Los productos afectados se sumarían a un listado de productos valorados en 21.000 millones anunciado en abril.
Queso 'Parmigiano' en una feria gastronómica, en Madrid. ALBERTO DI LOLLI

Todo empezó en los años 70 y 80, cuando Alemania y Francia decidieron crear una empresa aeronáutica que compitiera con los gigantes estadounidenses McDonnell Douglas y Boeing. El resultado fue un cruce de acusaciones mutuas a ambos lados del Atlántico acerca de las ayudas públicas, en la UE y en EEUU, a los fabricantes de aviones que estuvo a punto de desembocar en una guerra comercial durante décadas y que enfrentó, por una parte, al Gobierno de EEUU y por otra a los de Alemania, Francia, España, Italia, y Gran Bretaña, y a la Comisión Europea. Ahora, Estados Unidos ha reabierto el frente.

El resultado es que Washington acaba de iniciar el proceso para imponer aranceles extraordinarios a la importación de 89 productos europeos por valor de 4.000 millones de dólares (3.540 millones de euros). Entre los blancos de la nueva oleada de la arancelmanía de Donald Trump están el whisky (escocés, irlandés y, también, de otros países de la UE), las aceitunas (que, en el caso de España, ya han sido blanco del proteccionismo de Washington en el caso de la oliva negra), productos lácteos -entre ellos, quesos italianos, holandeses, franceses y lituanos- , pasta, productos cárnicos -sobre todo porcino- , frutas y una amplia gama de bienes industriales. Wall Street ha abierto a la baja ante el anuncio, que abre un nuevo frente en las guerras comerciales del Gobierno de Donald Trump.

La nueva oleada de medidas aduaneras se suma a la lanzada en abril, cuando EEUU inició los trámites para subir los aranceles a la importación de bienes europeos por valor de 21.000 millones de dólares (18.600 millones de euros) debido a la misma disputa comercial.

La noticia ha llegado justo después de la tregua en la guerra comercial bilateral alcanzada entre los presidentes estadounidense, Donald Trump, y chino, Xi Jinping, el fin de semana. No es más que la reapertura del conflicto de décadas, en esta ocasión -algo inusual para el Gobierno de Donald Trump- con la bendición de un organismo internacional.

Origen aeronáutico

La Organización Mundial del Comercio (OMC), nacida en 1995 para resolver las disputas en los intercambios comerciales, ha determinado que tanto EEUU como la UE son culpables de ayudar ilegalmente a sus fabricantes aeronáuticos y ha autorizado a ambos a imponer sanciones comerciales al otro. Eso, a su vez, abre la puerta a que la UE imponga medidas contra EEUU. La gran diferencia, sin embargo, es que la OMC todavía no ha determinado el valor de las contramedidas que Washington o Bruselas podrían adoptar. En otras palabras: el Gobierno de Donald Trump ha decidido que no espera y que va por su cuenta.

Según EEUU, EADS -la empresa que dio lugar a Airbus en 2014- fue creada y se ha visto beneficiada de subvenciones masivas de los Estados de Francia y Alemania para crear un competidor para las estadounidenses Boeing y McDonell Douglas. A cambio, Bruselas ha respondido que las dos empresas estadounidenses se habían visto beneficiadas de contratos del Departamento de Defensa de EEUU y de la NASA cerrados a la competencia, de masivas ayudas de ayuntamientos y estados de ese país. De hecho, la ciudad de Kansas City llegó ofrecer a Boeing pagar con fondos públicos las cotizaciones a la seguridad social de los empleados de una de sus fábricas.

Entretanto, en el otro gran frente comercial del Gobierno de Donald Trump, con China, la situación parece haberse complicado en las últimas horas tras la tregua acordada por el presidente estadounidense y su homólogo chino, Xi Jinping, el fin de semana. Varios legisladores republicanos estadounidenses, así como Gobiernos aliados de Washington han criticado la decisión de Trump de autorizar al fabricante de material de telecomunicaicnes chino Huawei la compra de componentes y software de empresas estadounidenses como un giro de 180 grados injustificado que ha sembrado el desconcierto entre el sector y, también, entre los Gobiernos amigos de EEUU.

Huawei ha acogido con satisfacción la medida. Pero el Gobierno de Pekín (y las empresas de telecomunicaciones de EEUU) no han olvidado que la medida no es a la inversa, y que Huawei no puede vender a compañías estadounidenses, lo que puede suponer un problema para el desarrollo de la nueva generación de telefonía 5G en el país.

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