematar la leche a las queseras a USD 0,20 o llevarnos a la casa para hacer quesos y salir a vender a la carretera”, cuenta Juana López, presidenta de la Asociación Tahualac, que agrupa a 30 familias.
El Ordeño, que antes de la pandemia procesaba 210 000 litros -de 65 centros de acopio- bajó a 170 000. En su inventario aún tiene 2 500 toneladas de productos que no se venden.
En esa comunidad hay otro centro, pero está cerrado, ya que la empresa que les compraba dejó de ir. Los 40 productores invirtieron recién cerca de USD 2 000 en la realización de exámenes veterinarios y tecnificación de su producción para cumplir con los estándares de la industria.
“Las familias dependen únicamente de la leche. Muchos reemplazamos nuestros cultivos por pastos, para tener mejores ingresos, y ahora no podemos pagar los créditos”, dice Kléver Aguagallo, presidente de Asoproandina.
La situación es similar en Chambo, otro cantón de Chimborazo: en nueve comunidades, la ganadería lechera es su mayor fuente de ingresos. Desde junio, los productores están trabajando con pérdidas y la economía está paralizada. Las tiendas de insumos veterinarios y balanceados registran ventas mínimas, al igual que otros pequeños comercios.
“La economía del cantón depende casi exclusivamente del agro. Los ingresos de los ganaderos están reducidos y eso complica a toda una cadena vinculada con la producción de leche”, dice el alcalde Marco Antonio Huaraca.
Los productores cuentan que están a merced de los comerciantes informales. “Para no desperdiciar la leche nos toca entregar a los ‘piqueros’, pero ellos son los que ponen el precio”, dice Fausto Olmedo.
Para Juan Pablo Grijalva, presidente de la Asociación de Ganaderos de la Sierra y Oriente, la sobreproducción no solo se debe a la reducción del consumo, sino al incremento de la ganadería lechera.
“En un año, la producción subió en más de un millón de litros. Muchos productores, atraídos por las ventajas de la ganadería frente a la agricultura, cambiaron su actividad económica”, dice Grijalva.
La producción diaria del país es de 6,65 millones de litros. El viernes pasado, los pequeños y medianos productores que forman parte de la organización Fe por la Leche, de Cotopaxi, participaron en una protesta para reclamar por los precios bajos. Ellos dicen que pese a la prohibición se usa el suero de leche en la industria.
“No podremos subsistir si el Gobierno permite el suero y que se importe leche en polvo. Nuestra empresa dejó de comprar a 15 productores porque la demanda bajó”, dijo Elvia Quilumba, dueña de Finolac, una fábrica de quesos y yogures que antes procesaba 1 600 litros al día; hoy, 800.
Para los industriales, una solución podría ser la exportación. Dicen que pese a la dificultad del precio no competitivo, la leche ecuatoriana tiene alta calidad y se puede colocar en mercados internacionales.
El Ministerio de Agricultura y Ganadería informó, en un comunicado de prensa, que para apoyar la activación de los pequeños y medianos productores se implementaron paquetes tecnológicos, subvencionados hasta en un 50%, a través de BanEcuador. También se aumentaron los controles para evitar el uso del suero.

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