En los meses previos, la planta láctea ubicada en la localidad santafesina de Díaz —que operaba bajo la denominación Sudamericana de Lácteos y atravesaba un largo historial de cambios de propietarios— vivía un escenario cada vez más complejo en su relación con los productores de la zona.
La planta tenía un extenso recorrido en el sector: había pasado por manos de Parmalat, La Mucca y Lactalis, hasta quedar en control de un grupo inversor de Rosario, que a comienzos de ese año la había vendido al empresario Sergio Servio, titular de Lácteos Servio en Villa María y responsable de marcas como Premio, SyS, Tambería Holandesa, Pensilvania y Tuca.
Se trataba de una pyme con actividad también en comercio exterior, que se abastecía de distintos tambos del departamento San Jerónimo. Entre sus principales proveedores figuraban 15 unidades productivas que, en conjunto, aportaban alrededor de 35.000 litros diarios, integradas por un pool de diez productores que cubrían aproximadamente un tercio del volumen procesado por la planta.
Atrasos, cheques rechazados y una deuda creciente
Desde comienzos de año, ese grupo de productores venía advirtiendo demoras reiteradas en los pagos, cheques sin fondos y la falta de definiciones concretas para regularizar las obligaciones. Según describían entonces, los problemas se profundizaron después de un embargo de la AFIP, que afectó el movimiento financiero de la empresa y derivó en atrasos que se extendieron por casi tres meses.
La deuda acumulada sólo con ese pool de productores se estimaba en unos $350 millones, y continuaba en aumento.
Stock inmovilizado y ausencia de propuestas
Aunque la planta continuaba en actividad, los productores señalaban baja rotación de stock, dificultades comerciales y falta de una propuesta formal por parte de la empresa para ordenar la situación. Ante esa incertidumbre, analizaban cortar la entrega de leche y redirigirla a otras industrias, buscando frenar el crecimiento del pasivo.
Ese era el clima que se vivía entonces en torno a la planta de Díaz: relaciones tensas, pagos atrasados y una preocupación creciente entre los tamberos del departamento San Jerónimo.






