“Quieren hacer de SanCor una empresa residual”. La frase resuena entre cooperativistas y en un sector de la dirigencia agropecuaria alejado del mainstream de la Mesa de Enlace, ante la posibilidad de que un grupo de cuatro empresarios se haga cargo de la gestión de la cooperativa, pero como una sociedad anónima más. El apuntado principal de la sentencia es el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas.
Tras la implosión que sufrió la empresa láctea más grande del país durante el gobierno de Mauricio Macri, SanCor ahora necesita una inyección de recursos para levantar capital de trabajo y sostener 1700 puestos de empleos. La persona que más se había involucrado en su rescate desde el cooperativismo había sido Mario Cafiero como titular del Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social (INAES). Tras su fallecimiento, en septiembre del año pasado, nadie tomó las riendas de ese trabajo de hormiga.
“El Estado tendría que haber terciado más fuerte, pero no se le dio la suficiente importancia. Se tendría que haber convocado a los socios y los empleados para generar desde el Estado una cooperativa mucho más fuerte”, sostiene a Letra P Juanchi Otero, vicepresidente de la Asociación de Productores Lecheros (APLA).
En 2015, SanCor contaba con 15 cooperativas integradas, procesaba cuatro millones de litros por día (el 13 por ciento del mercado), tenía 2200 tambos y 28 plantas industriales. La cantidad de personas trabajando ascendía a 6000. Luego de cuatro años de gestión de Cambiemos, quedaron 10 cooperativas integradas y la producción de leche se redujo a su mínima expresión: 400.000 litros diarios.
La idea que circula por algunos despachos de Desarrollo Productivo, que conduce Kulfas, es que la cooperativa habría dejado de ser eficiente y que sus problemas de gestión se resolverían mágicamente con un nuevo management. Poco se dice de que el principal problema financiero de SanCor deviene del momento en que Macri rompió relaciones con Venezuela. A partir de ese momento, la empresa dejó de recibir los pagos constantes que obtenía por la leche que había vendido del acuerdo rubricado por el entonces presidente Néstor Kirchner.
No muchos recuerdan que en 2006, la sociedad AdecoAgro tenía todas las intenciones de quedarse con la cooperativa. Ahí fue cuando Kirchner rubricó el acuerdo con Venezuela. Los pagos por esa materia prima vendida fluyeron hasta 2015.
Tras esa implosión denunciada por sus trabajadores, parte de la producción que procesaba SanCor se redireccionó a Saputo Inc de Canadá, que en el país comercializa bajo la marca La Paulina. La planta de leche en polvo fue vendida a AdecoAgro. Es decir, la cooperativa quedó vaciada. Por ende, es un activo barato.
Ante este escenario, sumado a la falta de una perspectiva cooperativista que le imprimía Cafiero, Kulfas acercó a cuatro empresarios locales para que se hicieran cargo de la gestión de la empresa, aparentemente sin poner un peso.
El grupo de empresarios formado por José Urtubey, Marcelo Figueiras, Leandro Salvatierra y Jorge Estévez (ex-La Serenísima) le solicitaron al Estado un préstamo millonario para integrar un fideicomiso y así comenzar a gestionar la empresa.
Del total del plantel de 1500 personas bajo el convenio colectivo de la Asociación de Trabajadores de la Industria Lechera de la República Argentina (Atilra), que conduce Héctor “Etin” Ponce, aproximadamente 500 quedarían empleadas y el resto permanecería como jornaleros libres, con la posibilidad de recibir algún subsidio del Ministerio de Trabajo.
Los que parecen ganar con esta movida que pretende anunciar este lunes Kulfas junto al ministro de Trabajo, Claudio Moroni, son Urtubey, Figueiras, Salvatierra y Estévez. Casi de la nada, se harían de la marca SanCor, un activo tan potente como sus plantas y tambos.
“SanCor habrá de recuperarse capitalizando, desde el Estado Nacional, al propio sector cooperativo, que cuenta con todas las condiciones para salir adelante en el marco político de una gestión que está obligada a mejorar lo hecho en 2003/2015 y no a imitar los cuatro años posteriores. Por ello, manifestamos nuestro apoyo a una solución completa y sostenible que contemple prioritariamente los intereses de la propia SanCor, de sus trabajadores y trabajadoras y del Gobierno. Toda otra participación, que no se sujete a esa condición, desvirtuará las características que la hicieron grande”, puede leerse en un comunicado de la Confederación General de la Producción (CGP), integrada por 10 entidades.
Esa advertencia sobre un posible corrimiento de la esencia de lo que fue la cooperativa es lo que algunos llaman la “SanCor residual” que quedaría bajo la gestión de cuatro empresarios. “¿Será ahora una empresa mixta entre cooperativistas y privados? Como trabajadores veremos que se garanticen todas nuestras garantías”, advierte el sector sindical.