La compañía láctea ha propuesto un expediente de extinción para sus 80 empleados, mientras la plantilla y el Gobierno de Asturias instan a buscar una solución, incluida la venta de la fábrica a un competidor.

El cierre de una fábrica con 40 años de historia a sus espaldas pone de relieve cómo está transformándose el modelo de producción del sector lácteo en España, en concreto de la multinacional francesa Danone. La compañía ha anunciado “el cese de actividad” de su fábrica de Salas en Asturias. Evita hablar de cierre aunque ponga fin a la producción de una de sus cuatro fábricas de productos lácteos en España, que da empleo a 80 trabajadores en una zona fundamentalmente rural, donde no sobran las alternativas industriales.

“Nos han propuesto un ERE (Expediente de Regulación de Empleo) de extinción para finales de año”, explica a elDiario.es Juan Carlos García, secretario del comité de empresa y representante de Corriente sindical de izquierdas. “La justificación que nos dan son causas productivas, una bajada de ventas y un coste de producción muy alto. Se van a llevar la fabricación a Francia”.

En España, junto con el de Asturias, la compañía cuenta con otros tres centros de fabricación de lácteos, en Madrid, Valencia y Catalunya; además de tres instalaciones de embotellado de agua mineral, porque Danone también es dueña de marcas de agua como Lanjarón o Font Vella. Precisamente, las instalaciones de Danone estuvieron entre las afectadas por el reciente paro de los transportistas.

El cese de actividad de Asturias no ha pillado por sorpresa a la plantilla, dado que no es la primera vez que Danone decide cerrar una fábrica en España o venderla a algún competidor. En 2014 traspasó su fábrica de Tenerife a Schreiber Foods, una compañía especializada en ‘marca blanca’ de súper e hipermercados. Un año antes cerró su factoría en Sevilla y trasladó la carga de trabajo a Madrid y Valencia.

En Asturias, el gigante francés produce desde hace décadas queso y postres. Por ejemplo, el Danonino, el antiguo ‘petit suisse’. “A finales del año pasado hubo un proyecto, que podíamos haber hecho nosotros, pero se fue a Madrid. Le dijimos a la empresa que nos había dado la puntilla y dijeron que no era así. Ahora, mira”, apunta Juan Carlos García.

En este caso, además, el representante del comité de empresa ahonda en que toda la producción de Danone en Salas no se puede trasladar a otras fábricas de la filial. “En España no se puede hacer esta producción, porque tenemos procesos que no tiene nadie”, asume. “Se lo llevan fuera”.

Un proceso de “racionalización”

La compañía no habla de replanteamiento industrial, aunque esté reduciendo su red de fábricas. “En los últimos años se ha hecho una apuesta por mantener la producción en España”, asegura una portavoz de la compañía. Danone enmarca el cese de actividad en “un proceso de racionalización, ante la necesidad de adaptarnos a las tendencias actuales y futuras del consumidor y garantizar, al mismo tiempo, la eficiencia de las operaciones industriales con objeto de seguir construyendo el futuro de las marcas y consolidar su competitividad”.

“Danone tiene una presencia histórica en España y es un mercado estratégico para la compañía. La empresa mantiene su compromiso con el territorio, por esta razón mantendrá relaciones con productores lácteos locales para continuar abasteciendo a los demás centros de producción de la empresa”, añade.

La multinacional asegura que, con estas conversaciones, “se inicia un proceso de diálogo en el que la compañía trabajará junto con la representación legal de los trabajadores para ofrecer las mejores soluciones posibles y tratará de llegar a un acuerdo que satisfaga los intereses de todas las partes”.

La plantilla lo que busca es la “continuidad de la fábrica, sea con Danone o con otro dueño”, matiza Juan Carlos García. También el Gobierno del Principado pide la continuidad e instan a Danone a revertir el cierre. En caso contrario, la alternativa pasa por la búsqueda de un comprador que mantenga la actividad. Una opción a la que la compañía está abierta. También, según indican desde la Consejería de Industria de Asturias, la mediación por parte del Ejecutivo estatal, para evitar el cierre de una fábrica que golpea de lleno al medio rural.

El Gobierno asturiano reclama a Danone que se siente a dialogar y que explique los motivos por los que se ha decidido abandonar la actividad industrial en el Principado. Su presidente, Adrián Barbón, ha criticado que la empresa busque “reducir costes a base de despedir a trabajadores” y califica este este paso como “avaricia empresarial”, en declaraciones recogidas por ‘La Voz de Asturias’.

Para el grupo Danone, España representa el 4% de los ingresos de la multinacional. Unas ventas globales que, en 2021, alcanzaron los 24.281 millones de euros.

La filial aún no ha presentado en el Registro Mercantil su evolución en este último año, pero sí la de 2020. En el año de mayor impacto de la pandemia, las ventas de la filial española se incrementaron un 3%, situándose en 789,7 millones de euros. Y fue rentable, aunque menos que en el ejercicio previo. En 2020, Danone España ganó 91 millones de euros, un 7,6% menos que en el año anterior y vio crecer un 8% sus gastos de explotación, según informó ‘Cinco Días’, con un gasto de 3,8% en indemnizaciones y prejubilaciones.

Una filial de origen catalán y una empresa con menos fábricas

Danone es una multinacional francesa pero su semilla está en Barcelona. Allí, en 1919, Isaac Carasso fundó una compañía para cuya denominación tomó como referencia el apodo de su hijo Daniel: ‘Danon’. Años después se mudó a Francia y continuó con el negocio en el país vecino. Después de la Guerra Civil, Daniel Carasso se unió a otras tres familias catalanas, Portabella, Fuster y Botton y juntos desarrollaron la filial. Es decir, el negocio local ha ido en paralelo al francés, aunque con la compañía gala como accionista de referencia. De hecho, hasta 2016, las tres familias catalanas mantuvieron pequeñas participaciones en el capital del negocio ibérico.

Ahora, el gigante lácteo anuncia un cese de actividad en España que, según indican fuentes sindicales, no se ha producido en centros de su país de origen. En 2014, por ejemplo, anunció los cierres de las fábricas de Budapest, en Hungría; Casale Cremasco, en Italia; y Hagenow en Alemania. El motivo, explicó entonces, la progresiva caída de ventas en Europa durante la pasada década. En esos casos, la producción se trasladó a otras instalaciones de Bélgica, Polonia, Alemania y Francia.

“La situación de Danone viene de la anterior crisis”, argumenta Pedro Gutiérrez, representante de CCOO en Danone. “Han ido tomando decisiones, en un mercado donde se consumen menos lácteos, pero también más productos de origen vegetal”. “Desde 2007, el grupo viene concentrando su volumen industrial. Había 21 fábricas y ahora hay 10, unas se han cerrado y otras se han vendido”, apunta Gutiérrez, que recuerda cómo otras compañías lácteas también han sufrido en estos últimos años, entre otras, marcas como Yoplait o Clesa.

“Desde los años 90 hemos pasado de 4.000 a 2.000 empleados. Hay funciones que se han externalizado, como los comerciales o el transporte”, enumera el representante de CCOO. También indica que, en estos últimos años, Danone ha invertido en las fábricas que siguen activas y que mantiene una política de alta calidad en sus productos, en los precios que abona a los ganaderos y que ha aumentado las exportaciones desde los centros de producción españoles a otros países, como el Actimel, que se produce en Valencia. “Las fábricas son de alta tecnología, robotización. Eso es inversión, pero hace que necesites menos gente”, resume.

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