Las subas en bienes de la canasta básica dan lugar a una inevitable lectura política y social. Un reporte de Nielsen alerta por fuerte baja del consumo.

El dato es alarmante: por segunda vez en el último mes, las principales fábricas de alimentos incrementan los precios de sus productos. Esta vez, los ajustes arrancan en 7,1% (aceites) y van hasta el 10% (yerba).

También hay remarcaciones en otros artículos básicos: fideos, arroz, lácteos y harinas. Abarcan también a otros rubros, como higiene y limpieza. Los correos electrónicos con las novedades comenzaron a llegar este lunes por la mañana a las principales cadenas de supermercados.

Las remarcaciones incluyen a los productos de la canasta básica, lo cual tiene una inevitable lectura política y social, en medio de la crisis y de la campaña electoral: estos aumentos tendrán un indisimulable impacto sobre los ya castigados niveles de pobreza e indigencia.

También resentirá, todavía más, la actividad económica por la pérdida del poder adquisitivo de los salarios. Algo ya conocido a lo largo de esta crisis.

Lo novedoso en este proceso es que los precios vuelven a moverse sin que haya transcurrido un mes. El primer movimiento se anunció durante la semana posterior a las PASO. Aquel lunes 12, la cotización del dólar saltó de $46 a $62 (+35%).

El ajuste promedio en aquella semana fue del 10%, aunque su traslado a las góndolas fue parcial por la eliminación del IVA a algunos productos de la canasta básica alimentaria.

Y si bien con el correr de los días, el billete verde se acomodó en torno de los $58, ahora los precios vuelven a aumentar.

Fuerte baja del consumo

Contra lo que manda la teoría, la caída en los niveles del consumo no logra frenar los ajustes.

De acuerdo a un informe de la consultora especializada AC Nielsen, en las cuatro semanas previas al 18 de agosto (último dato disponible), el consumo masivo registró un retroceso del 6,6 por ciento en relación con el mismo período del año pasado.

Se registran caídas en todos los rubros. Incluso, en los productos de almacén, que son los básicos que componen la denominada “mesa familiar”. Las ventas de esos ítem (fideos, aceite, azúcar, galletitas y pan) sufrieron una merma del 1,5 por ciento. Resulta destacable esto ya que significa, ni más ni menos, que la gente come menos que hace un año.

A otros segmentos les fue claramente peor: siempre de acuerdo a los registros de AC Nielsen, el consumo de lácteos y productos frescos cayó 15,3% en aquellas cuatro semanas, mientras que el de productos de limpieza se contrajo 6,9 por ciento. En el rubro “bebidas”, la baja resultó del 6,3 por ciento.

Según Nielsen, en lo que va de 2019, el consumo acumula un retroceso del 7 por ciento.

Debería llamar la la atención que lo que más cae es el consumo de quesos, leches y yogures, además de gaseosas. Sin embargo, que los lácteos sean los más perjudicados no es casual: sus precios subieron, en promedio, un 75 por ciento.

Los productos que lideran las subas

Lo que también llama poderosamente la atención de los funcionarios es que las empresas sigan aplicando incrementos en los precios -incluso más allá de lo aconsejable por la suba de los costos o del dólar- a pesar de que el consumo no convalida los nuevos precios.

Un empresario -con varias crisis sobre sus espaldas- lo explica con claridad: “Llega un momento donde tenés que decidir si tratar de mantener las ventas o cuidar las finanzas. Elegimos esto último. Más adelante veremos”, se sincera en diálogo con iProfesional, bajo pedido de mantener el anonimato.

Los principales fabricantes de alimentos, y también de productos de higiene y limpieza, parecen alinearse detrás de esta realidad.

Durante el último fin de semana, el Gobierno destacó que las últimas medidas de perfil social (eliminación del IVA, beneficios impositivos a asalariados, monotributistas y autónomos, y otras iniciativas) tendrían un impacto por unos $90.000 millones en la economia.

Esa información, claro, no tomó en cuenta el resultado de los aumentos en los precios que se pondrán en marcha en las próximas horas.

Algunos de los aumentos que se aplicarán en las próximas horas son los siguientes: en aceites, las subas serán de entre 7,1% y 10%. En arroz, de entre 7,5% y 8,8%. Los paquetes de harina, un 9,1% promedio. Y los de fideos (dependiendo la marca), de entre 7,5% y 9,5%.

En el caso de los lácteos, dependiendo de las marcas y las presentaciones, las subas van del 6% al 9%. Acá se incluyen desde algunas marcas de leches fluidas, yogures y postres.

La yerba es de lo que más se incrementa: 10%. Mientras que otros productos, a los que podría catalogarse como prescindibles, arrancan con alzas de 5% (café instantáneo). A esta lista se suman ítems como pan rallado (7,8% promedio) y congelados (7% promedio).

En lo referido a productos de limpieza, los ajustes promedio serán del 12%, que se suman al de hace un mes, cuando subieron 20%, producto de la devaluación.

Efecto dolar y golpe al bolsillo1

Subas por encima del pedido oficial

Estas remarcaciones actúan, a su vez, sobre otras dos variables: le ponen presión al índice de inflación de septiembre. Y, por otra parte, le juega en contra al Gobierno, que en las próximas horas pretende cerrar un nuevo acuerdo con las empresas de “Precios Cuidados”.

La idea del Ministerio de Producción pasa por cerrar trato con ajustes no superiores al 5% promedio. Pero, como puede apreciarse, las fábricas están aplicando alzas por encima de esa cifra.

Como adelantó iProfesional, algunas industrias ya adelantaron a los funcionarios que su intención es salirse del plan. Algo que el Ejecutivo no quiere permitir en medio de la campaña rumbo al 27 de octubre.

Lo dicho: estas remarcaciones presionarán sobre la inflación de septiembre. El próximo jueves, el Indec divulgará el índice de agosto, donde ya se empezará a observar el impacto de la última devaluación.

Las consultoras del microcentro estiman un índice de precios de entre 3,7% a 4,3%. Pero nadie duda que este mes será peor, con un salto de al menos 5 por ciento.

Por otra parte, ya hay economistas que temen una espiralización inflacionaria, en medio de un escenario donde el tipo de cambio se ha vuelto inestable y existe una pérdida de referencia en los precios.

Lo cierto es que todos estos aumentos -los de un mes atrás y estos nuevos- no hacen más que ensombrecer el panorama económico. A medida que la pérdida de poder adquisitivo se extiende, más profunda es la recesión.

Y esta crisis aumenta la presión social. La visita de la CGT a los ministros Stanley (Desarrollo Social) y Sica (Producción) a comienzos de la semana resulta un reflejo de esas tensiones.

El reclamo por el pronunciamiento de la “emergencia alimentaria” no es más que una exteriorización por el agravamiento de la crisis. “Llega un momento donde los paliativos resultan todos insuficientes. Falla la base, que es una economía en crecimiento con expectativas positivas. Hoy no existe nada de eso. Y el escenario es preocupante”, comenta a iProfesional un dirigente social muy cercano a Alberto Fernández.

El candidato por el justicialismo bajó la orden a su equipo de economistas que se abstengan de formular comentarios sobre la situación económica. No quiere que vuelvan a vincularlo con operaciones políticas que deterioren a la actual administración.

Alberto F. ha decidido concentrar las opiniones. El único autorizado a hablar en su nombre es su jefe de campaña, el ex gobernador Felipe Solá.

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