El congelamiento de precios de la canasta básica de alimentos instrumentado por el Gobierno nacional está complicando de manera severa a la industria láctea que se ve imposibilitada de trasladar al consumidor la suba de costos productivos y operativos.
La secretaria de Comercio Interior, Paula Español, mediante la resolución 200/20, dispuso que las empresas agroindustriales que producen bienes que integran la canasta básica no puedan aumentar sus precios mayoristas hasta fines de agosto próximo.
Los últimos datos publicados por el Indec fueron contundentes. La “canasta láctea” registró en los últimos 12 meses una inflación del 26,2% versus 46,5% del promedio de los alimentos y bebidas en comercios y supermercados de CABA y GBA.
Es decir, la inflación de los productos lácteos, congelados desde el 6 de marzo pasado, se ubicó unos 20 puntos por debajo respecto al promedio general de los alimentos que, en algunos casos, como la carne vacuna, superaron el 50% interanual.
En este sentido, el Centro de la Industria Lechera (CIL), que nuclea a las principales compañías del sector y que atraviesa un duro conflicto con el gremio ATILRA, advirtió que “muchas empresas están al borde del colapso por el quebranto de sus balances”.
Para tener una idea de la magnitud de la crisis láctea, según datos de la industria, el consumo interno de yogures, postres y quesos tuvo una caída del 23,1% durante el mes de mayo respecto a abril (en toneladas comercializadas bajó de 11,1 a 8,5 millones).
El mercado de yogures bebibles, en tanto, también se derrumbó en mayo con una caída del 25,7% respecto a abril. Las ventas de postres lácteos, por su parte, registró una baja del 16,1%, según datos del Observatorio de la Cadena Láctea Argentina (OCLA).
En junio el precio pagado al tambero en las principales cuencas lecheras argentinas fue de $ 18,20 por litro, casi el mismo valor que en abril pasado, según datos publicados por la Dirección Nacional Láctea en base a liquidaciones declaradas por las industrias.
Todos estos datos surgen en medio del conflicto entre la industria y ATILRA que viene reclamando, con distintas medidas de fuerza, una recomposición salarial para los trabajadores (el sueldo bruto promedio en el sector ronda los $ 100.000).
En diálogo con LPO, Pablo Villano, titular de Apymel, dijo que “en este contexto es imposible negociar un aumento con ATILRA dado los precios de los lácteos están congelados desde marzo y no hay perspectivas de recomposición hasta septiembre”.
“Es inconcebible ejecutar paros que ponen en riesgo unos 500 millones de vasos de leche, que representan el alimento de 50 días para todos los niños del país”, apuntó Villano en referencia a las medidas dispuestas por el titular de ATILRA, Héctor Ponce.
Cabe mencionar que la producción de leche en la Argentina se estancó en las últimas dos décadas en torno a los 10.000 millones de litros de la mano del cierre de tambos a partir de la falta de rentabilidad y la ausencia de una política sustentable para el sector.
Una de las características de la industria láctea es la diversificación empresarial. Un 64% de la producción leche se reparte entre 33 firmas con Mastellone Hnos. y Saputo con el 11,8% y el 11,5% de participación en el mercado, respectivamente.
Si bien la situación de las empresas lácteas ya venía por demás complicada, la pandemia no hizo más que agravar el escenario. En junio pasado las 27 principales compañías del sector registraban una deuda de $18.967 millones con distintas entidades bancarias.
Por último, un dato que marca el actual estado de situación es que en el primer trimestre de 2020, Mastellone Hnos. registró una pérdida de $ 1.470 millones, según consta en el último balance presentado por la compañía a la Comisión Nacional de Valores (CNV).