"Queremos que nos bajen impuestos"

El presidente de Asaja, Pedro Barato, describe la dura realidad que sufren los agricultores y la ineficacia de las medidas del Gobierno. A finales de julio se reunirán para ver si dan luz verde a futuras manifestaciones.

“No llegamos a septiembre”. Es el clamor que expresan estos días los agricultores españoles. La subida de los precios -que no deja de cesar desde el pasado año- ha empujado a muchos de ellos a vender por debajo del coste hasta convertir su situación económica hoy en inaguantable. Así, desde Asaja, la asociación de agricultores más importante de nuestro país, amenazan con cargar de movilizaciones el próximo mes de agosto si el Gobierno no atiende a sus proclamas: “No queremos ayudas, sino que nos bajen los impuestos”.

Un nuevo episodio que se une a la larga lista de problemas que acumula el Ejecutivo. Tras evitar in extremis un nuevo parón de los transportistas, el Gobierno busca paliar los efectos de la inflación con un nuevo paquete de medidas que ya suma un gasto de 15.000 millones este año. Pero el verano no se presenta fácil: la nueva ola de calor ha disparado el número de incendios en la península, los fondos europeos siguen sin llegar a la economía real, el tope al gas en el ‘pool’ eléctrico apenas ha tenido incidencia en la factura eléctrica y las ayudas de 20 céntimos el litro de gasolina -o gasoil- no han servido para mucho. Un cóctel de malas noticias que deja al Gobierno en una situación incómoda frente a la ciudadanía.

“Las cosas se están poniendo muy caldeadas. La situación es muy complicada. Nuestro principal problema son los costes de producción. Las medidas que propuso el Gobierno pueden beneficiar al sector ganadero en su vertiente de leche o carne, pero todo lo demás está mal. Nosotros no podemos repercutir los precios, sin embargo, el consumidor está pagando lo que está pagando. No sabemos ni siquiera si vamos a poder cultivar con fertilizante el próximo año porque mira cómo está el tema en Ucrania con las importaciones”, afirma de forma tajante Pedro Barato, presidente de Asaja, que denuncia que en un año el coste de una hectárea agrícola ha pasado a ser el doble.

Por otro lado, Barato critica las medidas del Gobierno contra los efectos de la guerra. “Los 20 céntimos de bonificación nos los comimos el primer día, estábamos pagando 60 céntimos el litro y ahora estamos haciéndolo por 1,5 euros el litro. Es una auténtica barbaridad. Luego está el tema de la energía. Tú sabes lo que es una explotación de riego ahora con un precio de más de un 200% con respecto a lo que tenías hace año y medio. Muchas de estas ayudas que anuncia el Gobierno se difuminan por las condiciones que ponen. Nosotros tenemos la Junta Directiva a final de mes y yo creo que la cosa está lo suficientemente caliente como para salir a la calle. Veremos qué dicen las organizaciones miembros sobre salir a la calle el próximo agosto”.

Fuentes del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca aseguran que “el Gobierno está actuando y sacando medidas. Un dinero que no procede de ayudas europeas, sino de España”. Así, las mismas fuentes relatan todas las iniciativas que el Ejecutivo ha llevado adelante: “Una subvención de 20 céntimos el litro de los carburantes, la bonficación del gasoil agrícola, casi 5.000 millones de euros en ayudas directas por la PAC 2022 y casi 160 millones de subvenciones -que ya tienen en su bolsillo- para los productores de leche”. Además, subrayan que era un proceso “muy simple”.

Por otro lado, especifican otras medidas. “Ayudas por 193 millones para aquellas producciones agricolas y ganaderas que se han visto en apuros económicos tras la guerra en Ucrania, subvenciones específicas por valor de 430 millones para el sector agrario y pesquero y, además, a partir de septiembre vamos a aumentar en 10 puntos porcentuales la prima del seguro agrario (pasando de 60 millones a 317 millones de gasto). Todas estas medidas se han prorrogado en el segundo paquete”.

España no es un caso aislado

En otros países de Europa -como Alemania, Holanda o Italia-, los agricultores también han salido a la calle para protestar por su precaria situación económica. No obstante, sus protestas han tenido poca relación con la inflación, como en el caso español. Así, en Alemania, las exigentes medidas de los ecologistas (se encuentran dentro del Gobierno) han puesto en pie de guerra al campo alemán. Por otro lado, en el país transalpino la razón no es otra que la sequía, mientras que la crisis agrícola desatada en Holanda se ha debido al proyecto del Ejecutivo por reducir en un 40% las emisiones de nitrógeno.

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