Helado de salmón, helado de papa frita, ¡hasta helado de viagra llegó a producir Alejandro Fubini (50), argentino instalado en Reino Unido hace dos décadas! Lo cierto es que lo que más se vende en Londres es la clásica receta argentina de dulce de leche. “Esos sabores raros para nosotros -aclara-, tiene que ver con la influencia multicultural de esta ciudad. Generalmente son pedidos precisos de chefs de restaurantes que a veces funcionan y otras veces no”, le cuenta a Infobae.
En 2009, Alejandro -un poco cansado de la vida de empleado y otro poco por un sueño de tener “algo propio”- se lanzó al mundo del helado. Así, junto a su hermano, dio vida a la marca Ice Cream Union, una heladería con clientes muy distintos, porque le compran desde restaurantes, supermercados e incluso líneas aéreas. “Nuestros helados tienen buena recepción porque hacemos los artesanales, como en Argentina, algo que heredamos de la inmigración italiana. Eso en el Reino Unido es difícil de lograr, notamos que no había y fuimos por ello. Usamos fruta de verdad, el de banana split lleva banana, el de dulce de leche también, no procesamos ni le ponemos frutas congeladas”, se jacta.
Alejandro nació en Buenos Aires y se crió en Belgrano, aunque recorrió el mundo por la profesión de sus padres: “Estuve viviendo en Egipto, Estados Unidos, Italia y Argentina”. Estudió, pero no para ser empresario ni heladero. De hecho, es ingeniero electrónico, formado en la Universidad de Massachusetts, donde intentó vivir y no tuvo suerte. Una vez recibido, se mudó a Milán, donde estaba su madre, pero tampoco logró lo que buscaba.
Llegó a Londres allá por 1994, siguiendo una novia, y una oferta laboral. “Me quedé sin las dos”, recuerda. Sin embargo decidió vivir allí, donde hizo un MBA y consiguió un trabajo part time para mantener sus estudios.
Antes de ponerse el delantal y pararse frente a la cacerola, le dedicó gran parte de su vida al mundo de la tecnología. “Mi primer trabajo fue haciendo conexión de cable en los inicios de internet. Después pasé por varias empresas”, dice. Aunque siempre estaba el deseo de emprender. “Soñaba con ser mi propio jefe, y no depender de nadie. Algo que hizo mi padre, y abuelo. Noté que había una necesidad de helados buenos en Londres, y fui por eso”, recuerda. Hubo diversos intentos fallidos previos, “desde proyectos de delivery o cafes virtuales. No funcionaron, es la verdad. Ponía mis ahorros, los perdía en la inversión y tenía que volver a mi trabajo estable”.
Sin embargo, en 2007 decidió hacer ambas actividades en simultáneo, de día en la oficina y de noche en la cocinaba en su departamento haciendo helados con fruta que le sobraba. “Los primeros meses fueron duros porque no encontrábamos la receta perfecta, tardamos unos tres veranos en dar en la tecla”. Una vez logrado invirtieron en la compra de una máquina para refrigerarlo. “La encontramos en Ebay. La dinámica era sencilla, salíamos a buscar los ingredientes: leche, azúcar, chocolate, dulce de leche, banana, pistacho y producíamos poca cantidad”, cuenta.
El primer cliente
Ese tan esperado comprador fue un restaurante argentino que les encargó helado de dulce de leche. Unos meses después amplió el pedido a chocolate, vainilla y otros clásicos. Lo mejor es que ese local abrió otras sucursales, “Inmediatamente pasamos a tener dos clientes en poco tiempo”.
A base de trabajo, esfuerzo y un poco de networking lograron expandirse por Londres y las afueras. “Al los seis meses de haber encontrado la receta alquilamos una cocina, porque descubrimos que era ilegal lo que estábamos haciendo”, revela.
En 2009 decidió dar el gran salto. “Renuncié a mi puesto para dedicarme 100% a Sulky, así se llamaba la heladería. Ese nombre no tuvo éxito, no había manera de que los ingleses lo pronunciaran, así que lo cambiamos por Ice Cream Union”.
El primer año Alejandro vivió de sus ahorros, algo similar paso en el segundo y entre el tercero y cuarto empezaron las ganancias. “El crecimiento fue gradual, y proyectamos que así siga. Todavía sigo teniendo menos ingresos que los de mi trabajo en relación de dependencia, sin embargo no es eso lo que busco”, admite.
Actualmente tiene 35 empleados entre los heladeros, personal de administración y logística. Dos locales, uno en el exclusivo barrio de Chelsea y otro donde esta la fábrica, en Sloane Square.
Con la llegada de la pandemia, el negocio se vio afectado, ya que solo funcionaba el servicio de take away. Para eso acondicionaron la fábrica. ”Fue un año muy complejo, ahora todo sigue cerrado solo podemos hacer entregas. Lo bueno del helado es que no tiene límites, podés adaptar cualquier sabor. Por eso estamos abiertos a propuestas”, destaca.
Las recetas raras
“Se puede hacer helado de lo que quieras”, explica Alejandro. “Como trabajamos con muchos restaurantes hacemos “recetas raras para nosotros” como la papa frita, el azafrán, la lúcuma, el matcha, té japonés, roquefort… o cornflake (cereal de maiz), del que dudé mucho y es un verdadero éxito”.
-¿Cuál es el sabor más pedido?
-El de dulce de leche, gana siempre.
-¿Cuánto producen por año?
-Medio millón de litros.
-¿Cuánto venden el kilo?
-22 libras el kilo. (algo así como 2600 pesos)
-¿Con vasito o cucurucho?
-Cucurucho.